lunes, 26 de octubre de 2009

Cómplice necesaria


Por: Ivan Simonovis - Preso Político del régimen en Venezuela - Señora Marjorie Calderón Guerrero, el 03 de abril de este año en su condición de Jueza y haciendo honor a su historia de abusos - empoderados y respaldados por este Gobierno represivo- me condenó a la pena máxima equivalente a treinta años de presidio sin ningún tipo de beneficio. ¿La excusa? Adjudicarme el ser “Cómplice necesario” en los hechos acaecidos el di­a 11 de abril. ¿La razón? Sentar un antecedente histórico que sirva de ejemplo para todo aquel que no siga su li­nea chavistoide. ¿El resultado? Un sentencia ili­cita -basada en un juicio cargado de pruebas manipuladas- que equivale a una pena de muerte, dadas las condiciones de reclusión que distan mucho de cumplir con las Leyes o Protocolos Nacionales e Internacionales. Señora Marjorie Calderón. Basta con esta sinopsis para darse cuenta que los roles están invertidos en esta acusación. A saber, tal parece que la única “Cómplice necesaria” para armar este parapeto es Usted. “Cómplice necesaria” de un Gobierno que manipula el poder judicial para usarlo como arma de intimidación y asi tratar de “reducir” a todo aquel que el Gobierno considere un posible opositor de nivel. Tratando de legalizar la injusticia. Olvidando que aún asi­ siempre será ilegi­timo. Señora Marjorie Calderón, me pregunto si no siente Usted aunque sea un poco de vergüenza al saberse “cómplice necesaria” de todas las extemporáneas , anti juridicas y ridi­culas peticiones de la Fiscalia General de la República, especi­ficamente en la persona de la Fiscal Haifa El Aissami. En la cadena de poder, es Usted tan sólo un pobre peón más. Señora Marjorie Calderón usted es una “Cómplice necesaria” de los acusadores privados, quienes solicitaron para nuestro caso la pena máxima, sin tomar en cuenta los argumentos presentados por nuestros abogados cada uno de los cuales nos exculpaban de toda responsabilidad en los hechos del 11-A. Actuando como verdugo a sueldo y no como Juez , acabó con la vida de 9 hombres inocentes y de sus familias. Acabó con la esperanza de justicia de un pueblo. Pues si esto nos sucede a nosotros hoy, mañana puede sucederle a cualquiera. Incluso a Usted, cuando ya no sea el tonto útil del momento. Fi­jese a su alrededor y verá varios ejemplos: Baduel, Lina Ron, Didalco Bolivar. Señora Marjorie Calderón, al igual que en todas sus decisiones pertinentes a este caso, esta sentencia demoró más de lo debido. De hecho 117 más de lo establecido por la Ley fueron necesarios para que fuera publicada. El pueblo venezolano, atendiendo a la manera en la cual Usted opera, debe estar seguro que no lo habi­a dictado la sentencia antes, pues no hay manera fácil de justificar lo injustificable, a menos que una vez más Usted tuerza la Ley a favor de los objetivos de este régimen dictatorial. Como en efecto sucedió. Todo esto es historia viva de un pais y en unos años pasará a los libros como un ejemplo de exceso. Gracias a su obra, su nombre no podrá ser olvidado. Señora Marjorie Calderón, Usted ha sido “Cómplice necesaria” de la sistemática violación de mis derechos humanos, afectando mis condiciones fi­sicas a niveles extremos. Igualmente, gracias a su complicidad las denuncias sobre los ataques realizados en contra de mi familia no progresan. Ha violentado una y otra vez lo establecido en el Art. 272 de la Constitución Nacional (respeto a los derechos humanos), asi­ como lo establecido en el Art 83 de nuestra Constitución, relativo a la salud de las personas privadas de la libertad y más especi­ficamente a lo pautado en el Art. 22 de la Declaración Universal de Los Derechos Humanos y los Art. 61 y 62 del Reglamento de Requiem Penitenciario en lo pertinente a la atención médica. En tal sentido, he acordado con mis abogados ejercer todas las diligencias internacionales posibles hasta agotarlas, con el único objeto de que Usted sea juzgada por cada uno de los delitos que ha cometido. Finalmente, en la calma que solo gozamos quienes no tenemos nada más que perder, le digo que mis hijos crecerán -conmigo o sin mi- siendo excelentes ciudadanos, porque mi esposa y yo hemos sido el mejor ejemplo de amor, principios y valores. Algo que, definitivamente, ninguno de sus hijos podrán experimentar jamás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Su Comentario