Por: Gonzalo Himiob Santomé - gonzalo.himiobs@gmail.com - El oficialismo, más allá de cualquier factura política que le pueda ser pasada por el pueblo –y que seguramente mucho le pesará- en virtud de su nefasto desempeño en materias como la salud, la seguridad o la educación le lleva sin embargo una relativa ventaja a la oposiciónSe acercan momentos de definiciones electorales. Las fuerzas políticas del país, cada una a su velada manera, adelantan posiciones y empiezan –es innegable- los primeros tanteos de precampaña. Y es que ya en un abrir y cerrar de ojos tendremos encima septiembre de 2010 y lo que eso posiblemente significa: El comienzo de la reconstrucción de la institucionalidad nacional desde una de sus instancias más importantes: La Asamblea Nacional. Ya se han expuesto, aunque tímidamente, hasta listas de precandidatos, tanto de la oposición como del oficialismo, sin tomarse en serio la vena al pueblo y quizás buscando con ello medir un poco la respuesta social o colectiva hacia los nombres de ciertos aspirantes. Ni de un bando ni de otro, por el momento, hay muchas sorpresas. La oposición, en muchos casos, reorganiza y redispone de las mismas fichas que casi siempre coloca sobre el tablero. Hay una que otra novedad que, sin embargo, es anticipable. Chávez, por su parte y como siempre, se postula sólo a sí mismo como candidato y trata de que bajo sus todopoderosas alas se amparen no sólo los mismos que ya como público acrítico le ríen todas las gracias, sino otro grupo de ilustres desconocidos cuyo único mérito conocido es el de autoproclamarse –algunos sin ningún hecho en la mochila que les avale realmente- como leales “revolucionarios”. Ventaja “roja” - El oficialismo, más allá de cualquier factura política que le pueda ser pasada por el pueblo –y que seguramente mucho le pesará- en virtud de su nefasto desempeño en materias como la salud, la seguridad o la educación le lleva sin embargo una relativa ventaja a la oposición. Y valga advertirla desde ahora para que luego no digan el año que viene que no se habló a tiempo sobre ello. Esta ventaja no tiene sólo que ver, como muchos podrían creer de entrada, con el abuso de poder que ha caracterizado siempre el desempeño electoral oficialista. Es previsible que hasta las más modestas oficinas públicas dejen de hacer su trabajo para enfrentar esta nueva contienda haciendo uso de los recursos del Estado –que son de todos- a favor de la opción política del Presidente, y contra tales excesos la oposición debería de antemano preparar medidas concretas, lo cual no se ve. Pero vamos más allá. La ventaja, o mejor dicho, la otra ventaja del oficialismo contra la oposición en la futura contienda por los curules parlamentarios se relaciona con tema del proyecto de país que, en el caso del oficialismo, a diferencia de lo que ocurre con la oposición, está claro y es –estemos de acuerdo o no- absolutamente coherente con los anhelos hegemónicos y totalitarios de Chávez. El oficialismo ha marcado y marca su línea claramente. Quien quiera saber hacia dónde pretende Chávez guiar nuestros destinos sólo debe tomarse el tiempo de leer e interpretar el Plan Estratégico para la Nación para este periodo presidencial (2007-2013) elaborado por los ideólogos del régimen. Allí está la receta clara del sancocho que se avecina, y sólo quienes gozan de jugar a los sorprendidos cada vez que se materializa una nueva imposición se dan golpes de pecho fingiendo no entender el por qué de ciertas actitudes o de ciertos designios oficiales. Pescueceo opositor Algunos dirán que aún es pronto para mostrar algo distinto pero no estoy de acuerdo con ello. Pero siento que hasta ahora la propuesta de la oposición, al contrario de la del oficialismo, no supera –al menos en la percepción que tengo y en la de terceros muy bien informados que he podido recoger- la simple coyunturalidad electoral. El discurso de la “unidad” se ve empañado y desde ya luce vacío dadas las tempranas pugnas sobre los métodos de elección de candidatos y por las cuotas de poder aún no alcanzado que trascienden al público y que son evidentes entre los diferentes factores involucrados. También descolla el pescueceo de los mismos actores de siempre cuyos objetivos –o la falta de ellos más allá de sus intereses partidistas- ya son conocidos de sobra y, sobre todo, la ausencia de puntos de contacto en lo que verdaderamente cuenta: La visión que se tiene sobre lo que Venezuela puede y debe llegar a ser. Una unidad opositora solamente electoral no sólo no satisface a nadie –sobre todo si viene promovida por los mismos actores fallidos de siempre- sino que, a la larga, no resolverá nuestros problemas ni conducirá a Venezuela a buen puerto. Salvo una que otra excepción aislada, no se habla en la oposición de un proyecto alternativo de país, a ningún nivel, sino que simplemente se cuestiona lo que existe, sin más. Nada hay de malo en servirse de la crítica a lo existente para desde allí promover una nueva opción electoral, pero de eso se trata, de ofrecer realmente una nueva alternativa, que esté plena de contenido y que no tenga por único mérito el de ser simplemente diferente a lo que ya se tiene. No maten al mensajero, todos saben de mis hechos que avalan mi postura contraria al régimen que nos oprime, pero creo que lo malo no está cuestionar al poder, sino en quedarse sólo en eso sin procurar a una inmensa masa de ciudadanos lo que verdaderamente está esperando: Una nueva postura, fresca, viable y confiable, que sin desmerecer los logros –que algunos sí los hay- de este régimen se ocupe también de brindar piso sólido a la construcción de esa nueva sociedad a la que la mayoría aspira y a la que tiene derecho. No una sociedad de cómplices y de componendas, no una promotora de la impunidad de los abusos a cambio de la relativa posibilidad de alcanzar algunos cargos, sino una prospectiva e inteligente que ponga coto a los excesos y a la intolerancia y que, además, demuestre ser más que sólo aire caliente expelido por poderosos pulmones de lengua afilada. El país exige que se le respete y que se presenten opciones distintas, realizables y válidas que superen a las netamente confrontacionales. A unirse de verdad - Unámonos, oficialistas y opositores, en un proyecto común que reclame una nueva conciencia: La de que Venezuela es una sola y la de que no podemos seguir jugando a la política desconociendo la verdad, y hasta la existencia, de los demás, de los otros, de los que no piensan como nosotros, de los que no creen en Chávez –en el caso de los oficialistas- y de los que –en el caso de los opositores- sí siguen creyendo en él. No se puede reconstruir un país insultando, o sencillamente negando la existencia, de quienes no comparten nuestros puntos de vista. Unámonos en el reclamo a nuestros políticos, y sobre todo al poder, del reconocimiento de nuestra esencial ciudadanía y del respeto a la paz y a los Derechos Humanos como base de toda elaboración u acto a futuro. Exijamos que se entienda, con todo lo que ello implica, que una cosa creerse “autoridad pública” –por muchos votos que nos hayan puesto en el cargo- y otra, muy diferente, es tener la humildad de saberse, cuando se es electo, un “servidor del pueblo” sometido al mando y a las órdenes de su indiscutible soberanía. Pidamos que el debate se haga de mucho más que de confrontaciones y de peleas en los desempeños políticos; exijamos propuestas y soluciones a nuestros problemas puntuales –que son ya demasiados, y todos los compartimos- y demandemos por encima de todo, seriedad, tolerancia y comprensión a las necesidades y sueños de todos. Especialmente de los más vulnerables. Sólo así superaremos estos ya más de cincuenta años de vino añejo y avinagrado servido cual falso néctar de ambrosía en copa nueva.
http://www.diariolavoz.net/seccion.asp?pid=18&sid=1050¬id=313700
domingo, 8 de noviembre de 2009
¡Exacto! Ciudadanos ¡UNIDOS! Años tengo diciendolo
Mascioli Garcia
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