Por: Ernesto García Mac Gregor
En la década de 1950, el dictador Marcos Pérez Jiménez, quien para
entonces resultó ser el jefe de Estado más joven del mundo, cumplió
con el momento histórico de construir la infraestructura necesaria para el
desarrollo del nuevo país. La rezagada y rural Venezuela, transitó en diez
años, etapas que otras naciones habían tardado cien años en recorrer.
Pero había un problema, carecíamos
de mano de obra calificada: albañiles, ingenieros y personal especializado
suficientes para realizar ese gigantesco proyecto de construcción.
Para
solventar la situación se trajeron 300.000 inmigrantes, en especial italianos,
españoles, portugueses (se adaptaban mejor por ser “latinos”) y otros
sobrevivientes de la guerra europea, quienes con su esfuerzo generador lograron
el sueño de la nueva Venezuela.
Un país donde existían unos pocos intelectuales
y una ínfima clase que dominaba a una mayoría de campesinos, se transformó en
menos de dos décadas en una pujante nación con una clase media que se extendió
para gloria de la patria.
A esos inmigrantes quienes hace más de sesenta años, con el sudor de su
frente, forjaron lo que hoy es Venezuela, les robaron sus propiedades de la
manera más cobarde y absurda, y han sido víctimas de ataques xenofóbicos por
parte de organizaciones chavistas.
A los hijos y nietos de esos pioneros que
portan su gentilicio y que constituyen la fuerza intelectual y trabajadora del
país se les ha obligado a emigrar de su propia tierra por la inseguridad
reinante en todos los ámbitos.
Por las mismas razones han emigrado los criollos triunfadores y los
hijos de éstos.
Por su parte, a los
chavistas honrados y progresistas que han logrado con su trabajo salir de abajo
se les presenta el mismo problema y otro adicional. La consigna oficial es
nivelar por lo bajo.
Al chavismo no le interesa acabar con la pobreza sino
endulzarla a fuerza de pan y circo. Pobre que se supere y pase a clase media, es
una amenaza potencial.
Si se acaban los pobres se acaba el socialismo del siglo
XXI y su
concepción errónea de lo que es justicia social.
De nuevo quedaremos sin nadie y sin nada como en un
principio.
Que oiga quien tiene oídos…
Diario La Verdad. Maracaibo. 12-08-13.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Su Comentario