Por: Samuel Mendoza - De acuerdo con su carta constitutiva, la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) fue creada para velar por la paz, la democracia, la justicia y la libertad en los países de América del Sur. Convocados por su presidenta pro témpore, Sra. Michelle Bachelet, Presidenta de Chile, los mandatarios de los países que componen esa Unión se reunieron el lunes pasado, 15 de septiembre, en Santiago de Chile, para considerar y analizar la grave situación que en esos momentos se estaba viviendo en nuestro país, Bolivia. Tras unas ocho horas de deliberaciones, los mandatarios sudamericanos redactaron y aprobaron la que se ha dado en llamar “Declaración de La Moneda” (Palacio presidencial de Chile). Se trata de un documento muy escueto de 9 puntos, a través del cual se lamenta los enfrentamientos, las muertes, los heridos y, en general, la delicada situación en Pando, donde, en la víspera, murieron 15 personas, muchas más resultaron heridas y unas cien desaparecidas. Acuerdan los miembros de Unasur crear una comisión “para realizar una investigación imparcial que permita establecer y esclarecer a la brevedad esta lamentable suceso...”. Hasta ahí, todo parece bien hilvanado. Sin embargo, de principio a fin el documento denota la parcializació n total e inequívoca de los presidentes sudamericanos con una de las partes en conflicto, esto es, con el gobierno del presidente Evo Morales Aima, sin intentar siquiera analizar o tomar en cuenta la versión del lado opuesto contenida en una carta dirigida a la Presidenta de Unasur por el Consejo Nacional Democrático (Conalde), a fin de establecer realmente la verdad de los hechos. En efecto, se expresa “el más pleno y decidido respaldo al Gobierno”, condenan cualquier intento de golpe civil, condenan también el ataque a instalaciones gubernamentales y, en alguna medida, tratan de ser imparciales haciendo “un llamado a todos los actores políticos y sociales involucrados a que tomen las medidas necesarias para que cesen inmediatamente las acciones de violencia, intimidación y desacato a la institucionalidad democrática y al orden jurídico establecido”. Se trata, pues, del único punto (4) en que los presidentes tratan, aunque forzadamente, de ser imparciales al juzgar los hechos de Pando. Lamentablemente, todo el resto del documento está dedicado a dar “pleno y decidido respaldo al Gobierno” sin tomar en cuenta su culpabilidad en el estado de caos y anarquía en que se vive actualmente en Bolivia. ¿Qué olvidó Unasur en su Declaración de La Moneda? Pues, 1. que el gobierno del presidente Evo Morales no aliente, organice y financie manifestaciones, marchas, bloqueos, ocupación ilegal de tierras, cerco a ciudades, enfrentamientos con grupos autonomistas y cívicos, considerando que, si el Movimiento Al Socialismo (MAS), partido del Gobierno, no hubiera obligado a campesinos pandinos y benianos a marchar contra Cobija (ciudad rebelde de la “media luna”) para defenestrar a su Prefecto, nada de lo ocurrido se habría producido y la sangre no habría llegado al río. 2. Que el Gobierno y el MAS dejen de alentar a los tenebrosos ´ponchos rojos`, a los cocaleros, a los sin tierra, a los alteños y otros grupos, para que siembren el terror y la intranquilidad en las ciudades y ataquen brutalmente a medios de comunicación y a periodistas independientes. 3. Que se juzgue los hechos en Pando imparcialmente, pues el Gobierno, de antemano, ha condenado al prefecto Leopoldo Fernández a 30 años de prisión sin escuchar siquiera su versión sobre los hechos y apresándolo y trasladándolo a La Paz con engaños, haciendo peligrar su vida frente a grupos masistas violentos. Unasur, si se precia de imparcial y de apegado a las leyes que rigen las naciones involucradas, debió haber incluido en su Declaración un acápite mediante el cual inste al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, a no entrometerse en asuntos internos de otros países, particularmente de Bolivia, Nación a la que ha amenazado en reiteradas ocasiones con enviar tropas militares para sembrar odio, sangre, muerte, dolor y luto con el pretexto de defender a su gobernante Evo. Unasur debe reconocer y estar consciente de que todo el estado de casos, anarquía, división y virtual desgobierno en Bolivia, es culpa de ese autócrata que, cual si fuese una limosna y una propina, coloca en el bolsillo de su colega Evo Morales unos “cheques bolivarianos” que hieren profundamente la dignidad de Bolivia y de los bolivianos. Su amenaza de crear en nuestros país ‘uno, dos o más Vietnam’, fue rebatida, finalmente, por el comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de la Nación, Gral. Luis Trigo, a quien ahora Chávez acusa de haberse declarado en “huelga de brazos caídos” por no obedecer sus órdenes y por no soportar sus amenazas. ¿Por qué Unasur no tiró de las orejas a su más eufórico y deschavetado miembro que es el presidente venezolano? ¿No era oportuno llamarle la atención y sugerirle que se deje de meter las narices en Bolivia? ¿Por qué no recomendarle que el dinero que dilapida en otros países, incluyendo Cuba, Nicaragua, Ecuador, Bolivia y Argentina (caso maletín con 800 mil dólares), no dedica a librar al pueblo venezolano de la pobreza en que se debate?. Esa sería una buena, oportuna y sensata declaración del flamante organismo sudamericano. Ahora se anuncia una nueva visita del chileno José Miguel Insulza, Secretario General de la Organización de los Estados Americanos (OEA). ¿Para qué?. Para analizar los hechos y procurar el diálogo a fin de lograr la paz en Bolivia. Muy loable, por cierto. Ocurre, sin embargo, que el Sr. Insulza ya tiene una idea clavada en su cerebro, más como chileno que como cabeza de la OEA, cual es la de procurar que los bolivianos acabemos por desangrarnos para que su país y otros, caigan como buitres sobre sus despojos. ¿O no? Bueno sería que, antes de tomar decisiones parcializadas, las comisiones de Unasur escuchen la voz del cardenal boliviano Julio Terrazas, quien dijo el domingo pasado que “los venenos que hoy nos pueden hacer morir, quizás no son de las serpientes sino de los odios y del racismo, de los llamados a la violencia (por las partes en conflicto), son el veneno que está matando el alma y el espíritu de los bolivianos” y condenó a quienes provocan los enfrentamientos para envenenar a los pueblos. “Defender el proceso de cambio o morir”, dice don Evo Morales; pero, ¿no será que ese proceso de cambio racista nos está ya llevando al desastre y a la muerte? Ya estamos en el fondo del barranco, ¿qué nos queda?. Sólo pedir a Dios que gobernantes y gobernados podamos finalmente llegar a acuerdos y unirnos patrióticamente para salvar, recuperar y reconstruir la Patria antes de que sea demasiado tarde. Ojalá que en el futuro, Unasur tome mejores caminos para alcanzar mejores metas en el destino de nuestras naciones.
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