Por: Teódulo López Meléndez - teodulolopezm@yahoo.com - Fiesta “patrias” celebradas en las escuelas conforme a nuevo pensum, expropiaciones de hoteles, declaratorias de patrimonio cultural de viejos edificios con que sabe quién ulteriores propósitos, creación de las milicias al servicio del autócrata y una lista interminable, donde podríamos incluir las peleas internas por la designación de los nuevos rectores del CNE y la conformación de circuitos electorales amañados. La inflación es insoportable, la escasez está a la vista, los conflictos estallan por doquier mientras aparecen las áspid que los aplacan, crecientes rumores de negociados, patéticos bisbiseos sobre acomodos y acuerdos, silencio cómplice o declaratorias altisonantes, peleas por la designación de candidaturas, versiones sobre constantes reuniones, identificación de “negociadores” autonombrados, continuos llantos de vírgenes plañideras que no saben que hacer y llenan a Face y Twitter de manchas de lamento inconsciente e inservible. Repeticiones sobre “el cruce de las líneas” en las encuestas, uso de un lenguaje aparentemente desafiante al régimen pero que no resiste una mirada para la comprobación de “paja loca” conforme al léxico venezolano, llamadas a la “unidad perfecta” cuando la única perfecta es la deposición de excretas, manifestaciones de voluntad “unitaria”, negativas sobre el adelanto de las elecciones cuando se abre el REP y se cumplen los lapsos para dejar abierta la posibilidad de marzo y se estudia si en ese mes los sondeos serán favorables al gobierno multiplicador de dinero en la calle o si se aplaza para mayo o si será necesario esperar que la clase media se vaya de vacaciones en agosto. Los matemáticos nos explican con pizarrón y tiza que la máxima posibilidad de la llamada oposición es la de obtener 34 diputados, se multiplican las versiones sobre los acuerdos eventuales para que se suba un poco esa cuota, los correos electrónicos de los lectores advierten que el problema no es ninguna “unidad” sino el desprendimiento que no se ve por ninguna parte, algunos columnistas ilusos hacen sus listas de “candidatos ideales” y denuncian que serán los mismos desgastados y que las peleas por imponerlos serán feroces. Algunos serios y responsables se niegan a que en la Plaza Brión de Chacaíto se coloque la placa que diga: “Aquí fue enterrada la segunda gran oleada estudiantil. Lo fue con las nalgas al aire”. La gran paradoja es la de un país donde no pasa nada y, al mismo tiempo, pasa todo. No pasa nada porque el régimen es especialista en vaselina. No pasa nada porque no hay resistencia alguna, porque la llamada “oposición” es banal, electorera, cómplice, estúpida y alcahueta. ¿La LOE era inofensiva? ¿La nueva Ley Electoral intrascendente? ¿Las milicias no son el establecimiento oficial de la represión violenta interna? El listado podría llenar páginas enteras. La línea de abstención en soledad carece de sentido. Si aquí se decidiese no participar en las elecciones legislativas tendría que ser como consecuencia de una patada a la mesa electoral e implicaría la decisión de no ir a las presidenciales del 2012. El planteamiento de cambiar esta línea tendría que ser precedida de cambios profundos en el sistema electoral, de la convicción de que habría poderosos factores dispuestos a hacer reconocer el resultado o a la convicción de que sería el puntillazo final para el régimen. Ya tenemos el antecedente de las pasadas legislativas donde se obtuvo la deslegitimación de una Asamblea Nacional sin que nadie pasara la factura, mientras salían los candidatos a borbotones a proclamarse presidenciables y a arruinar el efecto logrado, lo que concluyó con la candidatura de Manuel Rosales. La línea electoralista en soledad carece de sentido. Se va a las elecciones por argumentos banales, como ese de que hay que aprovechar todos los espacios, de que es necesario tener una cuota parlamentaria, todo bajo el olvido absoluto de resistencia a la dictadura que no deja día virgen en jorungar los derechos de los venezolanos. Ir a elecciones por ir a elecciones, sin ejercer resistencia, sin combatir al régimen, es una muestra clara de colaboracionismo. Todo indica que la llamada “oposición” no tiene ni el más remoto chance de ganar esa consulta. En primer lugar, porque dictadura no pierde elecciones. Es segundo lugar porque están dadas todas las condiciones, absolutamente todas, para que el gobierno se quede con el 75 por ciento de la asamblea y las caras archiconocidas “oposicionistas” que nos presentarán harán el mismo papel histriónico y de fachada que ahora hace “Podemos”. Entre tanto, los columnistas de opinión gritan por la “unidad perfecta”, falsificando de nuevo la realidad, vendiendo la llamada “unidad” como la panacea cuando en verdad no es más que un cascarón vacío, un aire flatulento oloroso. Mientras tanto, Antonio Ledezma se pasea por Europa pidiendo dinero –para vergüenza nuestra- para “actividades” que no está en condiciones de realizar y tomándose fotos en lo que no es más que una preparación, un barniz exterior, una pinturita en el rostro, un maquillaje de candidato presidencial. Eso es lo único que le interesa al señor Ledezma. Su “asesor” de Relaciones Exteriores Milos Alcalay, quien poco días antes del “carmonazo” llamaba a sus colegas diplomáticos para hablarles de las bondades de la revolución y que el día en que cayó su amado régimen se precipitó a ponerse a la orden del que suponía gobierno entrante, -las volteretas se pagan- se ha convertido en el gran operador del disfraz de Ledezma como presidenciable. Por supuesto que no se tomará la vía de la abstención militante y sus consecuencias. Ya está descrito porque no. Los partidillos escuálidos harían cualquier cosa –como mostrar las nalgas, como lograron al momento de reducir la huelga de hambre estudiantil a paseíllo a la Cancillería a entregar un horrendo documento- por tener sus diputados haciendo de comparsas a la imagen democrática del régimen, cosa que el régimen agradece con abundancia. Irán a las elecciones sin ejercer resistencia, sin protestar, sin tomar acción de ninguna naturaleza, sin exigir condiciones justas, sin hacer siquiera oposición que exceda a la de las declaraciones en los medios. Cabe advertir que estas elecciones parlamentarias son sumamente peligrosas. De su resultado puede quedar cantado el del 2012, elecciones que Chávez ganaría muerto de la risa. Si eso es lo que se consigue y el país no reacciona como un tsunami enfurecido y echa al cesto de la basura a estos remedos de dirigentes, pues habría que decir que el país no existe.
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