lunes, 19 de julio de 2010

Los dueños del destino


Por: Pedro Mejías - Un descriptivo bastante común en numerosos adeptos al régimen es la creencia de que sus capacidades han sido cortadas por otros en el pasado, que no tuvieron oportunidades o que fueron relegados a un segundo plano y en un animo retaliativo siguen al régimen principalmente por la ruptura que éste manifiesta tener con aquel orden establecido, por el enfrentamiento frontal con aquellos que significaron la limitación de sus potencialidades y de ese modo sienten vengarse de las reglas que, bajo su óptica, injustamente causaron sus de exiguos logros. La vocería principal del régimen por su parte siempre está necesitada de un culpable externo a sus filas: los ricos, el imperio, la conquista, los gobiernos del pasado... pero no se ve que admitan su responsabilidad por ninguno de los señalamientos de actos de corrupción por más conspicuo que éstos sean, siempre hay otro culpable. Hé aquí dos casos de una misma serie de características adjetivas aplicables por una parte al individuo y por otra al cuerpo gubernamental: el causante de mi desgracia, de mi fracaso es otro. En 1965 Julian Rotter y Ray C. Mulry publicaron un artículo (Rotter J, y Mulry, R.C. Internal versus external control of reinforcement and decision time. Journal of Personality and Social Psychology. 1965. v2. pp. 598-604) en el cual introdujeron el concepto de locus de control: La percepción que tiene una persona acerca de lo que determina y/o controla el curso de su vida. Se clasifica con base en la forma en que alguien percibe que el origen de eventos, conductas y de su propio comportamiento es interno o externo a él. Ya de ver el concepto se lo percibe relacionable con esa característica del régimen y sus seguidores con la que iniciamos: la culpa de toda mi desgracia, de mis fracasos la tiene otro. Las personas con un Locus de Control Interno perciben los eventos que le rodean como una consecuencia de sus actos por lo que sienten que controlan su vida por lo que es lógico que valoren el esfuerzo y la responsabilidad personal por las consecuencias de sus actos. Por su parte las personas con un Locus de Control Externo sienten que los eventos que ocurren en sus vidas son producto del azar, el destino, la suerte, el poder o las decisiones de otros, trasladando por tanto sus responsabilidades a terceros, como consecuencia de este enfoque, el esfuerzo propio no tiene valor por cuanto el éxito se relaciona con fuerzas fuera de su ámbito de influencia. Siento no obstante que existe una diferencia marcada entre quien tenga un locus externo de control: una persona o una sociedad. La diferencia que aprecio entre el nivel individual y el grupal es que el impacto de las conductas derivadas tienen diferentes consecuencias para la sociedad y mucho más específicamente en el caso gubernamental que dado su ejercicio del poder es capaz de generar más allá de matrices de opinión, desde relaciones de propiedad o mercado en las que no es posible prosperar hasta llegar a verdaderas masacres como en el caso de Ruanda en 1994. El estado tiene la capacidad de configurar no un Locus Psicológico sino unas reglas de convivencia social que favorezcan el surgimiento de empresas, personalidades o riquezas o por otra parte que imposibiliten la prosperidad de determinados emprendedores, grupos o conglomerados humanos. De modo que en un estado, lo que puede comenzar con un postulado de ideas que ronden ese concepto de que otro domina nuestras circunstancias podría mostrar una profunda envidia porque es el estado quien no está dominando tales circunstancias y sin un control o cerco moral se puede pasar la barrera que evita que se establezcan esas condiciones que hacen al estado el Locus de Control de la sociedad a la que en principio deberían servir. Es esta lucha entre la posibilidad de desplegar las capacidades y el miedo a hacerlo porque tu visión del trabajo, de tu esfuerzo sea incompatible con la versión gubernamental y en esa incompatibilidad esté implícita la pérdida de tu trabajo lo que en parte explica los éxodo de personal calificado, de profesionales valiosos a otras latitudes que nutre el ciclo que acrecienta el desarrollo de unos países y la perpetua miseria de otros. La tragedia de las instituciones débiles en un estado es que ellas constituyen una puerta por la que oportunistas de todo cuño se aprovechan del erario público en beneficio personal e incluso resguardados a una distancia prudencial del escrutinio público. Así, no sólo se menoscaban sino que se pierden del todo los derechos de las masas. Querer una nación en la que sea el trabajo y la defensa de la vida lo que marque la diferencia entre el éxito y el fracaso, soñar una sociedad sin un estado que reprima, corrompa, enajene o asesine es quizá el mayor reto que en estos aciagos días atravesamos, donde los ciudadanos seamos los legítimos dueños del destino pasa entre otras cosas por educar, por crecer y aprender a creer en nuestras capacidades y potencialidades. Y si hay algo dentro de nuestros corazones y nuestras almas que debe ser controlado, y sólo por cada quien, es un trozo de ese dictador que miramos afuera y al que hemos de enfrentar con toda nuestra inteligencia. Saludos a Todos.

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