Ver aqui "HISTORIAL" de Mujica
http://www.marca.com/2014/06/24/futbol/mundial/1403633915.html
Por: Gustavo Coronel
Para
Mujica y Maduro esta es la única mordida que existe
Pequeños
eventos arrojan en ocasiones alguna luz sobre nuestros problemas sociológicos de
fondo.
José
Mujica, presidente de Uruguay, dijo que la expulsión de Luis Suárez del
campeonato mundial de fútbol fué debida a que Suarez “vino de abajo y no tiene
una educación”. La vió como un abuso de los países poderosos contra los pobres e
ignorantes de la región.
Nicolás
Maduro, el conductor de Venezuela, aseveró que la sanción se debió a que la Fifa
“no le perdona que un hijo del pueblo haya eliminado a dos grandes equipos
(juegos de Inglaterra e Italia). Le inventaron un expediente
parar suspenderlo en el fútbol cuando brilla, para sacarlo del Mundial”. Para
Maduro la expulsión de Suárez fué un venganza del imperialismo maluco contra un
modesto hijo del pueblo, para lo cual “inventaron” un hecho que no ocurrió (la
mordida). .
Mucho
de lo que sucede en el mundo es visto por los líderes “revolucionarios” de
América Latina desde una perspectiva ideológica. Se trata de fanáticos que han
hecho del complejo y el resentimiento una religión, vendiéndole a millones
de pobres que “ser rico y educado es malo”. Tanto Mujica como Maduro
afirman que la expulsión de Suárez fué un acto de agresión imperialista contra
los pueblos de América que luchan por su indepndencia.
En
similar postura ideológica Evo Morales acaba de decretar, generando hilaridad
mundial, que los relojes de Bolivia marchen hacia la izquierda. Nuestro
difunto sátrapa modificó el horario en Venezuela para que no se pareciese al de
los países del norte y el escudo de Venezuela para poner al caballo a correr
para atrás. El sitio favorito del chavismo,www.aporrea.org,no
habla de “copyright” sino de “copyleft”. Los ministros del gabinete venezolano
solo usan la mano izquierda para juramentarse.
Hay
en ellos una obsesión de no ser confundidos con el mundo desarrollado, de
mostrar orgullo de su atraso, de su miseria, de la viveza criolla, de eso que
Maradona, un exponente de este mundo absurdo, llamó la “mano de dios”, es decir,
la glorificación de la trampa.
A este mundo también pertenece el entrenador del equipo uruguayo, Oscar Tavarez,
quien rechazó indignado la sanción de Suárez. Lo oí decir en la TV: “Este
es un campeonato mundial de fútbol, no de moralidad”, como si jugar al fútbol no
estuviera sujeto, como toda actividad , a las leyes de la decencia y de la
ética.
Hay
demasiada similitud en estas actitudes para pensar que ellas puedan ser producto
de la casualidad. Parecen formar parte de una filosofía perdedora de la
vida, de una religión basada en la envidia y el odio que pone a sus
víctimas a nadar en una salsa de mediocridad y resentimiento. Que esa actitud
sea compartida por millones en la región latinoamericana revela la existencia de
una enfermedad epidémica, más que posturas caprichosas e individuales de uno u
otro anormal.
Debido
a ello el problema no se resuelve con tratamiento psiquiátrico para un Chávez o
un Ortega o un Kirchner (sobre todo porque los psiquiatras de estos regímenes
usualmente padecen de la misma enfermedad, véanse los casos de Edmundo Chirinos
y Jorge Rodríguez). Estamos enfrentados a una inmensa aflicción colectiva
derivada de la ignorancia y la pobreza. Los líderes no han causado la enfermedad
tanto como han sido sus víctimas. Sin embargo, el estar colocados en
posiciones de poder político los ha convertido en poderosos agentes de
contagio.
La
solución no admite atajos. Tiene que comenzar por la comprensión y aceptación
del problema. Un miope que no se dé cuenta de su miopía termina por atropellar a
alguien antes de ir al oculista. En nuestros países hasta quienes no padecen la
enfermedad se resisten a admitir su existencia. Solo cuando podamos
aceptar que tenemos un problema colectivo podremos ir a la solución de largo
plazo, la cual deberá ser perseverante y sistemática. Se trata de reemplazar a
los millones de ignorantes por ciudadanos conscientes de sus derechos y de sus
deberes en la sociedad.
Esto
no se logra en un ciclo politico. Requiere, al menos, un par de generaciones
para mostrar adelanto real. Quienes digan que esto es imposible de lograr
en nuestra América solo debe ver hacia Chile o Costa Rica o, inclusive hacia una
Uruguay sin Mujica (o a pesar de Mujica), países que ya han logrado generar una
masa crítica de buena ciudadanía.Las estadísticas económicas y sociales en estos
países son evidencia de un nivel de calidad de vida muy superior a las de
sus vecinos regionales, llámense Venezuela o Nicaragua. Por supuesto, tenemos
ejemplos claros de alta calidad de vida en otras regiones del mundo: Corea del
Sur, Malasia, Singapore, Canadá, Dinamarca, países que prueban que el desarrollo
no es tanto un asunto de geografía o de genética como de actitudes colectivas.
Una vez que se crea una masa crítica ciudadana las sociedades desrrollan una
dinámica virtuosa que tiende a generar más progreso, mientras que donde aún
predomina el gentío existe una inercia perversa que tiende a perpetuar el
atraso.
La
solución demanda tiempo y dedicación, no es “sexy” para quienes desean el
progreso sin esfuerzo, para quienes están acostumbrados a esperar sentados la
acción paternalista del estado. Solo
un liderazgo vigoroso podrá echar a rodar en nuestros países el proceso de
creación de ciudadanía que nos libere de la miseria y de la
ignorancia.
Esa si sería la verdadera revolución latinoamericana.
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