Por: Vinicio Guerrero Méndez - ¡Ay de los que añaden casas a casas y juntan campos con campos, hasta no dejar sitio, y vivir ellos solos en medio del país! (Isaías 5:8) - Este ¡Ay! es una amenaza segura contra los malvados. Jesús nuestro Señor la utilizó muchas veces para denunciar y condenar a los que acaparan los bienes de los demás especulando con las necesidades del empobrecido. Esta condena y maldición cobra gran vigencia hoy en nuestro país cada vez que millones de venezolanos estamos viviendo esta realidad y con el agravante que no solo esta condena es para los expoliadores disfrazados de expropiadores que aunque parecidas carecen del mismo significado, sino también valedera para quienes miramos impávidos tales en la creencia que no nos afectara también mañana. Bien lo dice el profeta: ¡Como se ha prostituido la Ciudad fiel! Antes llena de derecho, morada de justicia; ahora de homicidas. La plata se ha vuelto basura, tu vino está aguado, tus jefes son bandidos, socios de ladrones; todos amigos de sobornos, en busca de regalos. No defienden al niño de la calle, no se encargan de la causa de las mujeres que le han asesinado sus maridos (Isaías 1:21-23) ¡Diosdado estoy esperando! Ja ja ja Da risa cuando oigo al comandante dar estas órdenes arbitrarias en cadena; me recuerda cuando ordenó también a un gordote enviar no se cuantos pelotones sin pelotas a la frontera. Ha llegado el momento de enderezar lo torcido. Es hora que los jueces recobren la razón y hagan justicia. Hoy el hijo predilecto sabe lo que se juega: Ha sido designado por su padre putativo para cerrar arbitrariamente un canal de televisión simplemente porque le molesta la verdad. A Diosdado le pesa cumplir esa orden arbitraria. Sabe que no hay argumentos de peso. Se mira en el espejo y ve a Baduel. Sabe que se está jugando su carrera política. Sabe que el pueblo ya no aguanta más tanta mentira y violación descarada de la Constitución y está a punto de hacer justicia por cualquier medio. Con amargura y miedo deberá elegir entre ser otro Judas, no cumpliendo esta orden arbitraria como otras tantas, o decidir echarse un país encima y sepultar para siempre este socialismo inservible. El peor de los males que puede pasar en una sociedad, es que sus dirigentes desvíen a sus seguidores, para azotar a otros. Es hora que la historia y la conciencia de este país, comience a hacer desaparecer de una vez por todas, esta ideología proveniente de un dictador que por más de cincuenta años tiene sometido a los débiles de la sociedad cubana. Dios y no Diosdado es el que todo lo puede, simplemente porque es Dios. El problema es que cuando un hombre se cree Dios convierte la tierra en un infierno.
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