Por: Fernando Ravsberg
No fueron los romanos quienes inventaron los municipios como institución pero ellos sí comprendieron la necesidad de desarrollarlos para crear un entramado político capaz mantener la unidad del Imperio.Las catedráticas argentinas de Derecho, Natalia Stringini y Mariana Sconda llegan a asegurar que "el Imperio Romano debió la prolongación de su vida y conservación de fuerzas a la buena organización de los municipios".
En
pocas palabras, para poder gobernar se vieron obligados a
descentralizar el poder, creando una estructura político-administrativa
capaz de armonizar las necesidades de la comunidad local con los
intereses y la unidad del Imperio.
Pero
las catedráticas van más allá afirmando que "los municipios tuvieron un
rol preponderante en la historia política del mundo" y aún hoy implican
una "dualidad social y política", que sirve de contrapeso al gobierno.
Por el contrario el modelo cubano es tan centralizado que casi nada se
hace en la isla sin la autorización de La Habana. Así se uniformó el
país al grado de perder incluso muchas de las tradiciones culturales de
cada región.
Los
intentos de crear un
sistema de gobierno municipal basado en el Poder Popular nunca
cuajaron. Es posible que su composición tenga una base muy "popular"
pero es evidente que no tiene prácticamente ningún "poder". Hace
unos meses supe que una ONG europea no podía iniciar su proyecto porque
al municipio beneficiado no lo autorizaban, desde La Habana, para abrir
una cuenta en un banco cubano ni a recibir un vehículo donado. La
frase más repetida por los delegados municipales a sus votantes es que
"no hemos recibido respuesta a nuestra solicitud" porque en general los
empresarios y políticos no contestan sus reclamos, a veces ni siquiera
los reciben. Sucede porque esas
estructuras locales son la "cola" del poder estatal en vez de ser la
"cabeza" de la comunidad. Algo que en la provincia de Artemisa intentan
rectificar en una experiencia piloto realizada con la mayor
discreción...por si sale mal.
Tal
y como previeron los romanos hace siglos, la centralización no trajo en
Cuba un mayor control sino todo lo contrario. La capital fue incapaz de
gobernar cada rincón del país y la gente empezó a tomar decisiones "por
cuenta propia". Las soluciones se establecieron a nivel local y al
margen de las "leyes romanas". En Camagüey fabrican el queso
clandestinamente y en Matanzas se disparan
los matrimonios de conveniencia para residir cerca de los turistas. A
las familias que recibieron tierras de labranza gratuitas el gobierno
les prohibió construir una casa en la finca, así que levantan un
"galpón" para guardar enseres y de forma imperceptible lo van
transformando en vivienda. El socialismo cubano funcionó como si todos
los ciudadanos defendiesen siempre los mismos intereses. Así los
sindicatos, las organizaciones civiles y las estructuras políticas
terminaron perdiendo su esencia particular, su razón de ser. Pero
algunas leyes son implacables y las contradicciones legítimas y
dialécticas de la sociedad no desaparecen porque un gobierno las niegue,
simplemente pasan a la clandestinidad y siguen incubándose ocultas a la
vista. Y a veces esas contradicciones
son tragos amargos para la comunidad local. Durante el cierre de los
centrales azucareros vi llorar a hombres y mujeres en los bateyes
hablándome de "su" locomotora, del olor a "melao" y de la sirena del
ingenio.
Alguien
debe defender esos intereses y servir de contrapeso al poder central.
Por eso cuando los municipios funcionan bien el país avanza hacia una
mayor democracia, aumentando la participación de la gente en la toma de
las decisiones. La
sociedad cubana parece empezar a comprender el asunto y surgen
iniciativas interesantes como la de la doctora en Ciencias Económicas
María Elena Betancourt, quien propone que el turismo sea motor del
desarrollo
local. Afirma
que la "sostenibilidad solo puede alcanzarse desde el territorio que
asume la inversión, cuando éste es capaz de producir, en su mayoría, los
insumos y recursos que demanda esta actividad, y garantizar incluso
hasta la fuerza de trabajo". Si
a eso se agregan impuestos municipales y salarios acordes a las
ganancias del sector, significaría una elevación de la calidad de vida
en las comunidades y también de los ingresos de sus habitantes... sin
necesidad de violar la ley. Es verdad que habrá un desarrollo regional
desigual y que unos cubanos vivirán mejor que otros pero lo cierto es
que los habitantes del balneario de Varadero siempre
tuvieron un mayor nivel de vida que el resto de sus compatriotas. Con
autonomía financiera, administrativa y política, los municipios podrían
resolver muchos de los problemas locales. Pero la clave está en la
participación de la población, de lo contrario solo servirían para
ampliar aún más la burocracia. Esta
instancia es el espacio institucional más cercano a la gente y su buen
funcionamiento es capaz de liberar mucha energía social, en la medida
que defiendan sus derechos y los transformen en herramienta para el
desarrollo. No
es extraño que la ponencia de las catedráticas argentinas Stringini y
Sconda se inicie sentenciando que: "es tan difícil un buen gobierno sin
municipalidades libres, como una casa sin cimientos, y un árbol sin
raíces".
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