El asno de Buridán es el nombre que se le da al animal que protagoniza un antiguo argumento de reducción al absurdo contra Jean Buridan (1300 - 1358), teólogo escolástico discípulo de Guillermo de Ockham, defensor del libre albedrío
y de la posibilidad de ponderar toda decisión a través de la razón.
Para satirizar su posición, algunos críticos imaginaron el caso absurdo
de un asno que no sabe elegir entre dos montones de heno (o, en otras
versiones, entre un montón de avena y un cubo de agua), y que a
consecuencia de ello termina muriendo de inanición (o de sed). Se trata,
según algunos, de una paradoja,
ya que, pudiendo comer, no come porque no sabe, no puede o no quiere
elegir qué montón es más conveniente, ya que ambos montones le parecen
iguales. Aristóteles, en el De Cælo, ya se había preguntado cómo un perro confrontado ante dos cantidades idénticas de alimento podría comer.
El ejemplo del asno que muere de hambre por indecisión parece
inverosímil, pero es posible imaginar casos menos extremos y más
intuitivos de la misma paradoja: piénsese en alguien que sigue la máxima
de hacer siempre primero lo que es más urgente y, enfrentado ante
varias tareas urgentes, su propia deliberación acerca de cuál es la
tarea prioritaria le hace perder valiosísimo tiempo. O piénsese en una
persona que ama a dos pretendientes ¿puede amarlos a ambos con la misma
fuerza y perderlos a ambos por culpa de su indecisión?
El problema es un ejemplo del uso del principio de razón suficiente formulado siglos más tarde por Leibniz,
según el cual si no hay una razón suficiente para que una cosa suceda
en vez de otra, el principio afirma que no sucede nada, la situación
inicial no cambia. La paradoja del asno de Buridán aplica el principio
anterior a una situación de simetría bilateral. Otro contexto en el que se suele aducir la paradoja es como argumento de reducción al absurdo del racionalismo para justificar la fe
religiosa. Como el asno muerto de hambre, debemos supuestamente tomar
una decisión no racional para evitar quedar paralizados en una duda sin
fin. Un contra-argumento típico responde que es perfectamente racional
reconocer que ambas opciones son igualmente buenas y escoger
arbitrariamente una en vez de morir de hambre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Su Comentario