Por: Teódulo López Meléndez - teodulolopezm@ yahoo.com Algunos parecen querer exorcizar la reelección presidencial. El editorialista de un diario nacional todavía utiliza la desgraciada expresión "trapo rojo". ¿Trapo rojo para qué? ¿De qué pretende distraernos o sacar nuestra atención? De nada. Esa es una expresión lindante con la ceguera más absoluta. Mientras tanto, otros alegan que no podemos caer en el juego de la reelección presidencial satánica. Esto es, la manera de exorcizar al demonio es decir que no existe. Qué es inconstitucional, alegarán mis sesudos colegas especialistas en pasearse por las páginas de la Constitución azul trastocada en roja por arte del birlibirloque. Así es, pero aquí no hay Estado de Derecho. Tomás de Torquemada, primer Inquisidor General del Tribunal del Santo Oficio no se andaba con esas minucias a la hora de quemar gente y arte para la consecución de su proyecto religioso. Este proyecto de reelección se anota así como "religioso" más que político y del verbo del predicador salen lengüetas de fuego que queman las páginas de la Constitución. En el desguarnecido he dicho a las arenas que las dictaduras convocan elecciones para ganarlas. El referéndum sobre la reelección se convoca para ganarlo. No es obvia mi afirmación. El asunto no es tan simple. Exorcizar el infierno del cuerpo de la república– referencia a los predios de Satán que ahora los saltimbanquis utilizan con inusitada frecuencia- requiere de políticos. Si queremos contravenir a estos nuevos especialistas en el más allá, en expulsión de demonios, y sobretodo en la omisión del "trapo rojo", hay que decir que estamos ante una realidad objetiva, que se va a presentar una propuesta de reelección presidencial, que habrá un referéndum y que el practicante de hechicerías populistas la puede ganar. Estamos ante una fuga hacia delante, pero una que arrasa mientras se desata, típica del deslave de la dictadura que pierde elecciones. Está claro que quiere el referéndum antes de que nos caiga la crisis económica apabullante que se nos viene encima con inflación, escasez, devaluación y corte de recursos para las blindadas "tropas" que se la pasan declarando "objetivos militares". Eso es así y las sumisas "instituciones" se la pondrán para febrero, por aquello de "mande, micomandante". Le bastará mellar hacia la abstención a un porcentaje mínimo de los votantes de la oposición para mejorar su chance. Hay que evitar, en primer lugar, que melle. Para evitarlo hay que dar combate porque el juego está sobre la mesa y decir que no existe no basta para que no exista. Invocar "trapo rojo" es una cretinada y decir que nos "vamos a dedicar a gobernar" es otra, por la muy sencilla razón de que no hay con qué y menos de aquí a la fecha que el mandamás ha puesto sobre la república alborozada que todavía dice "estoy contenta, ganamos". Está planteada una batalla y cuando las tropas se despliegan frente a uno simplemente no se puede alegar "déjenlos quietos, no iremos a esa confrontación porque estamos disfrutando de nuestros logros". Si eso se hace, cuando menos se acuerde no quedarán tropas propias porque los jenízaros nos habrán cortado la cabeza a todos. Lo que se debe hacer es desplegar conforme a la propia estrategia, preparar los movimientos, administrar las reservas de caballería, dar demostraciones al adversario provocador y desbocado de que sus pretensiones le traerán consecuencias impensables. Aquí no habrá "blanca Navidad" porque el mandamás ha decidido que será de campaña. Aquí "Santa" –esa extrapolación cultural que nuestra agraciada televisión impuso en sustitución del "Niño Jesús"- viste de rojo y los "regalos" que porta son llamados de atención, siembra de alertas, pistones eléctricos para hacerle saber a la república que vota, pero no más, que aquí tenemos delante un nuevo combate duro, difícil, de necesaria movilización y no de festejos con güisqui y hallacas. La mesa está servida y no del "tradicional condumio". Lo que debemos poner sobre el mantel rojo es la disciplina, la coherencia, la habilidad política, la resistencia inteligente y una voluntad a prueba de mandamás y de exorcistas. Ahora tiene más razones para manipular hacia el logro "su" anhelada posibilidad de reelección. Hay que actuar en consecuencia. La respuesta debe ser la de la sociedad civil plantándole combate político. No se puede esperar por los exorcistas y menos porque los toreros de los "trapos rojos" se dediquen a preparar la estocada del "NO". Nos toca a nosotros ciudadanos volver a salvar la república.
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