Tanto va el cántaro al agua… - La división ha sido una de las estrategias más utilizadas por Hugo Chávez para atornillar su boli-comunismo en Venezuela. Y la que le ha dado mejores réditos es la que partió en toletes a la masa trabajadora.En esta década el Gobierno ha esgrimido, falsamente y sin el menor escrúpulo, la reivindicació n de los derechos de los trabajadores como razón de Estado para confiscar, expropiar, nacionalizar o estatizar tierras, industrias y propiedades. Muestra clara de ello la da Elías Jaua , el ministro de Agricultura y Tierras, quien como buen representante de un Gobierno neo comunista, impele a la masa trabajadora y al pueblo en general a dar la “pelea en contra de la oligarquía que lo hambrea, explota y le acapara los alimentos".Chávez ha escindido y deslegitimado a las organizaciones sindicales tradicionales y ha promovido movimientos paralelos emergentes para reemplazarlos a conveniencia. Estos movimientos son utilizados por el Gobierno para seguir cercando y tomando al resto de la actividad productiva privada que aún no se haya rendido por la vía de decretos y leyes confiscatorias, o para neutralizar exigencias de sindicatos de base en todos los sectores.Igual de grave es que ha convertido a muchos venezolanos en pedigüeños dependientes del reparto del Gobierno y ha neutralizado a una importante porción de la población a punta de dádivas y misiones. O que ha edulcorado a otra porción con ofertas engañosas de “participaciones” en empresas de producción social que no producen nada o incluyéndolos en cooperativas que no llegan a ninguna parte. Peor aún es que de aprobarse el proyecto de Ley de Propiedad Social en discusión en la Asamblea Nacional , se crearían los consejos de trabajadores en las empresas que sustituirían a los sindicatos de base, se aboliría la libertad sindical, además de que eliminarían las escalas salariales y la justa remuneración por el esfuerzo de ejercer un trabajo digno y productivo. Y como tapa del frasco, pasarían a ejercer toda función administrativa dentro de la empresa.Pero el Gobierno “de la lucha popular” ha resultado ser un pésimo empleador. Ha desconocido y renegociado contrataciones ya convenidas (caso Metro de Caracas). Y ha retrasado injustificada y sostenidamente discusiones de contratos colectivos de los trabajadores del Estado, muchas de ellas vencidas desde hace cinco años.Ahora, desde el 15 de febrero, el Gobierno (fortalecido por los resultados del referendo de la enmienda constitucional) sigue tensando la cuerda al sector laboral dependiente del Estado. El propio mandatario, seguido por el coro de sus funcionarios, ha agredido, humillado y descalificado las legítimas reivindicaciones de los trabajadores de la Administració n Pública y diversas empresas del Estado. Pero, tal vez se esté subestimando la capacidad de respuesta de los trabajadores cuando le tocan su medio de subsistencia. Hay quien dice que tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe, y recuerda la huelga petrolera de 1936, que marcó la transición de la dictadura a la democracia en Venezuela.
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