Cuando coloco cebo para ciervos,
no disparo sobre la primera cervatillo
que se acerque a olisquear,
que se acerque a olisquear,
sino que espero a que se haya reunido
toda la manada.
toda la manada.
Otto von Bismarck, 1815-1898
Un líder agresivo lleva a cabo una serie de
movimientos audaces que le confieren gran poder. Sin embargo, poco a
poco su poder alcanza el punto máximo y pronto todos se vuelven contra
él. Sus numerosos enemigos se unen. En sus intentos por conservar el
poder, el líder se agota al ir en una dirección y en otra, hasta que
inevitablemente cae.
La razón por la cual este esquema se reitera tan a menudo es que la persona agresiva muy rara vez ejerce el control total sobre una situación. Como no puede ver más que unos pocos pasos hacia adelante, no logra ver las consecuencias de este o aquel movimiento. Dado que se ve obligado, constantemente, a reaccionar ante los movimientos de sus enemigos, cada vez más numerosos, y a las imprevistas consecuencias de sus propias y drásticas reacciones, su energía agresiva se vuelve contra él mismo.
En los ámbitos del poder, usted debe plantearse las siguientes preguntas: ¿Qué sentido tiene moverme frenéticamente en distintas direcciones, tratando de resolver problemas y derrotar a mis enemigos, si nunca logro controlar la situación? ¿Por qué siempre tengo que reaccionar a los hechos, en lugar de dirigirlos? La respuesta es simple: usted tiene una idea equivocada del poder.
Usted confunde acción agresiva con acción eficaz. Y la mayoría de las veces la acción más eficaz es permanecer en segundo plano, mantener la calma y dejar que otros terminen frustrados por las trampas que usted les ha tendido, apuntando a un poder a largo plazo y no a un triunfo rápido e inmediato.
La razón por la cual este esquema se reitera tan a menudo es que la persona agresiva muy rara vez ejerce el control total sobre una situación. Como no puede ver más que unos pocos pasos hacia adelante, no logra ver las consecuencias de este o aquel movimiento. Dado que se ve obligado, constantemente, a reaccionar ante los movimientos de sus enemigos, cada vez más numerosos, y a las imprevistas consecuencias de sus propias y drásticas reacciones, su energía agresiva se vuelve contra él mismo.
En los ámbitos del poder, usted debe plantearse las siguientes preguntas: ¿Qué sentido tiene moverme frenéticamente en distintas direcciones, tratando de resolver problemas y derrotar a mis enemigos, si nunca logro controlar la situación? ¿Por qué siempre tengo que reaccionar a los hechos, en lugar de dirigirlos? La respuesta es simple: usted tiene una idea equivocada del poder.
Usted confunde acción agresiva con acción eficaz. Y la mayoría de las veces la acción más eficaz es permanecer en segundo plano, mantener la calma y dejar que otros terminen frustrados por las trampas que usted les ha tendido, apuntando a un poder a largo plazo y no a un triunfo rápido e inmediato.
Recuerde: la esencia del poder es la capacidad de mantener la iniciativa, de lograr que los demás reaccionen frente a sus acciones y conseguir que sus adversarios y quienes lo rodean se pongan a la defensiva.
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