Por: Fernando Facchin B. - ffacchinb@gmail.com
“Prefiero el imperio de las leyes
a ser el tirano o el verdugo
que elevará siempre una espada pendiente
sobre la cabeza de los
ciudadanos”.
Simón Bolívar
La retórica es una forma hueca de emplear las palabras para
transmitir ideas devaluadas, debido a la carencia de liderazgo, de
autocrítica, de principios éticos; hoy más que nunca se requiere el uso
sistemático de la intelectualidad política; la sociedad experimenta una
sensación de soledad político-partidista, una incoherencia irracional e
individualista que tiene por finalidad la desaparición absoluta de los
partidos políticos y esto sería una pérdida irreparable para el país.
Los partidos políticos, en términos generales, carecen de la fuerza
que otrora tuvieron, están alejados de la realidad nacional, del sentir
popular de la ciudadanía, son víctimas de su propia soberbia absorbente
lo que les impide hacer la necesaria e impostergable autocrítica, lo que
hace perder la poca credibilidad existente en los partidos, los cuales,
ante la grave situación que atraviesa el país, ya debieran haber
realizado un análisis profundo de sus estructuras internas y de la forma
dictatorial como han sido manipuladas, hago reserva de Copei y espero
los resultados de su nueva gestión. La falta de autocrítica no permite
la oxigenación partidista y su crecimiento.
Vivimos una época de alta crispación, época de mentiras, falsas
promesas, banalidades, represión e insensatez y ante ello, se percibe un
silencio dentro del clamor social, lacerantes insultos, denuncias
clásicas de la falacia castrista con el supuesto magnicidio. Vivimos
épocas de terrorismo de Estado, cobardía oficialista y raquitismo
político-intelectual. La conciencia crítica de los ciudadanos está
amordazada, se pretende adoctrinar, no educar.
Venezuela hoy carece de líderes con visión de futuro que despierten
el entusiasmo ciudadano y la adhesión de la sociedad, las organizaciones
que pretenden dirigir la política solo persiguen un interés particular
antes que el bienestar social.
En esta retórica devaluada el lenguaje verbal y gestual usado por el
régimen está vacío, revela el estado mental en el que se encuentran
ahora cuando el poder y el dinero les comienza a escasear, se refugian
en una retórica autista, propia de la delincuencia política; se percibe
la degradación del régimen a pasos agigantados y el extravío del
heredero exégeta de las nocivas prácticas castristas, eso es signo
inequívoco de desamparo intelectual que se interna en el lodoso terreno
de las descalificaciones y el manoseo impúdico de las instituciones
fundamentales con bastardos fines políticos y sin sentido del ridículo,
lo que es propio de personas asociales, con gran desprecio por la
normativa cívica y legal y una insoportable falta de respeto por los
ciudadanos que no le sean serviles a sus propósitos.
Venezuela padece de autoritarismo, salvaje capitalismo y terrorismo
de Estado, disparidad social, corrupción, guerra sucia y destrucción
total del país. ¿Hasta cuándo ha de ser tolerable tamaña situación,
tamaña aquiescencia y complicidad pasiva?
Decía Heinrich Himmler: “La mejor arma política es el terror. La
crueldad impone respeto; los hombres podrán odiarnos pero no queremos su
cariño, solo queremos su miedo”. Cualquier parecido con la realidad no
es pura coincidencia.
La falta de respeto no es solo manifiesta ,hacia los adversarios. También a sus simpatizantes, los irrespeta de manera constante al tratarlos como si fuesen tontos o necios.
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