sábado, 17 de octubre de 2009

Sabiduría democrática popular


Es un hecho inocultable el cercenamiento de la libertad de expresión que se ha impuesto en la ruta comunista por donde Chávez conduce a Venezuela. Las vías para concretar la tala a este derecho humano son variadas: Leyes y más leyes; decretos; providencias; o mediante las cazas vía Ministerio Público o del Seniat. Cualquier medida punitiva puede serle útil al Gobierno para acallar, cerrar medios de comunicación; censurar, obligar a la autocensura, incluso abrirle juicios, casi en su totalidad espurios, a medios, a sus directivos, a periodistas y a los analistas independientes. En este tema de represión y coerción ya nada es nuevo ni causa extrañeza. Ni siquiera la noticia de una aberración legal como lo es la doble vara "justiciera" que se usó esta semana para mantener preso al periodista Gustavo Azócar por una acusación administrativa, mientras se deja en régimen de presentación para ser juzgada en libertad a la oficialista Lina Ron, a pesar de haber pruebas grabadas irrefutables de su incursión armada en Globovisión. Un ejemplo del dramático del acostumbramiento de la población a la arbitrariedad y a la coerción que impone el Gobierno es la diferencia abismal que hubo en la reacción contundente de los ciudadanos cuando se cerró en 2007 a Radio Caracas TV, y la casi pasividad que se registró con el cierre de 32 emisoras de radio y dos de TV en julio pasado. Más dramático, si ello es posible, es el giro "conveniente" que ha traído la represión del Gobierno en la programación de las emisoras radiales.
Hoy la fuerza de la amenaza y la coerción ha llevado a que la desinformación se haya enseñoreado del dial. El espectro radioeléctrico, salvo contadísimas excepciones, sólo transmite propaganda oficial forzada a ser noticia de interés comunicacional o programación proclive al Gobierno. Sin embargo, como en todo tiempo de dictadura, la sabiduría popular busca caminos para sortear la censura y la represión. Eso no es nada nuevo. De esto existen ejemplos desde la dictadura de Franco en España, hasta la de Fidel en Cuba, donde la bloguera Yoani Sánchez y otros dejan colar al mundo la cruda realidad que quiere esconder el régimen cincuentón. En la Venezuela secuestrada por Chávez, las vías para satisfacer la necesidad de información se han abierto gracias a la tecnología que aportan los medios alternativos de comunicación y al ingenio popular. Según cálculos la penetración de la telefonía celular en Venezuela llega a más de 90%, y la televisión por cable, la cual tuvo un importante impulso después del cierre de RCTV, llega a más de 60%. Todos estos medios alternativos de información han trascendido a las clases sociales y a las limitaciones económicas. Su penetración llega desde las ciudades a los pueblos, desde las urbanizaciones hasta han subido a los cerros. Cada vez son de más uso, las redes de Facebook, las mensajerías de texto y Twitter, tan usadas por el movimiento estudiantil en sus convocatorias y novedosas formas de protesta. Incluso se hace cada día más popular la llamada Radio Bemba entre la población de los barrios para denunciar los agobios del hampa y la recurrente falla de los servicios públicos. Tal parece que Chávez y su combo no han entendido que en tiempos de globalización y modernización no hay dictadura que pueda impedir el flujo de la información ni suprimir la necesidad de la población de saciar su derecho a estar informado. Disponible en inglés en: www.veneconomy.com a partir de las 4:00 p.m.

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