Por: Autor: Tamara Sujú Roa - Tanto la tortura, como los otros tratos o penas crueles, inhumanos y degradantes, son atentados contra la integridad corporal y la dignidad de la persona, que constituyen violaciones a sus derechos más fundamentales. Siguiendo el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional , se entiende por tortura, causar intencionalmente dolor o sufrimiento graves, ya sean físicos o mentales, a una persona que el agente tenga bajo su custodia o control. En Venezuela, se ha hecho común escuchar relatos de torturas efectuadas por los distintos Organismos de Seguridad del Estado, como el DIM, el CICPC, la DISIP, y algunas policías estadales y Municipales. Pero no debemos dejar de mencionar, como hemos sido tratados los venezolanos, por el mismo Jefe de Estado y sus súbditos, de forma cruel y degradante siendo objeto de violaciones a nuestra dignidad, a nuestra privacidad, e incluso injuriados durante estos 10 años, hechos que algún día serán objeto de discusión en los Tribunales de la Haya. Esto señores, sumado a la incitación al odio que contra quienes se le oponen hace constantemente Hugo Chávez, se llama Terrorismo de Estado. Las denuncias sobre torturas físicas y psicológicas a los perseguidos políticos del Régimen, han quedado en su mayoría asentadas en la Fiscalía y en los Tribunales en donde se han llevado los juicios de los prisioneros políticos. Torturas físicas terribles como las infringidas a Otoniel, Rolando y Juan Guevara, perpetradas en la sede de la Disip, al mismo tiempo que uno de ellos denunciara como escucho que torturaban a Juan Carlos Sánchez hasta morir, para luego fingir un enfrentamiento con la fuerza pública en Barquisimeto. Torturas físicas terribles, para conseguir declaraciones forzadas, que incriminen a quien el Régimen necesita acusar, como las infringidas contra el Cabo Sifontes y Silvio Mérida, cuando querían echarle guante al militar disidente de la Plaza Altamira Felipe Rodríguez. Torturas físicas perpetradas por la DIM, en la persona del TCnel. Humberto Quintero Aguilar, a quien mediante asfixia y golpes se le quería sacar que en el arresto que efectuó en la persona del Terrorista Rodrigo Granda, estaba involucrada la CIA y el Dpto. de Estado Norteamericano. Traigo este brevísimo resumen a colación, porque necesitaría seguramente 3 capítulos más, para recordar, y hoy quiero hablarles del más reciente caso de tortura, del cual tengo conocimiento. El caso de Carlos Alberto Millán Alvarado, secuestrado por funcionarios del CICPC y la DIM, el 20 de Enero de este año, sin que sobre el hubiera una investigación previa, un acto de imputación y mucho menos una orden de aprehensión. Solo después de haber sido ruleteado por estos cuerpos de seguridad, durante horas de la tarde-noche y madrugada de ese día, fue llevado a la sede del CICPC de los Teques, incomunicado totalmente de sus familiares y abogados, siendo presentado en la fiscalía, al 4to.día de su secuestro policial, (imagino que para que no se le notara mucho los golpes en la cara) en donde es imputado por el delito de “ocultamiento de armas de guerra”. Quiero dejar bien explícito, quienes integraban la comisión encargada de realizar esta detención, y el allanamiento perpetrado en la casa de la suegra de Carlos Millán, sin orden emitida por un Tribunal. La comisión la encabezaba el Comisario Jefe Silvio Torcart (CICPC), el Jefe de la Sub. delegación, el inspector Juan de la Cruz Pereira , el inspector Jefe Ángel Blanco, el inspector Jefe Luís Guerrero, el inspector Yoel Alemán, el Sub inspector David Silva, el detective Rosben Gutiérrez, y los funcionarios Edwin Velásquez, Carlos Rodríguez, Alberto Dugarte, Arcángel Molina, Franklin Rincón, el inspector Bladimir Gutiérrez, el detective Jesús Torrealba y el inspector de la DIM Carlos Alfredo Hernández. Pongo todos estos nombres, porque algún día, algunos de ellos tendrán que rendirle cuentas a la Justicia, por la golpiza propinada mientras trasladaban en una camioneta a Maracay, a Carlos Millán, hecho que lo hiciera vomitar una y otra vez, además de que sus familiares y abogados declaran que cuando pudieron tener acceso a el, unos instantes, esa madrugada, estaba totalmente IDO, como si le hubieran suministrado algún tipo de droga y no reconocía ni donde estaba ni quienes le hablaban. Estas torturas eran para que Carlos Alberto se acusara así mismo de haber trasladado y ocultado 15 fusiles en Maracay, en las nuevas locuras del Régimen para dar lastima y llamar la atención y el invento del Magnicidio pre-electorero No.34. Las únicas armas incautadas por la fabulosa comisión, que en vez de encargarse de atrapar a los terroristas de la piedrita, van en cambote a detener a 3 ciudadanos, cometiendo arbitrariedades e infringiendo torturas físicas y psicológicas, fueron la Pistola browning 9mm de reglamento, que junto con una Pistola Zamorana (obsequio del Gobierno) y una pistola calibre 22, guardaba el hijo del CA Millán Millán en la casa de su suegra, todas debidamente reglamentadas y con su respectivo porte de armas. Carlos A. Millán, sigue detenido en las celdas del CICPC de Los Teques. Su defensa ha pedido el trasladado a varios centros de reclusión, como la Disip –en donde dijeron que no había cupo-, a Ramo Verde –donde nunca respondieron- , a Poli miranda, en donde lo “rebotaron” y en el momento que escribo estas líneas, se estaba tramitando su traslado a la policía del Municipio Los Salias en donde espero lo reciban y los discursos de solidaridad con los prisioneros políticos no queden solo en palabras. Ciudadanas Fiscal General de la República y Defensora del Pueblo: ¿Dónde está el respeto a los Derechos Fundamentales? ¿No hay torturas? ¿Cómo le llamamos a esto entonces? ¿Abuso de poder? ¿Abuso de la autoridad? Los delitos de Lesa Humanidad, no prescriben, estimados lectores.
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