Por: Francisco Layrisse
Los
escenarios de ingresos provenientes de la venta del petróleo venezolano
anuncian aciagos días para nuestro país. En efecto, el desplome de los
precios del crudo en los mercados internacionales se explica en una
variada gama de razones entre las cuales destacan la desaceleración de
las economías de China y la India por una parte, y por la otra, en el
sostenido incremento de la producción del shale oil y shale gas en
Estados Unidos. Los norteamericanos en sus explotaciones en el Permian y
en Eagle Ford sobrepasan a los sauditas. Las importaciones de crudo de
ese país han caído, como consecuencia de sus incrementos de producción,
en más de 25% en tan solo un año, con una tendencia a incrementarse en
el corto
plazo.
El
gobierno venezolano ha reaccionado alarmado ante tal situación y voceros
del mismo anuncian llamados a concertar en una próxima conferencia de
la OPEP una reducción de los volúmenes de producción del cartel en
defensa de mejores precios en el mercado internacional. El cartel de la
OPEP ha continuado perdiendo participación en el mercado internacional
en aras de esa política que en definitiva se ha convertido en un
estímulo importante en la búsqueda de fuentes de energía alternativas
haciéndolas cada vez más atractivas, económicamente hablando, y de igual
manera rentabilizando explotaciones petroleras de alto costo como las
mencionadas tanto en las regiones de Texas en Eagle Ford y Permian, así
como también las explotaciones petroleras en aguas profundas y en el
presal brasileño. La capacidad de maniobra de la OPEP ha mermado a lo
largo de los años, su importancia se ha
disminuido y su cohesión interna reducido como consecuencia de los
enfrentamientos de las facciones religiosas entre sus miembros.
Nuestro
país ha perdido igualmente importancia, en una OPEP ya de por sí
disminuida, como consecuencia de su caída de producción y de la pérdida
de su neutralidad diplomática frente a las difíciles y tensas relaciones
entre los distintos países, etnias y religiones del Medio Oriente.
Los
intereses geopolíticos de las potencias occidentales apuntan a
debilitar los precios del petróleo dificultando de esa manera el
creciente expansionismo ruso al quebrantar fuertemente su base
exportadora. Por otra parte, menores precios de petróleo implican
socavar las fuentes de financiamiento del proyecto del Califato entre
Irak y Siria, la reducción de la influencia rusa en Siria. Los países
asiáticos como China,
Japón e India se ven altamente beneficiadas el desplome de los precios
petroleros.
Nuestro
país, después de haber prácticamente destruido su plantel industrial en
Guayana, de haber aniquilado al sector privado industrial, de haber
incrementado la dependencia, como nunca en su historia moderna, de las
exportaciones petroleras, se encuentra sin opciones para enfrentar la
caída del ingreso petrolero salvo el apretarse el cinturón y aguantar el
chaparrón en espera de mejores tiempos.
Las
acciones para generar opciones a la caída del ingreso petrolero
implican un discurso y acciones diametralmente opuestas a las
desarrolladas por el proyecto chavista en esto dieciséis años. Pero
quizás lo más grave de la situación que debemos enfrentar es que, aun en
el supuesto negado de que el actual gobierno girase diametralmente
opuesto a lo que
han hecho, a lo que han dicho y repetido hasta la saciedad a lo largo
de estos cuatro lustros, es que su credibilidad está por el suelo. No
importa qué anuncio en ese sentido, propósito de enmienda, rectificación
de errores, puedan hacer Maduro, Ramírez o Cabello, es muy poco que
probable los inversionistas serios, de visión de largo plazo, estén
dispuestos a invertir un centavo en nuestro país. Solo fondos buitres,
de altísima propensión al riesgo lo harían, y ello con ganancias
groseras para ello.
Los
cambios de política económica que puedan conducirnos a opciones frente
al ingreso petrolero, a incrementar la producción de casi cualquier
rubro en Venezuela solo serán posibles en el marco de un nuevo gobierno
nacional, de una nueva Asamblea, de un nuevo Poder Judicial, de un nuevo
Poder Moral, todos ellos con la titánica tarea de alcanzar un mínimo de
credibilidad y respeto en el
mundo internacional, que permita reestablecer un flujo de fondos, de
inversiones en nuestro país; de otra manera la crisis se hará cada vez
peor y la salida de ella más difícil.
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