Por: Fernando Facchin B. - ffacchinb@gmail.com - Luego de leer las declaraciones del "gerente" de AD, obviado cualquier comentario por lo estulto de las mismas, concluyo en que, Venezuela cambió, la sociedad civil maduró y ante la actual coyuntura política, los eternos secuestradores de los partidos políticos, mal llamados dirigentes, no han sabido adaptarse al nuevo rol que exige el país, ni han podido crear una nueva institucionalidad política. Someten a los partidos a una crisis de identidad, de conducción y de gobernabilidad interna, lo que se traduce en una deslegitimación del sistema político partidista por la limitada representatividad que tienen. No hay contienda justa cuando se tiene agenda escondida o se trae "gato encerrado", donde queda abierta la conjetura sobre negocios en tinieblas, creando el mayor y peor elemento de manipulación de la voluntad popular de todo el proceso político. La incertidumbre partidista se evidencia en el seguimiento de viejos esquemas agotados, querer imponer una vencida hegemonía caudillista y en la incapacidad para autoreformarse y terminar con la antidemocracia interna. Es lamentable observar que los partidos modernos del mundo están discutiendo los temas de democracia partidista descentralizada, pluralismo, creación de nuevo centro político y sobre todo cómo elevar la calidad democrática interna de las organizaciones, mientras que aquí la lucha es por mantener una tarjeta vacía de apoyo ciudadano pero que busca sólo la institucionalidad de los intereses individuales en contra de la exigencia colectiva, en contra del sentimiento de unidad, de la tarjeta única y las elecciones primarias. Por eso, ante esta confusión, ya es casi imposible hablar de una unidad fuerte que permita rescatar los espacios perdidos, los directores de los partidos se esfuerzan en demostrar cotidianamente su debilidad estructural, intelectual y moral, ya que sólo se miran hacia ellos mismos y no al interés general, es decir al país. La construcción de un nuevo orden político, exige un funcionamiento democrático que debe ser conducido y respetado por todos, sin imposiciones individuales, caso contrario entramos en un proceso de degradación política, dejando de lado el diálogo, la negociación y la inclusión de los naturales liderazgos de las comunidades y despreciando la construcción de un proyecto de país, la falencia de una estructura de pensamiento sobre la realidad actual del país, es una cuestión que afecta toda la institucionalidad democrática. Al final de cuentas, se pretende debatir sobre partidos, individuos y liderazgos gastados, pero no sobre ideas innovadoras, creatividad política y nuevos liderazgos. La democracia en peligro exige que la superación de conflictos se haga dentro de una institucionalidad plural, consensuada y unitaria, de lo contrario, se quiera o no aceptar, se está contribuyendo con la degradación el sistema democrático llevada a cabo por las políticas oficialistas. Como van las cosas veremos un triste debate electoral personalizado en una suerte de competencia por simplemente figurar, lo que llamamos "el pescueceo", hay falencia de diálogo institucionalizado, hay francotiradores políticos que buscan preeminencia y atención de la ciudadanía, lo que no conseguirán. Nos encontramos ante una difícil situación política por todos conocida y es ahora cuando se requieren lideres audaces que dirijan con eficacia las estrategias a seguir para las elecciones 2010, sabemos que la clase política nacional está desarticulada, fragmentada y antagónica entre sí, quienes hoy se hacen llamar líderes o dirigentes políticos nacionales carecen de tal condición, no pasan de ser simples directores de partido; todo es producto de las apetencias personales de cada quien colocadas por encima del interés colectivo, aún así contamos con escasos pero muy fuertes liderazgos naturales en las comunidades y liderazgos emergentes que deben ser tomados en cuenta y colocados en posición electoral ganadora, esa nueva generación de líderes está estimulada y preparada para asumir la responsabilidad de contribuir a la reconstrucción del país. En definitiva, si los partidos del "status" no resuelven sobre la tarjeta única, será la misma sociedad que imponga su propia tarjeta de la unidad, sin distintivo partidista y el resultado será una gran derrota para los partidos que necesariamente deberán reinscribirse en el CNE con la cara lleva de vergüenza política, si es que la tienen, cosa que dudo. Entendámoslo de una vez, Venezuela es otra y el sacrificio político es impostergable.
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