Friedrich Nietzsche es el filósofo favorito de los ateos que no lo
han leído. Eso de que “Dios ha muerto” y aquello de que “el último
cristiano murió en la cruz” resultan sentencias maravillosas para los
rebeldes sin causa y para los intelectuales que ven como ovejitas a quienes creen en la existencia de algo superior.
Durante mucho tiempo, la obra de Nietzsche (se pronuncia Niche y no
Nietch) fue vista como literatura hasta que comenzó a ser valorada como
un pensamiento que valía la pena revisar. Tan relacionado con la
literatura estuvo siempre que aquí están sus 10 recomendaciones para escribir con estilo.
1. Lo que importa más es la vida: el estilo debe vivir.
2. El estilo debe ser apropiado a tu persona, en función de una persona determinada a la que quieres comunicar tu pensamiento.
3. Antes de tomar la pluma, hay que saber exactamente cómo se
expresaría de viva voz lo que se tiene que decir. Escribir debe ser sólo
una imitación.
4. El escritor está lejos de poseer todos los medios del orador.
Debe, pues, inspirarse en una forma de discurso muy expresiva. Su
reflejo escrito 5-5. parecerá de todos modos mucho más apagado que su
modelo.
5. La riqueza de la vida se traduce por la riqueza de los gestos. Hay
que aprender a considerar todo como un gesto: la longitud y la cesura
de las frases, la puntuación, las respiraciones; También la elección de
las palabras, y la sucesión de los argumentos.
6. Cuidado con el período. Sólo tienen derecho a él aquellos que
tienen la respiración muy larga hablando. Para la mayor parte, el
período es tan sólo una afectación.
7. El estilo debe mostrar que uno cree en sus pensamientos, no sólo que los piensa, sino que los siente.
8. Cuanto más abstracta es la verdad que se quiere enseñar, más
importante es hacer converger hacia ella todos los sentidos del lector.
9. El tacto del buen prosista en la elección de sus medios consiste
en aproximarse a la poesía hasta rozarla, pero sin franquear jamás el
límite que la separa.
10. No es sensato ni hábil privar al lector de sus refutaciones más
fáciles; es muy sensato y muy hábil, por el contrario, dejarle el
cuidado de formular él mismo la última palabra de nuestra sabiduría.
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