Estimados Señores: Los venezolanos nos encontramos en un momento crucial de nuestra historia política. Nunca como antes –ni en las dictaduras militares habidas en nuestra historia contemporánea- los venezolanos nos habíamos enfrentado a un régimen de la naturaleza del que hoy impera en nuestro país, porque se trata de un sistema donde confluyen los más nefastos elementos de aquellos sistemas políticos que han sembrado terror y muerte a lo largo de la historia de la humanidad. Somos ingenuos si pensamos que Hugo Chávez y su pretendido proyecto político se identifican con las izquierdas tradicionales. La izquierda no es más que una pésima fachada usada por Hugo Chávez para imponer un régimen de carácter absolutista, basado en el culto a la personalidad y en el que el poder es un fin en sí mismo y no un medio para lograr el gobierno del país. Muchas y muy variadas son las causas que han llevado a la entronización de Hugo Chávez en el poder. No es, sin embargo, el momento de detenernos en sesudos análisis en esta materia. Basta con decir, por los momentos, que Hugo Chávez y su régimen han servido para hacer evidentes situaciones que antes apenas si se veían con claridad: la falta de conciencia política en el pueblo venezolano, que se acostumbró a votar por un color y no por un proyecto político; la falta de discernimiento crítico para no caer en la trampa de las promesas que al final no se cumplían; el desgaste de una élite política que, en sus líderes más connotados, fue perdiendo el horizonte de la cosa política para centrarse en los mezquinos intereses personales y partidistas. Estas son sólo algunas de las cosas que han puesto en evidencia Hugo Chávez y su régimen en la hora actual de Venezuela. Los venezolanos hemos agotados todos los recursos democráticos habidos en la lucha contra las pretensiones absolutistas de Hugo Chávez. Tras superar la cadena de frustraciones de que hemos sido víctimas, el 2 de diciembre del año pasado próximo los venezolanos fuimos capaces de ponerle una fecha de salida a Hugo Chávez. En efecto, tras haber derrotado de manera contundente la pretendida reforma constitucional, que lesionaba gravemente algunos derechos de los venezolanos, los venezolanos dimos el primer paso en este proceso de sacar democráticamente a Hugo Chávez del poder. La causa de esta victoria no la podemos situar exclusivamente en las malas estrategias propagandísticas del régimen en la venta de su reforma constitucional, sino en la gallarda y heroica actitud de nuestros muchachos, de nuestros jóvenes estudiantes, quienes en su juventud y en su capacidad de soñar, nos sacaron del letargo de nuestras frustraciones y nos impulsaron a seguir batallando dentro de los conductos regulares democráticos. Nuestros muchachos, nuestros jóvenes venezolanos, lograron que todos nos uniéramos para derrotar de manera contundente las aspiraciones absolutistas de Hugo Chávez. Si el 2 de diciembre de 2007 pudimos darle la primera derrota a Hugo Chávez, fue porque logramos unirnos como país en la consecución de un solo objetivo: el comienzo de la salida de Hugo Chávez del poder que parece haber detentado a lo largo de nueve años en los que ha llevado al país a la quiebra total en todos los órdenes. En el momento actual estamos a las puertas de una nueva situación coyuntural favorable a continuar en la lucha contra este régimen funesto. La figura de Hugo Chávez está experimentando un progresivo deterioro del que debemos sacar el mejor partido posible. Las condiciones económicas del país son cada vez más deplorables, pues los niveles de inflación –nunca antes visto en el país- no sólo están golpeando el poder adquisitivo de los venezolanos, sino que están haciendo imposible el acceso a aquellos rubros de la cesta básica a que todos tenemos derecho. Si a esto le unimos el resultado internacional del petitorio de Hugo Chávez, de darle estatuto de beligerancia a los terroristas de las FARC, manifestando así su vinculación no sólo con gobiernos de dudosa reputación pacífica, como el de Irán, sino aliándose a grupos reconocidos como terroristas por parte de instancias internacionales como la ONU, la OEA y la Unión Europea, vemos que el panorama de cara a la opinión internacional no puede ser más crítico. ¡Es hora de aprovechar el momento! Hoy más que nunca debemos demostrar que somos poseedores de una voluntad política honesta, que va mucho más allá de la búsqueda de los intereses personales, de las prebendas privadas y de los intereses partidistas. Quienes nos oponemos a Hugo Chávez y a su régimen debemos tener una meridiana claridad de que sólo logrando la unidad podemos hacer frente a este enemigo del país, al que no podemos considerar como de poca monta. En aras de la unidad nacional que nos es absolutamente necesaria, debemos llegar a un acuerdo que nos permita la presentación de un único candidato que represente las aspiraciones del pueblo venezolano en las instancias municipales y gubernamentales. La presentación de una larga lista de candidatos sólo permitirá disgregar la fuerza de la unidad de que estamos necesitados en estos momentos históricos que vive el país. Sabemos que la gran aspiración de una cantidad nada despreciable de venezolanos es precisamente salir de Hugo Chávez y sepultar su pretendido proyecto político. No nos podemos dar el lujo de supeditar las aspiraciones de toda esa cantidad de venezolanos a las aspiraciones de un partido, de una tolda política o de un individuo que, siendo oportunista, arribista y trepador, busca obtener las pingües ganancias de que son sinónimos las lides políticas en el país. Se nos impone, pues, un momento de grave reflexión en el que la toma de conciencia es perentoria para todos. Lo que está en juego en estos momentos es nada menos y nada más que el destino de Venezuela como país.
Marcel Merton
Caracas 15 de Enero del 2008
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RESUMO: eso es pedirle peras al olmo Marcel.
ResponderEliminarSaludos
Magda