viernes, 11 de noviembre de 2011

Libros


El Universal - 15-10-11 - El sociólogo venezolano Roberto Briceño León escribe sobre uno de sus últimos experimentos, el cual fue investigar cuantos libros posee el venezolano en su casa. ¡Oh sorpresa! Mas del 50% de los venezolanos no tienen libros en sus casas y quienes mas libros poseen y leen son los ciudadanos de clase media. Un estudio para reflexionar, preocuparse y generar acciones sobre el país que queremos construir. En la investigación que llevamos a cabo a mediados de este año preguntamos en 1.000 hogares: ¿Cuántos libros había en su casa? Los resultados fueron sorprendentes: en poco más de la mitad de los hogares (51%) había 10 libros o menos. Si nos apegamos a la máxima de Cicerón habría que decir que la mitad de los hogares venezolanos son casas sin alma. En un tercio de los hogares (36%) había entre 10 y 100 libros, y en sólo una décima parte (13%) se disponía de más de 100 volúmenes de cualquier tema o calidad. ¿Y cuántos libros había en su casa? Medio siglo antes de la era cristiana, el tribuno romano Cicerón escribió que un cuarto sin libros era como cuerpo sin alma. Realmente, en esa época había muy pocos textos, pues debían copiarse uno a uno, con lo cual eran unas verdaderas joyas de la caligrafía y la ilustración. Los sociólogos, en un intento de captar la significación de esa “alma”, hemos tomado como un indicador relevante para conocer la dinámica cultural de las familias la cantidad de libros que existían en el hogar cuando la persona tenía 15 años de edad. Al realizar esta medición no se busca saber si esos volúmenes habían sido leídos, no pretendemos tanto. Hace unos años, el colega Orlando Albornoz quiso saber cuántos libros se habían leído completos los maestros de las escuelas públicas del interior del país, durante el año previo a su estudio, y obtuvo un decepcionante resultado: ni uno. En nuestro caso se quiso simplemente saber si había 10, 100, 200 o ningún libro en la casa donde vivía el entrevistado cuando era adolescente y a partir de allí inducir los cambios culturales en el país y su influencia en el individuo, si los lomos de esos textos apilados podían haber provocado preguntas y dado respuestas sobre los mundos de saberes o fantasías que allí estaban encerrados. En la investigación que llevamos a cabo a mediados de este año preguntamos en 1.000 hogares: ¿Cuántos libros había en su casa? Los resultados fueron sorprendentes: en poco más de la mitad de los hogares (51%) había 10 libros o menos. Si nos apegamos a la máxima de Cicerón habría que decir que la mitad de los hogares venezolanos son casas sin alma. En un tercio de los hogares (36%) había entre 10 y 100 libros, y en sólo una décima parte (13%) se disponía de más de 100 volúmenes de cualquier tema o calidad. Los libros representan la verdadera revolución cultural, los libros son las puertas que abren los caminos de la libertad, es decir, de la libre difusión y de la libre escogencia de ideas y valores Y en las casas, los libros representan modificaciones culturales, se requiere un espacio y un mueble para colocar los libros: una mesa, una repisa, una pequeña biblioteca, que sabemos muchas veces abriga más adornos y fotos familiares que “biblos”. En la transformación cultural que vivió el país a partir de los años cuarenta se comenzaron a llenar esos estantes con libros, luego con las enciclopedias compradas a crédito, hasta llegar a la industria de libros de la actualidad. Esta realidad no es uniforme en un país de diferencias. La cantidad de volúmenes que hay en las casas mudan de acuerdo con la edad de las personas, su educación y su estrato social, y estas diferencias son significativas (chi-cuadrado: 0,000). Lo que se observa es que el número de hogares con menos de 10 libros es mayor cuando el entrevistado tiene más de 60 años de edad (61%) y sólo estudios de primaria (80%) y menor cuando tiene menos de 30 años (47%) y estudios universitarios (19%). En las casas de los pobres hay pocos libros (77% con menos de 10), pero la abundancia de ejemplares no se encontró entre los ricos, sino en la clase media (45% de los hogares con más de 100 libros), que optó por la cultura y la educación como mecanismo de ascenso social. Estos datos nos hablan de un país que ha cambiado, pero requiere aún de transformaciones profundas. Y esas mudanzas no se alcanzan con promesas rimbombantes ni guerras ideológicas, sino con el esfuerzo modesto y sostenido de comprender y mudar los factores del atraso.

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