Por: Ramón Hernández - eltejadoroto@hotmail.com - Tengo once años escuchando esa misma cantaleta, que la generalidad ilustrada denomina "discurso", por cortesía con el idioma y otros miedos. Si en las academias militares se hubiese prestado más atención a la gramática y a la retórica, el país se habría evitado esas millonarias e inútiles compras de obsoletos equipos de guerra a los países que alardearon con orgullo de ser los creadores y fabricantes de las computadoras portátiles más grandes y pesadas del mundo, y no sólo contaríamos con oficiales mejor hablados sino también con un cuerpo de defensa mucho más eficiente en el campo de batalla y en las salas situacionales. El buen funcionamiento del cerebro, y por ende su desarrollo y mejor aprovechamiento, se relaciona más con aprender a construir frases perfectas que con prácticas de tiro al blanco o con los ejercicios para sacar rápido la pistola, actividades que no requieren usar la materia gris. Stalin, que fue diestro asaltando bancos y degollando con navajas pico de loro, escribió un tratado sobre la lengua y firmaba poemas con el seudónimo de Soselo. Al final de su vida fue reconocido como un gran estratega militar y del terror. Después se supo que su secreto era el absoluto desprecio por la vida humana, especialmente si se trataba de la existencia de los otros, fuesen soldados o simple pueblo. Mao, también héroe militar, repetía sin pudor su disposición a sacrificar 300 millones de chinos. Si hubiese tenido maestros que se ocuparan más de las letras y de las cuatro tablas, y menos del oportunismo político, no nos rechinarían en el oído esas conjugaciones y giros que con frecuencia difunde a través del espacio radioeléctrico, y nos evitaríamos esta alocada carrera hacia la miseria y el infortunio. Vacío por fuera y por dentro, sin importar cuán agresivo sea y cuántas referencias haga tanto a la historia real como a la imaginaria, su único poder real es el hipnotizador, de imponer una especie de duermevela generalizada que le garantiza el control del poder. Ningún gobernante en la historia patria tuvo más posibilidades y recursos para resolver los problemas que el Coba criollo, que lleva once años enumerando promesas sin hacerlas buenas. El país le dio toda su confianza y la Providencia altísimos precios petroleros, pero entregará una nación desencuadernada e indigente, aunque ahíta de palabras e insultos. Vendo disco rayado en estuche sin usar y picó de pilas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Su Comentario