miércoles, 22 de abril de 2009

Lo que tú digas


Por: Henry M. Cabello - En la carretera que va hacia San Diego hay un puente que se está hundiendo desde hace meses. ¿Alguien está haciendo algo para impedir que se termine de hundir? La energía eléctrica cuando llega, lo hace con bajo voltaje. O peor, con altibajos. Y todos los equipos que usamos los venezolanos fueron diseñados para países que cuentan con un suministro de energía estable y confiable. De modo que se queman. ¿Quién paga eso? Los humildes moradores de nuestros barrios son transportados como ganado, apiñados en unos camiones destartalados. ¿Eso es tratarlos con dignidad? Y si se enferman, van a un hospital rezando para que los atiendan, o para que haya medicinas, o los equipos apropiados, o los insumos médicos. Y, si por un milagro hay todo eso, faltarán los médicos. En nuestras barriadas la gente le teme a las lluvias por las inundaciones, pero tienen que cargar en pipotes el agua potable. Si logran conseguir un empleo, entonces rezan para que no los asalten o los maten cuando van o vienen del trabajo. Y, si por ventura deciden tomarse una cervecita con la familia o los amigos, o salir a comerse un sancocho, entonces se exponen a morir asesinados a manos de cualquier malandro. Si tienen algo de plata con que comprar alimentos, se encuentran que no hay lo que buscan. O que en Mercal los obligan a comprar lo que no necesitan o no quieren. Para colmo, si van a buscar un puestico en PDVSA, sus filiales o el gobierno, deben rezar para que aparezcan en unas listas o para que no aparezcan en otras. Por eso afirmo que este gobierno es un gran promotor de la religión. Tiene a todo el mundo rezando. Pero entonces, cuando regresan de la iglesia, resulta que encuentran al loco insultando a los curas y a la iglesia. Por eso recurren al culto Yoruba, o a Maria Lionza. Es que ya uno no haya que hacer ni a quien rezarle. Estos trastornados se han apoderado de todo. Y se han aprovechado de nuestra inocencia y candidez. Porque la enorme mayoría de los venezolanos no quiere ninguna confrontación. Solo aspira a poder vivir con paz y tranquilidad. Pero ese derecho se le niega a diario. La violencia criminal es instigada desde Miraflores. El loco solo sueña con sacar sus tanques, sus fusiles y sus bombas a la calle. Está ansioso porque la gente se harte y se vuelque a las calles a confrontarlo. Entonces se deleitará viendo como sus tropas de motolitos le lanzan gas del bueno a los protestantes. ¿Eso es vida? ¿Eso es lo que usted quiere para su familia y sus hijos? El verse obligado a vestir de un solo color, a leer en un solo libro, a pensar de una sola manera, a repetir como un loro la consigna que le lanzan desde el “balcón del pueblo” y a aplaudir como focas cuando se lo indiquen...¿Así es como usted quiere vivir? Todos sabemos que no. Pero nadie reacciona frente a este golpe de estado por cuotas que nos están enchufando. Todos volteamos hacia nuestros dirigentes de la disidencia y nos quedamos escuchando. Pero no oímos nada y el temor y la incertidumbre siguen creciendo de manera angustiosa. El país entero se hunde. Está haciendo aguas por todas partes. El capitán y su tripulación dicen que eso es mentira, que los marineros y los pasajeros están amotinados. Que tengan confianza. Y siguen cometiendo torpeza tras torpeza. Solo que los pasajeros de este buque, llamado Venezuela, nos damos perfecta cuenta de que vamos rumbo al abismo y el capitán le está pisando la chola al barco. Alguien debería relevarlo del mando. Entonces buscamos a nuestros dirigentes, les preguntamos ¿Qué van a hacer? Y nos responden: “¿Qué vas a hacer tú...? Y nosotros pensamos: “Lo que tu digas..!

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