Por: Pedro Mejias - Aprovecho unos días de tregua en mis labores para organizar parte de mi biblioteca, entre los tomos que debo mover está "la Metamorfosis y otros relatos" de Franz Kafka en edición de Ángeles Camargo para la Cátedra Letras Universales de la editorial Rei Andes. Bogotá, 1985. Mis dedos en el volumen hurgan y termino sentado buscando y releo un relato muy breve, directo, intenso y fugaz que había llamado mi atención ya en 2000 y sobre el que hice algunas anotaciones que evidentemente por la fecha (30 de enero de aquel año) no fue colocado en este foro. Se trata de "Chacales y Árabes" en las páginas 237 a la 241 de la referida edición. En aquella ocasión el centro de mi análisis estuvo en (y mis disculpas por la autocita) "la volubilidad de la condición humana tan fácil para el entusiasmo pero que se deja llevar por circunstancias acomodaticias" el texto la angustia kafkiana del Proceso y la Metamorfosis se ha trocado en una extrañeza deliberada y a la vez racional sobre la conducta humana. Invito a los interesados a consultarlo completo ya que está disponible en la red y como les indico es bastante corto. En el argumento básico los chacales del desierto se dirigen a un europeo que acompaña a una caravana de árabes para decirle que es el elegido por su pueblo desde tiempos inmemoriales para liberarlos de los árabes y le presentan una tijera oxidada para que les corte la garganta a los árabes y los haga libres, en ese momento interrumpe un árabe de la caravana señalando que a todo europeo que ven, los chacales le dicen que es el elegido y le entregan la misma tijera con la misma petición. Tras esta explicación le arroja a los chacales el cadáver de un camello que acababa de morir y ante el embriagante olor y presencia de los restos empiezan a devorarlo cegados de éxtasis aunque el árabe los va golpeando con un látigo para finalizar al ser detenido su brazo por el europeo con un "prodigiosos animales ¿verdad? y como nos odian". Hay en la petición repetida de esos chacales el elemento mesiánico que se me asemeja tanto a nuestro anhelo por un caudillo que restaure el orden perdido, pero no en estos últimos años, sino en enero de 1958, en diciembre de 1935 a finales del siglo XIX, a mediados del siglo XIX... porque la pregunta que uno oye en la calle no es ¿cual es el proyecto de país?, ¿cuales son los planes específicos para resolver...? ¿quienes van a ser los asesores del gabinete en materia de ..? sino ¿quien va a sustituir al jefe del régimen?, ¿quien se le va a enfrentar?. Hemos sido más que presidencialistas, caudillistas y lo hemos visto en especial en nuestros últimos once años cuando la tijera le fue entregada a la Coordinadora Democrática, a Súmate, a Gente del Petróleo, a los Estudiantes y los medios han erigido a cada uno de ellos en los líderes indiscutibles del mes. El árabe del cuento relata como la insensatez y locura de la jauría de chacales los hace sus alegres bufones, sus mascotas y objeto de diversión y procede a arrojarles los restos de su caravana ante lo cual los cuadrúpedos se extasían con la sangre de sus presas en un símil del pan y circo incesante con que la demagogia ha alimentado a las grandes multitudes depauperadas para subyugarlas en nombre de la libertad y la justicia. Pero la tajante y certera frase final reúne en sí la esencia de la relación de amor-odio que vemos a lo largo de la historia entre gobernantes y gobernados y también entre nuestras naciones y las más progresistas. Me parece un eco de esa hambre edípica que busca una relación filiatoria que justifique la propia existencia pero que por sobre todo justifique la comisión de errores lo que permite tener la excusa del otro sempiterno en la causa de nuestros males y problemas. Veo esa frase final cuando en ocasiones se buscan modelos absolutamente extemporáneos y heteróclitos para solucionar nuestros problemas y en otros extremos se invierte tiempo en diseñar soluciones para situaciones con las cuales otras sociedades ya han lidiado y ensayado permutaciones de soluciones hasta llegar a una solución equilibrada. La veo cuando encontramos la traza de las relaciones entre los denominados líderes de la oposición y los jerarcas del régimen en un incestuoso baile en el que salen perdiendo las mayorías y la veo también cuando personas que dicen ser opuestas a las decisiones del régimen siembran con sus actitudes, actos y palabras voluntades hacia el régimen. ¡Cuan complejas son nuestras relaciones humanas y sociales!, ¡cuan agotador resulta el consenso y el debate, cuando éste es posible!, cuan terrible la certidumbre de que ciertas decisiones contienen en sí el sino de la destrucción de las mayorías y su futuro. Esa es la angustia de Gregor Samsa la de verse de pronto transformado en un horrible bicho, reducido a una condición secundaria en su propia vida en la que ni siquiera le es posible comunicarse y en la cual se cocina despacio en sus pensamientos, convicciones e incertezas. Saludos a todos
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