jueves, 28 de julio de 2016

Peligroso diálogo, peligrosa transición

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por: Robert Gilles Redondo.


Este momento teñido de incertidumbre que vivimos causa estupor. La realidad nos satura. La república ha sido desmantelada, el Estado ha sido corroído por el narcotráfico y la sociedad se encuentra indefensa. No existe una referencia en la región. Cualquier descripción sobre la Venezuela que vemos naufragar en este 2016 resultaría breve frente a lo que sucede realmente.
En medio de todo, el “poder ejecutivo” cuyo titular usurpó el poder de 2013, apoyado en el tribunal supremo de justicia tras el deceso de Hugo Chávez y careciendo además de toda legitimidad, se encuentra acéfalo y no sabemos realmente quién ejerce la Presidencia. Todo el escenario gira en torno al evidente abandono del cargo por parte de Maduro y la asunción indirecta del general en jefe y ministro de la defensa, Vladimir Padrino López. Un hecho gravísimo que parece haber sido ensayado el pasado domingo 24 de julio cuando el propio Maduro se ausentó sin excusa alguna de las solemnes ceremonias del Día de la Armada y el Natalicio de El Libertador.
Si en efecto Padrino López está ejerciendo titularmente como Presidente estaríamos ante el escalofriante escenario de un autogolpe sin que nadie ni nada lo haya impedido o tan siquiera protestado. Escenario que de por sí comprueba lo ya sabido: el chavismo no quiere a Maduro y lo ha echado del poder, pero no está dispuesto a aceptar el punto final que la realidad del país le ha colocado a la revolución. Pero ¿acaso esos son los mismos planes del General-Presidente? ¿O éste está dispuesto a iniciar la entrega del poder previos acuerdos con la dirigencia de la Mesa de la Unidad? No lo sabemos, lo único cierto y frente a lo que debemos actuar es que Maduro abandonó el poder.
Y actuar con mucha sensatez, ejerciendo presión en la calle, sin miedo amparados en el derecho a la rebelión. La Asamblea Nacional no debería vacilar en la declaratoria del abandono del cargo y proceder como la Constitución y las leyes lo mandan. Aunque éstas sean letra muerta no se puede claudicar ni un solo instante.
Respecto al diálogo que el club de expresidentes auspicia en compañía del macabro Ernesto Samper, nada se puede decir nuevo sino repetir de forma incesante que la vía del diálogo está cerrada. La crisis de la República, la inexistencia de interlocutores y la tragedia humanitaria condenaron al diálogo a una muerte prematura. No podemos sentarnos en una mesa sobre los enormes sacrificios, la muerte y la destrucción de Venezuela.
El diálogo sería sólo un tiempo extra para Maduro (o Padrino López) fortalecerse y seguir enmascarando de democracia este narco proyecto fascista y totalitario. Dialogar es ya un sinónimo de más desolación y más daños colaterales para el pueblo.
Sin embargo, la comunidad internacional debe saber que la oposición no se niega a una futura conversación, llena de condiciones, sobre cómo se va a ceder el paso a un nuevo gobierno y cómo serán sometidos a la justicia los responsables de esta desgracia. Para ello se abrirá el espacio de una deliberación racional con toda la sociedad, sembrando los pilares de una nueva República. Tal deliberación no podrá ser, como pretende hacerse ahora, una aventura política de unos expresidentes que sólo han querido participar del sangriento festín al que está sometido nuestro país.
Para garantizar el futuro de Venezuela tienen que haber condiciones que reflejen inequívocamente la voluntad y necesidad del pueblo que no espera simples reformas o rectificaciones sino la salida de Maduro y el fin de la revolución chavista porque el tiempo se acabó y debemos reaccionar aquí y ahora.

lunes, 25 de julio de 2016

El país que ignoró la historia

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Por: Fabricio Ojeda
Periodista

Pan con mantequilla y café con leche. Huevos fritos con arepa y queso rallado. Arroz y caraotas. Espagueti con sardina.
 
Esas eran algunas de las opciones más asequibles para desayunar o cenar en Venezuela durante la mal llamada "cuarta república".
 
Cualquiera podía comer eso.
 
El mito de que la gente ingería perrarina es una mentira repetida mil veces por la plaga roja que arrasó al país, fundamentada en una nota que publicó la revista Producto en 1990, que se basaba en un supuesto boletín de prensa de diez líneas del que no se dice la procedencia, sin fuentes directas ni testimonios que corroboraran lo que allí se afirmaba.
 
Durante mi niñez, adolescencia y juventud siempre viví en zonas populares, trabajé por salario mínimo, recorrí pueblos y barriadas, y nunca supe de alguien que consumiera perrarina.
En la parroquia El Valle, donde residí y estudié durante años, tuve amigos que preferían nutrir a sus mascotas con bofe, asadura, huesos rojos, pellejos y hasta pescuezos de pollo, mezclados con arroz partido, pues la comida industrializada para perros era mucho más costosa.
 
Cierto que había desigualdades, pobreza, corrupción, pero nunca esos vicios sociales se habían acrecentado como ahora, cuando lo percibimos diariamente en las colas para comprar alimentos, en la escasez de medicinas, en el estado ruinoso de nuestros hospitales.
Para “matar el hambre” era más fácil comprar una bolsa de pan, una panela de margarina, un litro de leche, un cuarto de kilo de café y medio kilo de azúcar, o un kilo de pasta y sardina enlatada.
 
Hoy, en pleno “socialismo del siglo 21”, ni eso se puede. ¿Dónde -y a qué precio- conseguimos pan, leche, margarina, café, azúcar? ¿Cuánto cuesta un kilo de cualquier grano? ¿Una lata de sardinas o de atún? ¿Cuánto un pedazo de queso blanco? ¿Dónde están el arroz y la harina de trigo o de maíz?
 
Todo esto (y solo hablamos del hambre) nos está ocurriendo por desconocer la historia, por creer en caudillos de uniforme militar.
 
En 1998, cuando el resentido teniente coronel que se dio a conocer con una sangrienta intentona golpista era un "héroe" que los venezolanos llevaron al poder, ya eran muchos los países que –habiendo sufrido durante décadas las penurias del marxismo leninismo- se habían quitado ese yugo de encima.
 
Tras la caída de la todopoderosa Unión Soviética (que enviaba hombres a la luna, construía armas nucleares y mantenía uno de los mayores ejércitos del mundo, pero tenía a la gente haciendo cola para adquirir productos esenciales) y el consecuente efecto dominó en el bloque comunista de Europa del este, nadie con tres dedos de frente podía pensar que la pesadilla se repetiría en algún otro lugar del planeta.
 
Creíamos que el mundo había aprendido la lección.
 
Pero no. Fuimos nosotros, los venezolanos, los que olvidamos a las multitudes que saltando muros y alambradas, se libraban de largos períodos de opresión comunista. Borramos de la memoria esos pueblos que derribaron las estatuas de los “salvadores de la patria”, que juzgaron o fusilaron a dictadores disfrazados de redentores, que se adueñaban para siempre del mando.
 
Fuimos los venezolanos quienes -ignorando a los cubanos que desafiaban a los tiburones para huir de la isla caribeña convertida en cárcel- caímos por inocentes, al pretender ingenuamente que una cáfila de militares y políticos rencorosos construiría aquí un oasis de progreso, igualdad, justicia social, solidaridad y honestidad.
 
Y no solo fue el denominado “pueblo llano” el que se tragó el cuento.
 
Muchos representantes de los sectores pudientes, “estudiados”, intelectuales y "progresistas", también creyeron en el comandante golpista. Tozudos ante las advertencias, negaban la evidencia histórica mundial, alegando que “Venezuela no es Cuba” y que nuestro país, “rico y petrolero”, nunca llegaría a la situación deplorable que exhibimos hoy.
 
Y miren, pues: llegamos al llegadero. Gracias a esa ceguera, terquedad y candidez tocamos fondo. Ahora pasarán años para que salgamos nuevamente a flote, si es que somos capaces de expulsar del poder a los timadores que nos llevaron a la ruina.
 
Cuando rescatemos a Venezuela tendremos que nadar mucho para llegar a la otra orilla.
Esa orilla donde al menos podamos llenar el estómago con pan, margarina y una taza de leche caliente con café.

miércoles, 20 de julio de 2016

Enriquezca su vocabulario

























Pergeñar - Disponer o ejecutar algo con más o menos habilidad.

Arcaduz - Caño por donde se conduce el agua. Cada uno de los caños de que se compone una cañería. Vía, medio por donde se alcanza algo.

Áulico, ca - Perteneciente o relativo a la corte o al palacio. Cortesano o palaciego.

Gualda - Hierba de la familia de las resedáceas, con tallos ramosos de 40 a 60 cm de altura, hojas enteras, lanceoladas, con un diente a cada lado de la base, flores amarillas en espigas compactas, y fruto capsular con semillas pequeñas en forma de riñón. Aunque abunda bastante como planta silvestre, se cultiva para teñir de amarillo dorado con su cocimiento.

Tósigo - Veneno para emponzoñar las flechas. Veneno, ponzoña. Angustia o pena grande.

Horro, rra - Dicho de una persona: Que, habiendo sido esclava, alcanza la libertad. Libre, exento, desembarazado. Dicho de una yegua, de una burra, de una oveja, etc.: Que no quedan preñadas. Entre ganaderos, dicho de una cabeza de ganado: Concedida a los mayorales y pastores, pero mantenida a costa de los dueños. Dicho del tabaco o de los cigarrillos: De baja calidad y que arden mal.

Gaya - Urraca (ave similar al cuervo).

Gayar - Adornar algo con listas de otro color.

Columbrar - Divisar o ver desde lejos algo, sin distinguirlo bien. Rastrear o conjeturar por indicios algo.

Bureo - Entretenimiento, diversión. Junta formada por altos dignatarios palatinos y presidida por el mayordomo mayor, que resolvía los expedientes administrativos de la casa real y ejercía jurisdicción sobre las personas sujetas a su fuero. Entrar en bureo: Juntarse para tratar de algo.

Palatino, na - Perteneciente o relativo a palacio. Propio de los palacios. Dicho de una persona: Que tenía oficio principal en palacio. En Alemania, Francia o Polonia era usado para referirse a ciertos altos dignatarios. Adorno de martas, seda, plumas, etc., que usaban las mujeres para cubrir y abrigar la garganta y el pecho a modo de una corbata ancha y tendida.

¿Cuánto valemos?













Alfredo, con el rostro abatido de pesar se reúne con su amiga Marisa en un bar a tomar un café. 

Deprimido descargó en ella sus angustias...que el trabajo, que el dinero, que la relación con su pareja, que su vocación...todo parecía estar mal en su vida. 

Marisa introdujo la mano en su cartera, sacó un billete de 50 dólares y le dijo: 

- Alfredo, ¿quieres este billete ? 

Alfredo, un poco confundido al principio, inmediatamente le dijo: 
- Claro Marisa...son 50 dólares, ¿quién no los querría? 

Entonces Marisa tomó el billete en uno de sus puños y lo arrugó hasta hacerlo un pequeño bollo. Mostrando la estrujada pelotita verde a Alfredo volvió a preguntarle: 
- ¿Y ahora igual lo quieres? 

- Marisa, no sé qué pretendes con esto, pero siguen siendo 50 dólares, claro que los tomaré si me lo entregas. 

Entonces Marisa desdobló el arrugado billete, lo tiró al piso y lo restregó con su pie en el suelo, levantándolo luego sucio y marcado. 
- ¿Lo sigues queriendo ? 

- Mira Marisa, sigo sin entender que pretendes, pero ese es un billete de 50 dólares y mientras no lo rompas conserva su valor... 

- Entonces Alfredo, debes saber que aunque a veces algo no salga como quieres, aunque la vida te arrugue o pisotee, SIGUES siendo tan valioso como siempre lo hayas sido. Lo que debes preguntarte es CUANTO VALES en realidad y no lo golpeado que puedas estar en un momento determinado. 

Alfredo se quedó mirando a Marisa sin decir palabra alguna mientras el impacto del mensaje penetraba profundamente en su cerebro. 


Marisa puso el arrugado billete de su lado en la mesa y con una sonrisa cómplice agregó: 
- Toma, guárdalo para que te recuerdes de esto cuando te sientas mal...pero me debes un billete NUEVO de 50 dólares para poder usar con el próximo amigo que lo necesite !!

viernes, 15 de julio de 2016

Enriquezca su vocabulario















Túmulo
Sepulcro levantado de la tierra.
Armazón de madera, vestida de paños fúnebres, que se erige para la celebración de las honras de un difunto.
Montecillo artificial con que en algunos pueblos antiguos era costumbre cubrir una sepultura.


Piélago
Parte del mar, que dista mucho de la tierra.
Aquello que por su abundancia es dificultoso de enumerar y contar.
Balsa, estanque.


Basilisco
Animal fabuloso, al cual se atribuía la propiedad de matar con la vista.
Persona furiosa o dañina.
Reptil americano de color verde y del tamaño de una iguana pequeña.
Pieza antigua de artillería, de gran calibre y mucha longitud.


Hecho un basilisco
Sumamente airado.

Ludibrio
Escarnio, desprecio, mofa.

Órfico, Ca
Perteneciente o relativo a Orfeo, poeta y músico griego mítico.
Perteneciente o relativo al orfismo.


Orfeo
Personaje de la mitología griega. Según los relatos, cuando tocaba su lira, los hombres se reunían para oírlo y hacer descansar sus almas.

Orfismo
Religión de misterios de la antigua Grecia, cuya fundación se atribuía a Orfeo, poeta y músico griego mítico, y que se caracterizaba principalmente por la creencia en la vida de ultratumba y en la metempsícosis.

Infición
infección.

Gracejo
Gracia, chiste y donaire festivo en hablar o escribir.

Gracejar
Hablar o escribir con gracejo.
Decir chistes.


Inulto, ta
No vengado.
No castigado, impune.


Acíbar
Amargura, sinsabor, disgusto.


Donoso, sa
Que tiene donaire y gracia.
Donosa ocurrencia, pregunta.


Excogitar
Hallar o encontrar algo con el discurso y la meditación.

Atrabilis
Uno de los cuatro humores principales del organismo, según las antiguas doctrinas de Hipócrates y Galeno.

Humor
Genio, índole, condición, especialmente cuando se manifiesta exteriormente.
Jovialidad, agudeza. Hombre de humor.
Disposición en que alguien se halla para hacer algo.
Buena disposición para hacer algo. ¡Qué humor tiene!
Cada uno de los líquidos de un organismo vivo.
Estado afectivo que se mantiene por algún tiempo.


Venero
Manantial de agua.
Raya o línea horaria en los relojes de sol.
Origen y principio de donde procede algo.
En minería, criadero (‖ agregado de sustancias inorgánicas útiles).


Misantropía
Aversión al género humano y al trato con otras personas.

Ludibrio
Escarnio, desprecio, mofa.

Descontentadizo, za
Que con facilidad se descontenta.
Difícil de contentar.


Antínoo
Antínoo o Antinoo fue un joven de gran belleza, favorito y amante del emperador romano Adriano. Tras su muerte fue deificado y se le rindió culto.