Por: Natalia B. Sánchez A./Socióloga - El año que viene será complicado, sobre todo después del primer trimestre. Ya este año lo fue y nada nos dice que el que viene será mejor. Ya todos lo sabemos. Los mismos cuentos aburridos de siempre: que si cuando yo era muchacho, que si cuando yo estaba en la academia, que si las muchachas del pueblo. Los cuentos chimbos que una vez divirtieron, en primera persona se diluyen en un discurso ajeno a lo que está pasando en Venezuela.Que si el cardenal es pieza del imperio, que si el consumo, que si el capitalismo se cayó, que si se necesita más tiempo. Esto es una película que no termina, pero que ya lleva tanto tiempo que ya nadie la ve. Menos de un cinco por ciento del país mira las cadenas presidenciales, lo cual nos hace suponer que ya nadie está enamorado del Presidente, reforzando así esa frase que todos hemos oído alguna vez: "el amor y el interés se fueron al campo un día"... o lo que es lo mismo: amor con hambre no dura. Y como el año que viene luce complicado en términos económicos, los cuentos yoístas se oirán aún más chimbos.Nunca antes, como ahora, el primer mandatario nacional había escuchado tanto a sus oponentes. Ya nada conecta la realidad problemática del país. Ya no vale la pena oír lo que desde allí se anuncia. La mejor demostración de que estamos huérfanos como país y de que no hay conexión entre el mandatario y la gente, es que mientras se critica la construcción del consumismo, resulta que en estos días las calles están desiertas y los centros comerciales abarrotados.Seamos sensatos y realistas. Estamos en un país desordenado, con un Gobierno que ha tomado medidas chimbas, que no ha diagnosticado acertadamente los principales problemas del venezolano común. Ya nos ha hecho mucho daño esa idea extraña de creer que Venezuela es como es, porque nosotros somos todos unos insensatos, vivos e incultos personajes que no queremos progresar. Sobre todo a los sectores profesionales y académicos que siempre han mirado con desprecio un país aspiracional.En este momento, no es la variable socio-cultural la que nos pone el plomo en el ala, sino la institucional - estatal que no nos deja despegar. Creo que este es el consenso al cual estamos llegando por una u otra vía, muchos sectores del país, algunas más parecidos que otros, y este consenso ha surgido no de una propuesta en positivo, sino de un desgaste, de una postura negativa ante una infinidad de cuentos chimbos que ya nos fatigaron la ilusión. La realidad con garra y fibra nacional es la posibilidad de consenso. Y sea el día de la enmienda o sea después un país emproblemado y un discurso delirante nos van a cohesionar como país. Al menos eso creemos quienes no sabemos vivir en otro país, a menos que sea solo por un ratico.
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