¡Sé tú mismo!
especialmente no finjas afectos.
Tampoco seas cínico respecto del amor,
porque frente a toda aridez y desencanto,
el amor es perenne como la hierba.
Recoge mansamente el consejo de los años,
renunciando graciosamente a las cosas de juventud.
Nutre tu fuerza espiritual para que te proteja en la desgracia repentina,
pero no te angusties con fantasías.
(…)
Por lo tanto,
mantente en paz con Dios,
de cualquier modo que lo concibas,
y cualesquiera sean tus trabajos y aspiraciones.
Mantén en la ruidosa confusión,
paz con tu alma.
Con todas sus farsas y sueños rotos,
este sigue siendo un mundo hermoso.
Ten cuidado…
Esfuérzate en ser feliz.
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