Por: Carlos Blanco - www.tiempodepalabra.com - No hay certeza sobre las elecciones parlamentarias. Ni si las habrá. Las únicas certezas son las que provienen de la manipulación, el ventajismo y el fraude oficialistas. Sin embargo, las fuerzas democráticas están obligadas a estar preparadas para afrontar el desafío electoral dentro de una estrategia integral. Se ha voceado la necesidad de la unidad; pero sin representatividad es un esfuerzo insuficiente y, posiblemente, no alcance los resultados deseables. El acertijo que tiene que resolver la oposición es cómo lograr la unidad y, al mismo tiempo, la representatividad; es decir, cómo tener candidatos apoyados por todos que, a la vez, sean también representativos de la sociedad civil. Si los partidos se pusieran de acuerdo para repartirse las candidaturas con sus dirigentes sin atender a lo que puedan representar, entonces la unidad tendría patas muy cortas. Pareciera evidente que hay que unir cuatro elementos: unidad, representatividad, partidos y sociedad civil. Una Idea - Quien esto escribe ha hecho la siguiente propuesta a algunas figuras y dirigentes de la disidencia democrática. No había juzgado conveniente hacerla pública, pero dadas las demoras, tal vez ayude. Se trataría de escoger a un grupo de personalidades que funcionaría como un Consejo de Ciudadanos aceptado por partidos y grupos de electores. Estos factores presentarían su lista de candidatos deseables a ese Consejo, el cual haría una selección para cada estado y circunscripción electoral que tomase en cuenta los pesos políticos relativos, la representatividad y los equilibrios necesarios. Ese Consejo de Ciudadanos aprobaría las propuestas de candidaturas para cada estado. Si no surgiesen discrepancias, ésas serían las candidaturas unitarias; si emergiesen diferencias entonces, según la gravedad de las discrepancias, se podría apelar a uno de dos métodos: un referéndum para la lista completa o elecciones primarias. El Consejo podría estar integrado por figuras como las siguientes: Ramón J. Velásquez, Simón Alberto Consalvi, Luis Miquilena, Pompeyo Márquez, Eduardo Fernández, Luis Ugalde, Ramón Guillermo Aveledo, Ángel Lombardi, Cecilia García-Arocha, Oscar Lucien, Carlos Vecchio, Leonardo Pizani, Cecilia Sosa, entre otros destacados venezolanos. Métodos - La idea de ampliar el espectro de escogencia obedece a razones que guardan relación con los conflictos inter e intrapartidistas. Es muy difícil el proceso unitario entre los partidos, entre otras cosas porque algunos reclaman el poder relativo que reflejan anteriores procesos electorales para imponerse y otros reclaman el posible poder que pueden haber acumulado desde la última consulta. Sin dejar de contar que todos están atravesados por problemas más o menos graves. Esta circunstancia hace que los dirigentes nacionales tiendan a manejar el tema de las postulaciones como instrumento para resolver dilemas domésticos antes que como arma en la batalla contra el autoritarismo. Para resolver de modo adecuado el conflicto se hace necesaria la intervención de factores externos al mundo partidista que pueden permitir cambiar la ecuación electoral, no en contra de los partidos pero sin dejársela sólo a ellos. Es posible que el dirigente de un partido sea, al mismo tiempo, una figura representativa, pero si los partidos pretenden llenar las candidaturas con dirigentes de aparato, la propuesta electoral –en lo que ella signifique- puede fracasar estrepitosamente. De allí la conveniencia de esta propuesta u otra similar, que atienda a resolver los problemas apuntados. Dudas Electorales - No se proclama en estas líneas que la unidad aquí propuesta va a permitir que la oposición se convierta en mayoría parlamentaria y, como consecuencia, Chávez tenga que atenerse a las reglas de la democracia que viola sistemáticamente. Es muy posible que la unidad representativa de un amplio bloque político y social más bien dispare un nuevo e ilegal aplazamiento de las elecciones o que el fraude en marcha se haga más descarado; pero lo importante es que puede permitir que el frente democrático tome la ofensiva política en la calle, con las masas, y de cara al proceso electoral, de tal modo que el gobierno pueda experimentar una derrota política antes –léase bien, antes- de las probables elecciones y, como resultado, no le quede más alternativa que encajar una situación crítica en la cual su capacidad de fraude se vea minimizada. Unidad con representación es el instrumento para presentarse a las elecciones, si las hay; para enfrentar el fraude que ya hay; y para hacer frente a un escenario en el cual no haya elecciones. Como es un arma multipropósito, este entendimiento es urgente. Con otros dirigentes políticos y en otro momento histórico, los partidos que entonces tenían la sartén por el mango entendieron estas necesidades cuando la elección de la Asamblea Constituyente de 1999. Allí el fraude se perpetró igual con el “kino”, lo que hizo irrisoria la representación opositora; a pesar de tal condición, se logró la presencia de figuras que fueron más allá de las fronteras partidistas. El Dilema a resolver - Los partidos son vehículos para participar en las elecciones, pero los de hoy, los de Venezuela, están mal. La única forma de resolver el dilema entre su necesidad y su escasa representatividad es establecer un entendimiento con las fuerzas más dinámicas de la sociedad civil. No hay otra manera. Y la sociedad civil se expresa en grupos que no tienen la estructura ni la territorialidad de los partidos, pero ostentan la representatividad sectorial de la cual aquéllos carecen. El arte para desovillar este galimatías es crear los mecanismos de convergencia entre ambos. El proceso unitario no debe ser aplazado para dar cabida a la dictadura de los hechos cumplidos, como ocurrió en buena parte del país en las elecciones de noviembre de 2008. Cabe imaginarse lo que sería una propuesta unitaria lograda para diciembre de 2009 y que se presentaran al país decenas de postulados, capaces de personificar un espíritu de entendimiento aunque sólo fuese circunstancial; en estas condiciones los problemas gástricos e intestinales del régimen se acentuarían, las piscinas de litio se harían insuficientes y las fuerzas democráticas comenzarían a constituirse en centro de gravitación para entendimientos futuros con los sectores chavistas que quieren, pero no saben cómo hacer lo que todo el mundo sabe que, al final, tendrán que hacer. Sin dejar de lado que habría el tiempo para hacer una campaña financiera sin la cual lo demás son suspiros a la luna. Los partidos están enredados no porque no sepan lo que aquí se ha dicho sino porque no tienen estímulos externos que les haga más atractivo el entendimiento y más costoso el ignorarlo. La única forma de ayudar a los partidos es contribuir a crearles una situación –de la cual varios de sus dirigentes están conscientes- que equivalga al suicidio si no se unen entre sí y con la sociedad civil.
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