CARACAS EN 25 ESCENAS
Guillermo Durand González
Antonio González Antías
En memoria del doctor
Juan
Ernesto Montenegro
Quinto Cronista
de la Ciudad de Caracas
(1998
- 2001)
República
Bolivariana de Venezuela
Alcaldía
de Caracas
Fondo
Editorial Fundarte
2002
Caracas en 25
escenas
Guillermo Durand González
Antonio González Antías
Colección Serie 25
/ Edición Especial
Diseño de Portada y Diagramación: David J. Arneaud G.
Fotografías del Archivo del Despacho.
Cronista de la Ciudad de Caracas; y Carlos Rivodó
Ilustración: César
Vegas
Corrección: Héctor
Seijas
Impresión: Gráficas COLSON, C.A.
ISBN:
980-253-393-9
Depósito Legal: IF23420028081830
República Bolivariana
de Venezuela
Apartado Postal 17.559
Fondo Editorial Fundarte, 2002
Parque Central. Edificio Tajamar. P.H.
Telfs.: (0212) 577.83.43 - 571.03.20
INDICE DE CONTENIDO
Presentación.. 7
Prólogo.. 9
Introducción.. 11
Capítulo I: El plano del Gobernador Pimentel y la primera imagen de
Caracas en 1578.. 15
Capítulo II: Los cimientos de la ciudad en la Caracas de
1578.. 23
Capítulo III: Esquina de Santa Capilla.. 37
Capítulo IV: Esquina de San Francisco.. 43
Capítulo V: Esquina de Carmelitas.. 47
Capítulo VI: El Escudo de Armas de Caracas .. 53
Capítulo VII: La virgen de Caracas .. 57
Capítulo VIII: La leyenda del Nazareno de San Pablo .. 63
Capítulo IX: El Silencio, la Avenida Bolívar y sus Torres
Gemelas .. 71
Capítulo X: ¿Nuevo o viejo circo?. 77
Capítulo XI: El hipismo pionero en Caracas .. 83
Capítulo XII: Abastecimiento y Mercado de Caracas
(1795-1810) .. 95
Capítulo XIII: Pulperías y automercados: “Caracas en dos
momentos”.. 105
Capítulo XIV: Las panaderías de Caracas .. 117
Capítulo XV: El carnaval: “Crónica de una fiesta prohibida”.. 129
Capítulo XVI: La Navidad
en Caracas .. 135
Capítulo XVII: Los verdugos de Caracas .. 141
Capítulo XVIII: Caraqueño: “Apuntes para una morfología de
un gentilicio”.. 165
Capítulo XIX: Atentado contra Sanidad Ambiental .. 173
Capítulo XX: Caracas 2002 .. 181
Capítulo XXI: Las ideas ilustradas en el ayuntamiento
caraqueño.. 193
Capítulo XXII: ¿Dónde está Caracas?. 201
Capítulo XXIII: Santiago de León de Caracas, semblanza de
una ciudad.. 205
Capítulo XXIV: Un vistazo a las tenebrosas noches caraqueñas.. 211
Capítulo XXV: El Arca que guarda el libro del Acta del 19 de
Abril de 1810.. 223
FUENTES CONSULTADAS.. 233
PRESENTACIÓN
Entre
los distintos organismos que integran el Concejo Municipal del Municipio
Libertador, abocados al área cultural, bien sabemos que el Despacho del
Cronista de la Ciudad de Caracas ha sido el símbolo que representa la defensa
del estudio y difusión de su historia y sus tradiciones, desde hace más de
cincuenta y siete años. Justamente en la
continuidad de esta ininterrumpida labor, es que vemos hoy una muestra más de
la concreción de los esfuerzos del Despacho del Cronista, en este interesante trabajo
que lleva por título: Caracas en 25
escenas
Al leer
sus páginas no tendremos la impresión de una simple nostalgia por el siempre
interesante pasado de nuestra ciudad.
Más bien, como dicen sus propios autores, resulta un intento de
reflexión en torno a los múltiples matices que le han dado vida a las
costumbres y tradiciones de la vieja Caracas, que hoy tienen en cierta medida
una vigencia incuestionable. Ello da
lugar entonces a afirmar que existe un estrecho vínculo entre el pasado y el
presente de Caracas, que nos obliga a
meditar sobre el contenido de estas páginas, pues se trata del esfuerzo de un
pueblo que deja su legado benefactor a las nuevas generaciones de caraqueños.
Sucesivos
cuadros de este devenir de nuestra ciudad son testimonios, por demás valederos,
de ese esfuerzo que aún hoy mantenemos con tenacidad. Es el trabajo diario de un pueblo el que
permite su permanencia en el tiempo y la búsqueda de mejores metas de bienestar
y progreso. Y es, en términos
históricos, la comunicación de nuestro presente con el pasado el que nos va a
permitir la mejor comprensión de lo que hoy somos, y de lo que pretendamos ser.
Hoy,
con orgullo, presento este texto que recoge en agradable estilo variados
aspectos del acontecer histórico caraqueño que constituyen cuadros de interés
de la vida social y económica de Caracas en varios tiempos.
En
resumen, esta obra es producto del trabajo serio, sostenido y conjunto que
realizan el Cronista de Caracas y el equpo que trabaja para el Fondo Editorial
Fundarte, quienes sin contar con presupuestos abultados adelantan programas de
investigación y publicación con mucha mística y desprendimiento, y para quienes
el único objetivo es salvaguardar y difundir testimonios que contienen gran
parte de la historia de Caracas.
Saludo
con alto sentimiento este trabajo, y expreso al Cronista de Caracas, M Sc.
Guillermo Durand, y a su equipo de trabajo mis más sinceras felicitaciones.
Atanasio González
Vicepresidente
del Concejo Municipal
del
Municipio Libertador
PRÓLOGO
Para la Alcaldía
de Caracas y la Fundación para la
Cultura y las Artes del Municipio Libertador, orientados por el objetivo
fundamental de preservar y difundir la memoria histórica de la ciudad,
constituye un verdadero orgullo la edición del presente volumen. Y es que, en
este siglo XXI intoxicado de información globalizada y nuevas tecnologías,
bastante falta que hace la vuelta acuciosa y objetiva (dentro de lo que cabe)
al pasado, para no perdernos en las complejidades de la modernidad, para no
extraviarnos en el intento de definir nuestra escurridiza idiosincrasia, ni
sucumbir ante la avalancha masmediática que nos “informa” sobre los conflictos
del Oriente, pero nada dice de la calle donde nos enamoramos por primera vez.
Cabrujas
se refirió a Caracas como a “un campamento en permanente construcción”. De este
campamento y de sus sucesivos cambios es que nos habla el amigo Durand.
Contrasta notablemente su obra con la de otros pretendidos historiadores
contemporáneos, que desmigajan las gestas pasadas a su gusto con interpretaciones
tendenciosas a fin de descalificar personajes y hechos de honda significación
actual.
A
través de las páginas de este libro comprenderemos mejor esa inquietud
idiosincrática, esa bullanguería, ese
agite, ese bochinche (Miranda dixit)
que caracteriza a quienes vivimos en Caracas, alocada patria chica que, aún en
permanente cambio, tiene un pasado que pesa en nuestra determinación histórica
actual y se expresa siempre en nuestros rencores y querencias: hace falta
desenterrar el espejo para darnos cuenta de hasta qué punto. Quizás esa historia permanentemente
bochinchera de consecuentes conspiraciones fue la que truncó el gran proyecto
de Arístides Rojas de registrarla para la posteridad y del que habló en el prólogo de sus Leyendas Históricas en 1891, un año
antes de que estallara la guerra civil y tres antes de su muerte.
Queda
así, desde entonces, una gran deuda pendiente, un vacío que Guillermo Durand
intenta llenar, luego de las notables contribuciones de Juan Ernesto
Montenegro, Cronista de la Ciudad entre 1989 y 2001. Aunque él no nos lo ha
dicho sabemos que esa es su secreta intención y el excelente trabajo de
investigación que se ofrece con la edición de Caracas en 25 escenas, es una muestra de ello. No se limita a la
crónica simple y anecdótica sino que, con gran rigor metodológico, interpreta
el pasado con un sentido de actualidad que nos permite comprender un poco más
cómo somos y cuáles son nuestros valores identitarios; cuál es la pequeña
historia de esta ciudad que evolucionó de ser una aldea, auténtico hervidero de
ideas libertarias y cuna de la emancipación latinoamericana, hasta convertirse
en la enorme metrópoli donde nos
alegramos y padecemos. Con una prosa sencilla y de indudable sabrosura y
gracejo, estrictamente apoyado en la investigación documental nos brinda estas
veinticinco escenas y más de treinta imágenes para recomponer el espejo del
pasado caraqueño y mirarnos en él a nuestro gusto, veinticinco motivos para
repensar el presente.
Oscar Acosta
Presidente
de la Fundación para la Cultura
y
las Artes del Municipio Libertador
Fundarte
INTRODUCCIÓN
Santiago
de León de Caracas es una ciudad relativamente joven, si la comparamos con la
escala de tiempo que necesitaron las urbes de Occidente para fraguar su
identidad socio-histórica. Salvo yerro
de suma o pluma, como se decía antiguamente, sólo ocupamos en ese lato lapsus de la experiencia de la
sociedad occidental, apenas cuatrocientos treinta y cinco años de
existencia. Es decir, aunque cueste
creerlo, somos un producto de la modernidad, en el entendido de que éste es un
concepto muy relativo que se adecua a los cambios de percepción que tienen las
sociedades para enfrentar sus retos ante el porvenir. De allí que en la siempre renovada forma de
atender y asumir los cambios culturales y sociales, el concepto de modernidad
difiera según las épocas y el grado de complejidad que caracteriza a cada
pueblo.
En
efecto, luego de haber sido fundada la ciudad el 25 de julio de 1567, tras una
década de frustrados intentos, se da inicio a un lento y penoso proceso de
inserción hacia las diversas formas de modernidad que se harán presentes hasta
nuestros días: mercantilismo, la
Ilustración, el Liberalismo, el capitalismo asociado al neoimperialismo, las
democracias y el mundo globalizado.
Desde luego que la ciudad de Caracas, siempre a la zaga de esas
concepciones, seguirá sus impredecibles derroteros; pero al asumirlos, los vestigios tangibles de
esos destellos de modernidad, irán cimentándose y aferrándose tanto en la
fisonomía urbana de Caracas como en la propia cultura de sus pobladores. Con esto no queremos decir que estamos
omitiendo, quizás, el componente más importante del proceso histórico que
modeló a la ciudad de Caracas, en el curso de la modernidad, esto es, la
irreductible determinación de los caraqueños a forjarse su propia identidad
como pueblo.
Esta
identidad donde propiamente descansa el modo de ser de los caraqueños, se
implantó y maduró sin exclusión o rechazo de los signos que marcaban el transcurrir
de los tiempos. Dicho esto, podría
afirmarse que se opera la simbiosis fraguadora del hecho social con sus
diversas manifestaciones en lo histórico.
Si prescindimos de los momentos estelares de ese pasado, donde se
dieron, en variadas formas e intensidad, claras señales de encuentro con la
modernidad, como, por ejemplo, el establecimiento de la Compañía Guipuzcoana,
la creación de la Capitanía General de Venezuela y la ruptura con el orden
colonial el 19 de Abril de 1810, etc., y nos centramos en la vida cotidiana de
la ciudad, veremos un escenario histórico digno de un concienzudo estudio, a
juzgar por la riqueza en sus tradiciones y episodios locales que le dan forma y
vida a Caracas.
Sin
pretender una reflexión acabada sobre lo que hasta aquí hemos venido
exponiendo, las páginas de este libro están motivadas por el propósito de
ilustrar, en el buen sentido del término, ciertas tradiciones de la historia
caraqueña, emergidas y sostenidas en ese consiente e inconsciente afán de
pertenecer y permanecer en ese cambiante e incierto mundo moderno de la segunda
mitad del primer milenio, es decir, de
los siglos XVI al XX.
Es bajo
esta perspectiva en la que el lector podrá articular los veinticinco ensayos
que aquí presentamos, pues es bueno decirlo, fueron escritos con total
independencia uno de otro. Pese a ello,
es posible, insistimos, apreciarlos como las piezas de un rompecabezas
encajando en el justo lugar que le
corresponde en el concierto social e histórico caraqueño.
Somos
conscientes que sobre la temática trabajada, deberemos volver una vez más,
armados con las herramientas metodológicas que suministra la disciplina
histórica, y desde luego, con nuevos datos documentales que no pudimos hallar
en el Archivo Histórico de Caracas. Sin embargo, creemos ofrecer al público
datos históricos que dan buena fe del surgimiento de algunas tradiciones de
Caracas, y en cierto modo de su renovación o desaparición, si así fuese el caso, del escenario histórico caraqueño.
Ejemplos
concretos sobre este particular, están en los ensayos de las panaderías de
Caracas, cuya necesidad social de permanencia es, sin duda, una de las
tradiciones que sin extrañarse de su especificidad caraqueña, supo adaptarse a
los cambios que propició el siglo XX.
Caso contrario es la veneración a la Virgen de Caracas, que desapareció
de las tradiciones religiosas practicadas por los pobladores de la ciudad, a
mediados del siglo XVIII. En este mismo
sentido, podría hablarse de la importancia que tuvo para los dictámenes más
extremos de la autoridad pública, la creación del oficio de verdugo de la
ciudad de Caracas, que se esfuma de su historia con la extinción del régimen
colonial. La aplicación de la pena de
muerte no es suficiente alegato para caracterizar prejuiciosamente y de un plumazo
a este régimen, que se mantuvo durante casi trescientos años. En el ensayo relativo a la adopción de las
ideas ilustradas por el Ayuntamiento de Caracas, el lector podrá encontrar
juicios más ponderados con la realidad histórica de entonces, que le permitirán
hacerse una idea del significado de la sociedad colonial caraqueña.
También
hay espacio en estas páginas para atender cosas menos terrenas. Nos referimos al tema un tanto escatológico,
representado en los espantos y aparecidos de la ciudad de Caracas, cuya
creencia era tomada más que en serio hasta las postrimerías del siglo XIX. Asimismo, nuestro patrimonio histórico es
objeto de algunas reflexiones, añadiendo estudios sobre el Escudo de la Ciudad,
el Arca que guarda el Acta del 19 de Abril de 1810 y las emblemáticas torres
gemelas de El Silencio. Por último,
abordamos el mismo tema patrimonial, pero en su versión intangible, cuando nos
aventuramos a meditar sobre el significado del concepto de “caraqueño”, o bien
a dar una respuesta a la interrogante de ¿dónde está Caracas?; de igual manera
juzgamos interesante, el ensayo atinente a la ciudad de este nuevo milenio que
oculta nuestras atávicas costumbres y creencias en el alienante mundo moderno
por formar parte, desde luego, de la llamada “aldea globalizada”.
Como
palabras finales a este propósito de introducir al lector en estos temas, debo
decir que las reflexiones que aquí adelantamos sobre las temáticas tratadas,
fue sólo gracias posible a la existencia del invaluable e insustituible tesoro
municipal que se llama Archivo Histórico de Caracas, primera pieza patrimonial
de la ciudad. De su protección y
defensa, dependerá si continuamos hurgando y discerniendo sobre la historia de
Caracas con irrebatibles pruebas documentales.
Al no ser así, nos encontraremos ante la disyuntiva de repetir asuntos
históricos que no están plenamente establecidos por la prueba documental, o
bien tendremos que inventar sobre la base de las deficiencias que se observan
en la historiografía caraqueña.
Bajo
esta inquietud es por lo que también nos vimos motivados a divulgar en este
texto, un buen número de imágenes de Caracas.
La mayoría de ellas procede del Archivo Fotográfico de la Ciudad, creado
en 1947, lo que le da a estos testimonios gráficos, un especial valor
histórico, por haber sido tomadas, justamente, cuando la ciudad se
transfiguraba en una moderna metrópolis y ocupaba el lugar donde antes se
habían erigido hermosos vestigios de nuestra arquitectura colonial y
decimonónica. El empleo de estas imágenes
lleva implícito el propósito de resaltar el valor histórico que posee el
Archivo Fotográfico de la Ciudad, el cual nos hemos propuesto rescatar y
enriquecer como patrimonio de las nuevas generaciones de caraqueños, que no
tuvieron la fortuna de conocer a la afable y solazante ciudad de los techos
rojos.
No
debemos olvidar que el fundamental esfuerzo desde el punto de vista
institucional, por mantener viva la tradición del pasado caraqueño, lo que a su
vez significa conservar su memoria histórica, surgió de la propia municipalidad
en 1945, cuando dando los primeros pasos en materia de la conservación
histórico-patrimonial en el país, sancionó la Ordenanza sobre Defensa del
Patrimonio Histórico de la Ciudad, que creó la figura del Cronista de Caracas. Son hasta ahora, cincuenta y siete años de
fructífera labor que aquilata una tradición que debe continuar, pese a la
presencia de “extrañas e invisibles fuerzas” que pronostican su extinción.
No
obstante existen afortunadamente claros avisos o señales más promisorios,
merecedores del mayor encomio y agradecimiento.
Esta vez, tal manifestación de respaldo, surgió espontáneamente de Oscar
Acosta, Presidente de Fundarte, quien tendió su mano generosa y solidaria para
hacer posible este modesto trabajo, que es tan sólo una pequeña muestra de lo
que estamos dispuestos a ofrecer a todos los caraqueños. Este libro es producto
del esfuerzo de un equipo de trabajo disciplinado que no busca falsa
notoriedad, sino que por el contrario, se siente a gusto al sumar voluntades de
confianza, como las demostradas por Fundarte.
Reitero
pues, mi gratitud a Oscar Acosta y a todos los miembros del equipo de trabajo
del Despacho que tengo la honra de presidir, especialmente a mi Asistente
Antonio González Antías, quien suscribe con sus iniciales, algunos interesantes
ensayos que aquí aparecen; a Alejandro Valderrama, por su eficiente labor en la
búsqueda y localización de los datos; a Yskra Hernández que ya se le ve volar
muy alto en sus funciones de Investigador Auxiliar. Opinión singular merece Juana Matilde Pinto,
quien tuvo el encargo de la transcripción de los ininteligibles manuscritos,
sin ser esta tediosa tarea, inherente a las funciones que desempeña en el
Despacho del Cronista de la Ciudad.
Hago
extensivo asimismo mi agradecimiento a Francisco Viloria, (Franco) fotógrafo
del Concejo Municipal, quien tuvo a cargo el impecable trabajo de lidiar con
las imágenes que ilustran este texto. A
todos pues, mi reconocimiento por la labor cumplida para este nuevo Aniversario
de nuestra querida ciudad de Santiago de León de Caracas, que esta próxima a
cumplir cuatrocientos treinta y seis añitos en este muy viejo mundo moderno.
M Sc.
Guillermo Durand G.
Cronista
de la Ciudad de Caracas
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