Una espada puede durar poco. Pero el guerrero de la luz tiene que durar mucho. Por eso no se deja engañar por su porpia capacidad, y evita ser tomado por sorpresa. Él da a cada cosa el valor que merece tener. Muchas veces, ante asuntos graves, el demonio musita en su oído: "No te preocupes con esto porque no es serio". Otras veces, ante cosas banales, el demonio le dice: "Necesitas dedicar toda tu energía para resolver esta situación". El guerrero no escucha lo que el demonio le está diciendo: él es el dueño de su espada.
Manual del Guerrero de la Luz - Pablo Coelho
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