El
Gobierno Superior Eclesiastico envía un comunicado público ante la
convocatoria a la Conferencia de Paz Regional explicando las razones de
por qué Monseñor Porras no asistirá.
1.-
El día de ayer, miércoles de ceniza 5 de marzo, recibí en horas de la
tarde una carta del Sr. Gobernador del Estado Mérida, de fecha 5-3-14
DG-0484-14, en la que me invita a “la Conferencia de Paz Regional, en el
Centro de Convenciones Mucumbarila, hora 2.pm,
con el fin de dialogar de manera respetuosa, tolerante y sincera, con
todos los sectores que hacen vida en el estado Mérida, para establecer
una agenda de paz política y social, que permita a todos sus ciudadanos y
ciudadanas restablecer la cotidianidad de nuestras obligaciones”.
2.-
Es imperativo de todos buscar la paz, a través de la justicia, para
abrir caminos a la reconciliación, el perdón y el trabajo en común.
3.-
Después de diversas consultas, la recomendación que asumo, es la de no
asistir a dicha reunión, por las siguientes razones: no se conoce
quienes son los invitados a la misma y a título de qué. Los primeros
invitados deben ser los actores de los acontecimientos, de una y otra
parte. En segundo lugar, si bien se convoca para el establecimiento de
una agenda, se echa de menos el que no se propongan algunos puntos para
no caer en las descalificaciones que observamos en la reciente reunión
de Caracas. Tercero, y lo más importante, no se conoce a qué se
compromete previamente el ejecutivo que garantice, al menos, que hay una
voluntad firme y concreta de buscar la paz ciudadana.
4.-
Ayer mismo, en la misa de las 6 de la tarde en la iglesia parroquial de
Santa Bárbara, abarrotada de fieles por ser miércoles de ceniza,
irrumpió durante la celebración un grupo armado y encapuchado. La rápida
intervención del celebrante, llamando a la calma y a que nadie se
moviera, la cosa no pasó a mayores. Salieron, hubo tiros al aire y junto
con otros motorizados causaron daños en negocios cercanos a la iglesia.
Un poco más tarde, otro grupo de motorizados causó destrozos en
instalaciones de la Alcaldía. Y de varios lugares de la ciudad, se
recibieron noticias de enfrentamientos con dichos colectivos.
5.-
Cabe preguntarse: ¿cómo es que estos colectivos deambulan libremente
por la ciudad, amedrentan, causan destrozos, disparan a mansalva,
hieren, y nunca aparecen los órganos de seguridad para resguardar la
vida y los bienes de las personas? ¿Quién entrena, dirige, dota de
equipos y ordena la acción de estos paramilitares civiles que se
asemejan más a bandas de delincuentes o a bandas de delincuentes
amparadas en la impunidad e inoperancia de la fuerza pública y del poder
moral?
6.-
Las barricadas que hay por toda la ciudad son una expresión de
protesta, pero sobre todo, de defensa de los ciudadanos, ante las
agresiones, tanto de la Policía y de la Guardia Nacional, como de los
colectivos. De todo ello hay videos y testimonios. Sin embargo, los
detenidos, y en ocasiones los maltratos, han sido inferidos a la
población civil y principalmente a los jóvenes.
7.-
La primera garantía por la que debemos luchar es por la vida de todos
sin distinción. Y los primeros responsables son las autoridades que
comandan a los órganos de seguridad del Estado. Tanto la Policía como la
Guardia Nacional tienen razón de ser para custodiar y preservar la vida
de los venezolanos. No puede ser que se conviertan en sus primeros
atacantes y que los verdaderos delincuentes, que es a quienes deben
perseguir, actúen libremente.
8.-
Por ello, tal como señala el Papa Francisco, para conseguir el diálogo
social como contribución a la paz: “compete al Estado el cuidado y la
promoción del bien común de la sociedad. Sobre la base de los principios
de subsidiariedad y solidaridad, y con un gran esfuerzo de diálogo
político y creación de consensos, desempeña un papel fundamental, que no
puede ser delegado, en la búsqueda del desarrollo integral de todos.
Este papel, en las circunstancias actuales, exige una profunda humildad
social” (Exhortación El Gozo del Evangelio 240).
9.-
Como Iglesia, tanto nosotros los obispos, como los sacerdotes,
religiosas y laicos estamos dispuestos y es lo que hacemos
constantemente, trabajar por la paz, que sólo es posible en la justicia,
la equidad, el respeto y el perdón. Estamos abiertos a toda
colaboración por lograrla, pero quienes primero deben dar muestra de
ello, son quienes gobiernan y deben hacerlo con igualdad para todos, con
hechos concretos, no con instancias etéreas que pueden conducir a
ahondar las divisiones existentes. Una vez que se aclare bien lo
señalado en el número 3, estamos en la mejor disposición junto con los
distintos equipos de pastoral social, familiar y juvenil de la
arquidiócesis, a contribuir a la paz y convivencia de todos los
merideños. La cuaresma que estamos iniciando es buena ocasión para ello.
Que
el Señor y la Virgen Inmaculada bendigan a todos los merideños y nos
ayude a resplandecer en el testimonio de la comunión, del servicio, de
la fe ardiente y generosa, de la justicia y el amor a los pobres, para
que la alegría del Evangelio llegue hasta los confines de la tierra.
Mérida, jueves de ceniza, 6 de marzo de 2014.
+ Baltazar Enrique Porras Cardozo
Arzobispo Metropolitano de Mérida
Arzobispo Metropolitano de Mérida
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