Por: Oliver Parra
Quinto Día, Edición 926 - 10/24/2014
- En Venezuela el sistema es militar-cívico y una tiranía de la mayoría.
- Los estudiantes que protestan, dependen de los partidos opositores.
- Dice que Venezuela está dividida en varios pedazos.
- ¿Adónde va el país?
“Caracterizar el régimen es una de las cosas más importantes y la más difícil, en el caso venezolano”
“No existe en Venezuela una alternativa política al chavismo, es decir, otra propuesta que pueda ser escogida”.
“En el caso del régimen chavista en los últimos años, es todavía más tenso, porque la mayoría es muy pequeña”.
Esos estudiantes que son puestos como héroes, son algunos estudiantes vinculados con una visión antichavista.
Estas
son algunas de las reflexiones del sacerdote jesuita Arturo Sosa
Abascal, ex rector de la Universidad del Táchira y ahora con un alto
cargo en el Vaticano.
Fue en una conferencia que dictó hace poco en Bogotá.
Quisiera tratar fundamentalmente cuatro puntos, ojalá que me dé tiempo.
Uno, que algunos aspectos del punto de partida, adonde me ubico para hacer eso.
Un
segundo punto, que es tratar de caracterizar al régimen chavista, o
sea, cómo se caracterizaría desde el punto de vista de la Ciencia
Política espero.
Un
tercer punto, que es cómo se puede pasar, si es que se puede pasar de
la oposición a la creación de una alternativa, ojalá democrática.
En
este momento yo siento que Venezuela es una sociedad herida. Herida y
resentida. Heridas que han producido resentimiento. Resentimientos que
han producido nuevas heridas y nuevos resentimientos y eso es una herida
que se va ahondando, no se va restañando, no se va curando. Esa herida
-me refiero a heridas sociales y políticas, no a otro tipo de heridas
que también pueden haberlas y las hay. Y entonces, esa situación de esa
herida y esos resentimientos que existen en la sociedad venezolana cada
vez más patentes, ponen en riesgo el espacio público, ponen en riesgo la
política, creo yo que es el mayor riesgo que corre en este momento la
sociedad venezolana, porque ustedes lo saben por experiencia de muchos
años, cuando no hay espacio público, cuando no hay capacidad política de
ponerse de acuerdo de encontrar vías de solución a los conflictos, etc.
qué sucede. Sucede la violencia o la guerra, la guerra es la expresión
de lo que no es la política, es la solución de los conflictos por la vía
de la fuerza.
La
sociedad venezolana está en ese borde, o sea, corriendo ese enorme
riesgo de que la política no sea el modo de resolver los conflictos, que
son muchos y de poder curar las heridas, sino que se vaya a otro.
Otro
elemento de estos que llamo punto de partida, tiene que ver con la
convicción también de que a partir del fallecimiento de Hugo Chávez se
abre una nueva etapa en la política venezolana. El ciclo de la vida de
Chávez también es un ciclo de la vida política, ese nuevo ciclo que les
describo, no es que está perfectamente definido, pero no es lo mismo el
chavismo con Chávez al frente, Chávez vivo, que el chavismo después de
la pérdida del fallecido Presidente. Siendo que es el mismo movimiento,
es en esta nueva etapa a la que me refiero, que se corre el mayor riesgo
de una pérdida de la posibilidad de la política como modo de solucionar
conflictos.
Lo
segundo que quería comentar tiene que ver con cómo caracterizar al
régimen chavista. Esa pregunta desde el punto de vista político y
politológico es muy importante, porque no es lo mismo enfrentarse a una
dictadura que a un régimen democrático, que a una monarquía. Caracterizar
el régimen es una de las cosas más importantes y la más difícil, en el
caso venezolano porque existen muchos prejuicios ideológicos y
adjetivos; se usan más adjetivos que intentan calificarlo, que tengan
algún fundamento en la reflexión analítica.
15
años de Gobierno chavista no han logrado establecer las bases de una
nueva legitimidad política, ni la del chavismo ni otra, entonces me
refiero a este régimen como un sistema de dominación, no como un sistema
legítimo.
La
primera anotación que haría sobre el chavismo es que estamos al frente
de un sistema de dominación, no frente a un sistema político que tiene
legitimidad para funcionar tranquilamente.
La
lucha por el poder se convierte en la prioridad, por fortalecer el
poder y no perderlo. Ese es el punto prioritario, si pierdo el poder ya
no soy quien domina, ya no son quienes mantienen la dominación sobre
nosotros, eso también es una distorsión, porque entonces la política
está en una lucha por el poder y yo suelo decir que es el poder desnudo.
Este
sistema de dominación se autodenomina: cívico-militar. No lo digo yo,
la propuesta chavista se autodenomina cívico-militar. Se reconoce desde
el comienzo que la lógica militar forma parte esencial del sistema de
dominación o del régimen que se está implantando.
Si
yo lo dijera, lo diría al revés, diría que es un sistema
militar-cívico. Porque el peso de lo militar es más importante; la
influencia de lo militar en cuanto a la lógica de cómo funciona el
régimen, obviamente en una alianza con lo civil, demuestra una profunda
vinculación a lo que es lo militar y lo que ha sido el militarismo en
América Latina, aunque algunos no estarían tan de acuerdo en llamarlo de
una vez militarista, pero por ahí está la cosa, no está muy lejos.
Otra
característica importante es el elemento de la convicción “estatista”,
este es un régimen estatista; es decir, piensa en función de la
identificación entre Estado y sociedad. Eso es una cosa sumamente grave,
cuando se siente que el estado es la sociedad.
Pero,
el estatismo formulado como los formulan los voceros del régimen,
confunde, identifica sociedad y Estado como lo mismo, cuando lo correcto
es que la sociedad no es el Estado. Además, en el caso venezolano se
tiene un fundamento histórico, que hay que mantenerlo siempre en la
mente, que es la existencia por más de 100 años de un Estado que vive
autónomamente de la renta petrolera.
La
sociedad venezolana durante muchos años no vive de lo que produce, vive
de lo que recibe por un bien, que no es producido, que es un bien
natural y que entonces quiere decir que los niveles de vida de la
sociedad venezolana están por encima de su capacidad productiva, gracias
a ese plus que ofrece la renta petrolera.
El
régimen además de estatista, tiene otra característica resaltante y es
que posee la cualidad de centralista: un Estado que concentra el poder. Y
el gobierno se concentra en el Presidente. Tenemos una larga tradición
presidencialista que además está también fundada en la tradición
caudillista, en la tradición monárquica, como ustedes quieran. Ese
personalismo que se centra en la figura del presidente. Estoy diciendo,
en otras palabras, que nosotros estamos frente a un régimen estatista,
autocrático, presidencialista.
De
ahí a la dictadura hay un paso, la tendencia es para allá, pero una
monarquía no siempre es dictatorial, este camino lleva más bien hacia la
dictadura. Pero a eso hay que añadirle otro elemento para poner la cosa
más compleja. Este régimen estatista, autocrático, presidencialista
tiene apoyo de las masas, cosa que no es necesario porque tenemos la
monarquía también, también las monarquías subsisten porque tienen apoyo
de las masas. Apoyo que se muestra en elecciones, en movilizaciones y en
la red la que se mantiene y se logra con los programas sociales. O sea,
la distribución de las renta.
La
distribución de las rentas no es un problema sólo económico, de
justicia social, de que la gente tenga como recibir sus recursos; sino
que además, se convierte en la manera como se obtiene y se mantiene el
apoyo político. Para poder entrar en la red tú tienes que apoyar, el uso
de la renta no es por justicia, no es que a ti te corresponde y yo
(Estado) te lo doy si tú lealmente me soportas; sin lealtades políticas
que son muy difíciles de romper porque se depende de eso. Además, el
chavismo lo llama con un nombre muy bonito “democracia participativa y
protagónica”, que es superior a la democracia representativa. Es decir
que estamos avanzando en la democracia.
La tiranía de la mayoría
Hay
muchas culturas y ninguna es mayoritaria o hay algunas mayoritarias y
otras minoritarias, tiene que respetar ese espacio minoritario. La
tiranía de la mayoría qué hace. Que la mayoría ocupa todo el espacio
público y expulsa el resto de las minorías; no respeta las minorías, no
las reconoce, eso es lo que nosotros estamos viviendo.
La
tiranía de la mayoría, por supuesto, produce tensiones porque si la
minoría se sabe minoría, pero no está considerada, entonces se pone
opositora, no únicamente parte de ese juego.
En
el caso del régimen chavista en los últimos años, es todavía más tenso,
porque la mayoría es muy pequeña, las elecciones del año pasado
presidenciales, el porcentaje de diferencia fue 1 punto algo por ciento,
no llegó al 2 por ciento. Entonces, yo soy mayoría, pero qué mayoría
soy. Yo no puedo simplemente porque tengo esa mayoría, ocupar todo el
espacio porque sí. Hablar en nombre de toda la sociedad sin reconocer la
otra parte de la sociedad.
Las dos oposiciones
No
existe en Venezuela una alternativa política al chavismo, es decir,
otra propuesta que pueda ser escogida entre uno y otro, lo que existe,
lo que ha existido durante todos estos años, es una oposición al régimen
chavista, que une a todos aquellos que por una razón o por otra están
en contra del chavismo. Pero el punto de unión es negativo, la sociedad
se pregunta: no hay chavismo, ¿qué hay? Ahí las respuestas son variadas y
ninguna es una alternativa política que tenga una fuerza social o unas
organizaciones que lo respaldan, que hagan posible que esa fuerza social
se convierta en Gobierno, con un proyecto y con un programa. Eso no
existe en Venezuela.
Precisamente,
ese es el drama venezolano, la inexistencia de una ciudadanía madura
organizada y propuestas que sean realmente alternativas.
La
oposición que existe se pudiera clasificar en dos grandes corrientes:
la oposición, vamos a llamarla A, que caracteriza al régimen chavista
como dictadura y por tanto se enfoca en la salida a la dictadura, que
sólo puede ser por la fuerza, porque ninguna dictadura entrega el
gobierno por las buenas; frente a una dictadura lo que hay que hacer es
derrocarla. Esta oposición A busca crear las condiciones para el
derrocamiento y eso sucedió en Venezuela por lo menos tres veces en
estos 15 años y la última, en los últimos 6 meses. Último esfuerzo de
crear las condiciones para el derrocamiento de la dictadura.
La
otra corriente, llamémosla oposición B, que se propone generar una
alternativa, considera que a la democracia sólo se llega
democráticamente. No es posible llegar a la democracia por la vía de la
fuerza, derrocar una dictadura por la fuerza lo que va a provocar es
otra dictadura y lo más seguro es que sea una dictadura militar, porque
son los que pueden realmente en última instancia derrocar un gobierno
que también tiene base militar.
¿Cómo se construye la base social de la democracia?
A
la democracia sólo se llega por la vía democrática y por tanto, hay que
construir la base social de la democracia. Cómo se construye la base
social de la democracia. Con paciencia y salivita, es un proceso de
largo plazo, porque hay que crear al ciudadano. Hay que lograr que la
ciudadanía sea la identidad de la gente, del pueblo y con salivita digo,
porque hay que hablar mucho, es hablar, es convenciendo, no hay otro
modo de construir una fuerza social democrática que no sea a base de
convencer, de lo contrario, estamos hablando de otra cosa que no es la
democracia.
Uno
de los mayores éxitos del chavismo, desde el punto de vista político,
es que es visto dentro y fuera del país, como socialmente preocupado,
como justiciero, como quien propugna la justicia social, como quien pone
de relieve las necesidades de la gente pobre y que necesita atender a
esos sectores de la sociedad.
La
oposición no ha logrado esa imagen, ni dentro ni fuera del país por lo
que mucha gente que no se considera a sí misma chavista, tampoco se
considera de oposición.
Ustedes
habrán oído mil veces decir que Venezuela está partida en dos, mentira
podrida; no está partida en dos, está partida en muchos más pedazos y
los extremos ideológicos, el chavismo y la oposición radical, son
minoritarios. Son grupos que pueden andar, quizás, en un 20 por ciento
cada uno. Pero hay otro grupo inmenso, más del 50 – 60 por ciento de la
población que ansía otra cosa, pero que en este momento no confía en
ninguna alternativa distinta al chavismo, especialmente los sectores
populares. Si hay un gobierno que no sea chavista cómo quedamos nosotros
ahí se preguntan. La respuesta si viene desde la cultura rentista es
muy peligrosa, porque tú estás esperando un gobierno que distribuya la
renta, no estás esperando un gobierno o un régimen político que te
empuje a trabajar, a la producción.
En
los últimos años, muchos ya, desde el año 89 para acá, cuando el famoso
“Caracazo”, después con los golpes de estado del 92, después con las
transiciones al chavismo, después con el 2002 y sobre todo en este
último año, los venezolanos hemos descubierto la violencia soterrada que
existe en la sociedad. Ha hecho aparición la violencia como instrumento
también político. Y eso, la violencia de que intentan golpes de estado,
la violencia de los que se oponen y también la violencia del Gobierno.
La violencia represiva que ha tenido sus episodios anteriores contra la
lucha con la guerrilla en los 60, pero ahora también.
El tema de la legitimidad y los falsos dilemas
El
tema de fondo de la situación venezolana es cómo se construye, cómo se
funda una legitimidad política que permita que la sociedad pueda avanzar
hacia donde se pongan de acuerdo. Ese es el tema de fondo. Y con ese
tema viene la pregunta. ¿Es la democracia el horizonte compartido? Y ahí
la respuesta yo no la tengo. Yo no estoy seguro de que se pueda decir
que la sociedad venezolana tiene suficiente músculo democrático para que
cualquier régimen que se plantee como legítimo, es decir, que obtenga
la legitimidad sea realmente democrático.
Uno
de los actores que ha estado muy sobre el tapete en este tiempo son los
estudiantes y ustedes me imagino que estarán bastante al tanto de cómo
se ha magnificado la presencia de los estudiantes. Bueno, yo ahí me
atrevería a decir que esos estudiantes que son magnificados a través de
los medios de comunicación y que son puestos como los héroes de la
situación, no son los estudiantes, son algunos estudiantes vinculados
con una visión antichavista, también en los estudiantes el mundo es
bastante más largo que eso.
No
son solamente estudiantes, hay otra gente que también participa en esas
movilizaciones. Sí hay un movimiento estudiantil que fundamentalmente
es antichavista, y que la mayoría de los que forman parte de ese
movimiento estudiantil son personas elegidas por sus compañeros de las
universidades para distintos cuerpos de representación. Sin embargo, ese
grupo es muy heterogéneo, dentro del movimiento estudiantil hay el
grupo más activo, el grupo que marca un poco la línea política que es el
grupo que está manejado desde los partidos, son militantes de partidos
políticos que están en las universidades y que son estudiantes y que
forman parte del movimiento estudiantil.
Ese
grupo es el más activo y es el grupo que marca un poco la pauta. Las
acciones de los estudiantes son decididas no en el estudiantado ni en la
universidad, son acciones decididas en los partidos políticos, donde
los estudiantes son los ejecutores, incluso hay alguna organización que
ni siquiera es estudiantil que participa en eso.
Ese
movimiento estudiantil es un movimiento muy protestatario, como ustedes
han visto por las imágenes que se han difundido pero no tiene un
programa político, un proyecto político más allá de decir esto no sirve;
pero entonces, qué es lo que sirve, o sea que va más allá. Ahí entra en
colisión con lo que es el pensamiento político de una clase media muy
infectada de la anti-política en Venezuela, no solamente de ahora sino
de antes, parte del origen del chavismo tiene que ver con eso, que yo lo
llamo pensamiento mágico, gente que piensa políticamente con el
pensamiento mágico y que están convencidos sin ningún fundamento en la
realidad, que si se cambia el Gobierno las cosas se solucionan.
Piensan
que basta con que no esté Maduro en la Presidencia o que no esté Chávez
en la Presidencia para que las cosas mejoren. Creen que lo que hay que
hacer es sustituir este Gobierno que es tan malo, pues aparte de la
ilusión de que las cosas son tan fáciles o no tan rápidas, no se plantea
ni siquiera preguntas de fondo sobre la democracia. O preguntas tan de
fondo como qué pasa con la cultura rentista cuando sabemos que el
petróleo no es infinito. Esa situación es preocupante. La clase media de
la cual los estudiantes opositores son su expresión vanguardista. Yo me
he calentado muchas veces porque escucho a papás de los estudiantes
diciendo, menos mal que alguien hace algo. Están como diciendo que la
generación de los estudiantes está haciendo lo que ellos no hicieron,
pero hazlo. No lo hiciste antes, hazlo ahora y la responsabilidad es la
misma.
No es verdad que sólo los ricos son opositores
Otra
distorsión en la manera como se presenta la situación venezolana es que
los pobres apoyan al chavismo y los ricos son los opositores. Eso no es
verdad. En primer lugar, porque no hay tantos ricos en Venezuela como
para que pueda haber una votación que alcance casi la mitad de la
población y en que el mundo de los pobres todos son chavistas. Por eso
dije antes, que la sociedad venezolana no está viviendo en dos bloques,
sino en muchos bloques y dentro de los ricos hay mucha gente que puede
ser chavista, y si no es chavista, sí le gusta el chavismo porque ha
hecho muchos buenos negocios. Porque también es verdad que en durante el
chavismo hay sectores que han logrado hacer enormes negocios, sobre
todo el sector bancario, se pone importador.
Por
otra parte, el descontento en el mundo popular es muy grande, respecto a
que el gobierno es ineficiente y porque en este momento se vive una
situación económica muy difícil. Con la escasez, los servicios públicos
están muy mal llevados, pero el descontento ante ausencia de
alternativas, se convierte en supervivencia y resignación, porque no hay
otra cosa que hacer.
La pregunta es cuándo empezamos a dialogar
La
pregunta importante, que no está respondida y que hay que responder
pronto en Venezuela, no es si dialogamos o no, sino cuándo empezamos a
dialogar, porque mientras más tarde, peor. Colombia
es un caso bien claro de eso. Eso hay que hacerlo y dialogar significa
negociar y negociar significa reconocer al otro, significa ser capaces
de políticamente sustentar la reconciliación social, hay que sanar las
heridas y ese es un proceso también muy largo. Lo mismo que se plantea
ahorita en Colombia pensando en el postconflicto en caso de que se logre
parar el conflicto armado, bueno, en Venezuela no hay el conflicto
armado en las mismas condiciones, pero sí hay que hacer un proceso de
reconciliación, quizás no el mismo, pero sí un proceso de reconciliación
para que la legitimidad tenga pie y tenga sustento.
Continuará la próxima semana.
Oliver Parra