En los inicios de su mandato, Hugo Chávez, visualizó y describió como su idílico modelo de país a la aislada y derruida Cuba de los Castro. Y en efecto hacia allí es donde todas sus maniobras internas y externas están conduciendo a Venezuela, en lo económico, social y político.
En cuanto a economía, es un hecho cierto que Venezuela se avecina a un annushorribilis en 2013.Luego de pasadas las presiones electorales, con una Balanza de Pagos deficitaria, una ingente deuda externa y el gigantesco déficit en las cuentas públicas, el único camino que quedará es una impactante devaluación.
A ello se le suma, que Venezuela ya está fuera de la CAN, lo que deja, entre otros asuntos de comercio regional, a los derechos de propiedad intelectual bajo la regulación de las obsoletas normas de 1956 del Gobierno de Marcos Pérez Jiménez. Y desde este 25 de julio, con la entrada en efecto del retiro del Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI), se alejarán a las inversiones extranjeras, indispensables para ayudar al país a salir del atolladero de improductividad y falta de competitividad en el que el chavismo lo ha metido.
Por si esto no fuera ya demasiado, se le agrega que el Gobierno sigue empeñado en sacar a Venezuela de todo organismo internacional garante de derechos civiles y humanos.
Hace pocas semanas voceros del Gobierno anunciaron las intenciones de retirar a Venezuela de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), tal vez en previsión de demandas futuras derivadas de una Ley Orgánica del Trabajo que no cumple con las mínimas exigencias de la OIT en materia sindical y de participación de los trabajadores.
Ahora pretende aislar a Venezuela del Sistema Interamericano de Justicia, sacando al país de dos de los entes que lo integran, para dejar a los venezolanos a merced de un parapeto de sistema de “justicia” nacional que subordina sus decisiones y actuaciones al dedo presidencial.
No le bastó a Chávez amenazar en mayo pasado con denunciar a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en un intento de seguir evadiendo las sanciones que le han impuesto a su Gobierno por sus reiteradas violaciones de los derechos humanos y de la libertad de información. Ahora, este miércoles anunció que también se retirará de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, bajo la iracundia que le produjo un fallo en contra de su Gobierno por violación a los derechos humanos del venezolano Raúl Peña Díaz, mientras éste estaba recluido en el centro de detención de El Helicoide.
Aunque es cierto que mucha agua ha de correr antes de que estas decisiones se hagan efectivas, como advierte el constitucionalista Asdrúbal Aguiar, es indudable que éstas son muy malas señales para los venezolanos. No sólo para los disidentes, que hoy están acosados, encarcelados y espuriamente juzgados, sino para todos los ciudadanos que verán disminuidas las instancias internacionales imparciales a quien recurrir cuando los tribunales del terror de la “revolución” violen sus más elementales derechos humanos.
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