Y es que, si bien los psicópatas no tienen por qué cometer actos delictivos o crímenes, es cierto que por sus características son capaces de actuar de romper las normas de convivencia tal y como lo haría alguien aislado, desesperado y sin recursos. Sin embargo, los psicópatas sí tienen recursos sociales: son carismáticos y saben cómo causar una buena impresión. Es por eso que, muchas veces, identificar a un psicópata que se dispone a realizar una ilegalidad es complicado.

Así pues, ¿es posible identificar a los psicópatas? 

Desde luego, “del dicho al hecho hay un trecho” y es que, sin importar las características que enumeran los manuales de diagnóstico o la cantidad de expertos que afirman que los rasgos inequívocos de la psicopatía son “X” o “Y”, la verdad es que cada psicópata tiene una manera diferente de desenvolverse en sociedad. Y, claro, pareciese que los psicópatas dispuestos a cometer crímenes cada día aprenden a pasar más desapercibidos.

¿Cómo son los psicópatas? 10 rasgos característicos

Sin embargo, sí existen ciertas tendencias y patrones de comportamiento que, a partir de la estadística, hacen algo más posible detectar a un psicópata. Aquí puedes encontrar 10 claves que suelen resultarles útiles a los expertos.

 

1. No se plantean metas a largo plazo

Los psicópatas tienden a llevar un estilo de vida fundamentado en la inmediatez, por lo que el mañana les preocupa relativamente poco en comparación a objetivos más cercanos en el tiempo (especialmente si estos son muy primarios y basados en impulsos). Tienden a satisfacer sus necesidades más básicas (hambre, sexo, alojo, etc.) por lo que no tienden a planificar su futuro con meticulosidad.

Pueden organizarse para perseguir un fin que ellos consideren importante, pero generalmente estas metas siempre persiguen resultados a corto plazo. Por ejemplo, un psicópata con propensión al crimen podría robar un coche lujoso para impresionar una chica y lograr que se suba a él para abusar de ella sexualmente después.

 

2. Mitomanía

Dejemos algo bien en claro: todo el mundo miente. Algunos más, otros menos. Ahora bien, no es lo mismo una mentira “pequeña” o “blanca” a decir mentiras de manera patológica.

Los psicópatas tienen una gran facilidad para mentir, y a veces lo hacen para obtener lo que quieren inclusive si ello significa perjudicar a otras personas ya que no prevén la naturaleza de las consecuencias de dichas mentiras. Además, siempre tienden a justificar y racionalizar sus actos.

 

3. Irresponsabilidad

La descripción clásica de los psicópatas los caracteriza como personas que no se sienten atadas a “contratos” o “pactos” con el resto de la humanidad

Esto significa que tienen dificultades para reprimir ciertos comportamientos para no perjudicar al resto. Es por esta razón que tienen la peculiaridad de ser esporádicos en los trabajos que desempeñan, así también como el mudarse constantemente de residencia. En la historia de vida de un psicópata es común hallar que los empleos que realizó fueron desempeñados durante breves lapsos de tiempo.

 

4. Encanto superficial y falsa adaptación

Los psicópatas suelen desenvolverse en la vida cotidiana con relativa adaptabilidad debido a que han aprendido ingeniosamente a ganarse la confianza de los demás con su falso encanto

Estas actitudes simplemente son estratagemas empleadas para ocultar sus verdaderas intenciones. Tal es el caso de John Wayne Gacy “el payaso asesino” en el que los policías se quedaron asombrados tras escuchar a los vecinos referirse a Gacy como un hombre amable y cortés. O aquel exitoso hombre de negocios que estrecha manos amablemente mientras se dedica al lavado de dinero en su empresa.

 

5. No establecen vínculos afectivos a largo plazo

Este punto se intuye en los anteriores. La inestabilidad sentimental es una característica casi unánime en las personas que han sido diagnosticadas con psicopatía.

 

6. Resultan problemáticos

El DSM-IV manifiesta que las personas con trastorno antisocial de la personalidad se caracterizan por su incapacidad para comprender las normas y reglas de la sociedad, así como un patrón general de desprecio y violación a los derechos de los demás.

Los psicópatas tienden a ser conflictivos y en su historial no sorprende encontrar que han sido sentenciados por algún delito en más de una ocasión. Con frecuencia se meten en líos y cuyos castigos y consecuencias parecen no importarles en absoluto.

 

7. Tienden a la vida parasitaria

Las cosas que tengan que ver con la rutina y la responsabilidad (como un trabajo legal y estable, verbigracia) les resultan aburridas, por lo que prefieren llevar un estilo de vida parasitario. Esto es, vivir a costa de los demás.

 

8. Son manipuladores

Los psicópatas tienen una increíble capacidad casi innata para la persuasión y para la seducción, herramientas que con frecuencia emplean para manipular a otros y lograr sus perversos fines.

No escatiman en tratar a otros como objetos que pueden usar este carisma para obtener lo que quieren, inclusive si ello lleva perjuicio o daño a otras personas. Es por ello que les gusta “relacionarse” con personas sumisas y de carácter dependiente para poder aprovecharse o abusar de ellas.

 

9. Carecen de empatía

Probablemente se trate de la característica casi inequívoca de un trastorno psicopático en la persona. Los psicópatas no tienen la capacidad para “ponerse en los zapatos del otro”, de sentir lo que la otra persona siente. Sin embargo, los psicópatas sí pueden entender las emociones de otras personas, identificar qué cambios fisiológicos conlleva un estado de ánimo e inclusive imitarlo.

Por ejemplo, un psicópata sabrá que alguien sonriente probablemente se sienta feliz, o alguien que llora se encuentra triste, sin embargo estas emociones ajenas son ininteligibles para ellos más allá de su comprensión de ellas a nivel teórico. No pueden entender el júbilo o el dolor que experimenta el otro.

 

10. No sienten miedo, culpa o vergüenza

Los psicópatas no se arrepienten de sus actos, pues carecen de conciencia moral dado que viven bajo su propio esquema de valores, haciendo lo que ellos consideran necesario para satisfacer sus necesidades. Sin embargo, saben usar la culpa contra otras personas “de bien” y en favor de ellos con una maestría impresionante para manipular.

Por otro lado, los psicópatas frecuentemente buscan acciones que resulten excitantes, razones por lo que la rutina tiende a aburrirles. Lo anterior conlleva a la búsqueda de actividades llamativas e incluso temerarias, ya que no experimentan miedo ni se sienten intimidados por nada ni nadie.

 

¿En quién confiar?

Actualmente se estima que el número de psicópatas (su prevalencia) podría encontrarse en la horquilla que hay entre el 1% y el 3% de la población mundial total. Sin embargo, y aunque sólo los expertos pueden diagnosticar e identificar casos de psicopatía, sí hay lecciones que podemos aprender a partir de todo esto. Entre ellas, el hecho de que algunos seres humanos (aunque poco numerosos) pueden ir muy lejos dañando a los demás, y no todos tenemos frenos morales inamovibles.

La doctora Ana Beatriz Barbosa Silva, por ejemplo, recomienda que cuando debamos decidir en quién confiar, debemos tener muy presente que la combinación coherente de acciones malvadas con frecuentes juegos escénicos que apelan a la piedad son como “una señal luminosa plantada en la frente de una persona sin conciencia”. Y es que la combinación entre manipulación emocional y falta de control de los impulsos puede resultar muy peligrosa.

Pese a ello, claro está, las personas que reúnan estas características no son necesariamente asesinas seriales y, quizá ni siquiera violentas. Sin embargo, sí son individuos con los que puede costar mucho formar vínculos afectivos y llegar a consolidar una relación sana y simétrica en la que podamos confiar al otro nuestros bienes, dejarle al cuidado a nuestros hijos, hacer negocios con este o compartir secretos. Después de todo, ni todos los psicópatas son delincuentes, ni todos los delincuentes son psicópatas.

Referencias bibliográficas:

  • Barbosa Silva, A. B. (2011): Mentes peligrosas. Madrid: Aguilar Fontanar.
  • Marchiori, H. (2002): Psicología criminal. México DF: Porrúa.