Por: Francisco Rivero Valera - riverovfrancisco@ hotmail.com - La dignidad y la vergüenza es lo último que se pierde. Y algunos venezolanos ya han perdido la dignidad, la vergüenza y hasta las medias en este desmadre de gobierno de Chávez. Para esos venezolanos que ya no tienen más nada que perder quiero recordar lo siguiente: la dignidad es el valor propio de cada persona como ser humano, independiente de su condición política, económica, social, profesional, religiosa, racial o de género. La dignidad constituye la base de todos los derechos, no se compra ni se vende y se defiende hasta la muerte. "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos", según el primer articulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos adoptada por la Organización de las Naciones Unidas. Y según Mahatma Gandhi: "en cuanto alguien comprende que obedecer leyes injustas es contrario a su dignidad de hombre, ninguna tiranía puede dominarlo". También quiero recordarles a estos compatriotas que la vergüenza es el sentimiento de la pérdida de la dignidad causado por la humillación, la ofensa o por el temor al ridículo o a la deshonra. O es la pena que siente una persona por algo que hace o dice otra. La vergüenza es inducida en el individuo o en el colectivo. Y Chávez tiene 11 años induciendo la vergüenza hasta para el bolsillo de atrás con el maltrato intencional de la dignidad de todos los venezolanos y con el propósito de imponer un sistema de gobierno comunista con el cual no estamos de acuerdo y que ha fracasadohasta en Cuba, su país de origen. Sabemos que esa estrategia política de Chávez de maltratar la dignidad del venezolano tiene un solo objetivo: producir miedo porque el miedo congela e incapacita al individuo para la acción y lo lleva sucesivamente al acostumbramiento y a la aceptación pasiva. Y como Chávez sabe que el miedo se contagia dentro del colectivo, ahora está trabajando con violencia para lograr la etapa final planificada: la entrega incondicional de todos los venezolanos y la implantación de su ideología autocrática, por las buenas o por las malas, en una población sumisa, sin dignidad y sin vergüenza. Y lo hace con premeditación y alevosía a través de la violación de la Constitución Nacional, de acciones que colindan con traición a la Patria, de cadenas nacionales con amenazas, descalificación de personas e instituciones y hasta con malas palabras, nunca visto en ningún Presidente venezolano. En consecuencia, Chávez ya no tiene vergüenza ni nosotros respeto, algo irreversible porque, según George Christoph Lichtenberg: "cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto". Finalmente, también vale la pena recordar que este escenario de crisis de la dignidad, de la vergüenza y del miedo de algunos venezolanos del siglo XXI es patético pero no es nuevo en nuestro país. Ya lo vivieron nuestros antepasados en la época del general Juan Vicente Gómez y del general Marcos Pérez Jiménez. Pero esas mismas generaciones vencieron el miedo, rescataron la dignidad y la vergüenza al restituir la democracia como ejemplo heroico para sus hijos y nietos, al pensar que "llegará un día en que nuestros hijos, llenos de vergüenza, recordarán estos días extraños en los que la honestidad más simple era calificada de coraje" - Yevgeny Yevtushenko. Nos llegó la hora de cumplir con ese mismo deber. Que así sea.
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