Por: Diego Arria - El Bicentenario, las Academias Nacionales y la Nación - Las Academias Nacionales de Venezuela, acaban de presentar el libro “Propuestas a la Nación”. Sin dudas el más importante y constructivo de los homenajes que se han hecho a nuestra Patria en ocasión del Bicentenario de nuestra Independencia. Se nos presenta justo cuando la magnitud y complejidad de los retos que enfrentamos demanda el concurso independiente de los mejores talentos del pais para entender la realidad que sufrimos y poder enfrentar y superar con eficiencia los retos que tenemos al frente todos los venezolanos. El diagnóstico sobre nuestra realidad realizado por insignes compatriotas que han dedicado sus vidas al servicio del interés nacional es crudo- pero certero. Como lo destacó en su presentación el Dr. Pedro Palma Carrillo, presidente de la Academia de Ciencias Económicas y coordinador general de este trabajo: “Venezuela está en crisis y por ello se hace imperativo cambiar el rumbo que lleva si queremos tener la menor oportunidad de desarrollar nuestras potencialidades y de alcanzar los niveles de bienestar y de progreso ante los cuales los venezolanos de hoy y de mañana tienen tantas expectativas y tanto derecho a verlas cumplidas”. Los ensayos incluidos en la propuesta revelan claramente que Venezuela está requerida de un gran esfuerzo individual y colectivo por reencontrar nuestra esencia democrática y para retomar la senda del desarrollo y del bienestar colectivo. Un esfuerzo que ha de estar centrado en los serios retos que allí se identifican en los ámbitos político-institucional, educativo, económico, científico-tecnológico, de la salud, y del Hábitat. Es alarmantemente evidente que no podemos continuar por la vía que llevamos y que el llamado de las Academias, en descargo de sus altas responsabilidades de orientación del país, tiene que ser tomado muy en serio, y con urgencia por todos. Venezuela está ante la disyuntiva más crítica de su devenir nacional: en esencia al borde de su colapso global. El estatismo populista que comienza a implantarse como solución a nuestros problemas ha probado ser una tragedia. Su sustentabilidad ha sido hasta ahora posible solo mediante el más aberrante dispendio del patrimonio público y privado de la Nación; por el respaldo de la cúpula de una fuerza armada desprestigiada al servicio de una causa anti nacional; y por la falta de solidaridad entre factores empresariales y políticos que vienen parcelando el interés nacional en función de sus intereses. Como resultado nos hemos empobrecido no solo como país, sino sobretodo como sociedad, generando un clima donde prevalece la resignación y la falta de credibilidad en los liderazgos. Si algo evidencian los diagnósticos de las Academias y sus recomendaciones es que el “Desarrollo Humano” no está fundado en espejismos estadísticos ni se sustenta simplemente en la cantidad de dinero malgastado, equiparándolo a inversión social. Venezuela no ha progresado: muy por el contrario ha involucionado a lo largo de más de una década durante la cual, sin reparo en endeudar y arruinar a las generaciones futuras, las políticas públicas han estado centradas en expandir la presencia y capacidad coercitiva del estado en todas las esferas de la sociedad venezolana con el sólo propósito de establecer una nueva dictadura de facto de quienes, apelando a ideologías y países extranjeros, y al amparo del ejercicio del poder que en buena fe se les dio democráticamente, se consideran amos de Venezuela y mandantes de su pueblo. Nuestro país, con la complicidad del estado mayor de la fuerza armada ha rendido su soberanía a la dictadura Cubana en lo que representa un acto de traición a la patria. Hoy el jefe del estado venezolano no solo reside en la capital del pais ocupante de Venezuela, sino que desde allí continúa “mandando”, sin importarle que los venezolanos sigamos sin conocer en que condiciones reales se encuentra, fuera de sus propios y morbosos e incompletos partes médicos. La solución a nuestros problemas, cualesquiera que sean nuestras convicciones políticas, pasa por dejar atrás esta ilusión de desarrollo basada en la demagogia, el dispendio, la corrupción generalizada. Y en regresar a una convivencia basada en el diálogo y la concertación, la descentralización y el pleno respeto y estimulo al ejercicio de las libertades ciudadanas a todos los niveles del quehacer nacional, en base a lo cual poder enfrentar con solidaridad el reto de construir la gran nación que nos merecemos como pueblo. Es urgente pasar de la confrontación a la reunificación. De otro modo como país perversamente dividido por el propio jefe de estado nunca podremos tener ni paz, ni estabilidad, ni bienestar. Venezuela no puede seguir asociado por su régimen a las peores causas de la humanidad que dependen en gran medida de la eternización en el poder de un régimen que nos ha convertido no solo en el pais menos soberano de América Latina, sino también en el botín de gobiernos infames y de organizaciones delictivas que aquí hacen vida activa. Un país sentenciado bajo el lema “Patria Socialismo o Muerte” no es el país que merecemos. La unidad nacional no se decreta. La unidad es un sentimiento que solo la genera la inspiración, la confianza y la credibilidad. Las Academias nos han dado una visión, una hoja de ruta con su libro “Propuestas a la Nación”. Mejor y mas cercanas al interés nacional sería difícil de disponer. Adoptemos las propuestas como nuestras. Como la causa común de todos los venezolanos de buena voluntad. Por mi parte las hago mías.
Caracas, 24 de julio de 2011
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