Por Daniel Comisso Urdaneta - 15 octubre 2011Me permito extraer, del artículo titulado “Venezuela, Guyana y el problema de la soberanía selectiva” (www.diploos.com), escrito por Víctor Mijares (Profesor Asistente de Relaciones Internacionales de la Universidad Simón Bolívar), lo siguiente; los Estados son fundamentalmente grandes mecanismos generadores de servicios, entre ellos el principal es brindar seguridad a sus pobladores y garantizar su propia continuidad histórica. Continúa diciendo, los Estados, en nombre de la soberanía, poder absoluto e indivisible, se encumbran como autoridades supremas en su propio espacio geográfico y respaldan sus exigencias contra injerencias extranjeras; los Estados, continúa, crean legítimamente sus cuerpos burocráticos para la defensa, siendo unos diseñados para las interacciones pacíficas (diplomáticos) y otros para las interacciones armadas (fuerzas militares). El momento en el que más abiertamente se manifiesta el poder soberano de un Estado, es cuando se encuentra en riesgo la base física de su existencia inmediata: su territorio.
Consideré oportuno recordar estos conceptos, de un experto en la materia, para el desarrollo de la presente reflexión. Particularmente añadiría que, además del territorio, también el poder soberano de un Estado se manifiesta cuando se entrega la república a un “estado foráneo” para que éste rija su destino y administre su patrimonio.
Ciertamente si en algo se ha empeñado el régimen castrochavista, violando la constitución y las leyes desde sus inicios, es precisamente, en distorsionar los conceptos de soberanía, manipular la continuidad histórica y degenerar las instituciones estatales encargadas de prestar el servicio de seguridad de la nación, para poder imponer los intereses apátridas de la revolución cubana en Venezuela. Ya hemos descrito esto en reflexiones anteriores, no obstante, me propongo ahora invitarles a ver la situación, en esta coyuntura del caso de Guyana, mediante un muy concreto enfoque del comportamiento del régimen, en relación a las cuatro históricas hipótesis de conflicto que se estudiaban y evaluaban institucionalmente por el Estado venezolano hasta la llegada del proceso revolucionario.
Los organismos de seguridad del Estado venezolano evaluaban cuatro hipótesis de conflicto para configurar, diseñar, planificar y ejecutar, las políticas de seguridad nacional y para estructurar y organizar sus „órganos burocráticos para su defensa, estas eran; (i) la generada por los intereses encontrados entre Venezuela y Colombia por la delimitación de las aguas del golfo de Venezuela; (ii) la generada por el proceso de reclamación de la Guayana Esequiba a Guyana; (iii) la de posibles aspiraciones expansionistas de Brasil; y (iv) la de la penetración e invasión marxista-leninista por medio de la revolución cubana.
Pues bien, la hipótesis (iii) con Brasil siempre mantuvo un muy bajo perfil y podría decirse que se ha diluido gracias a las excelentes relaciones con ese país desde hace más de treinta años.
La hipótesis (i) con Colombia, ha mantenido sus altos y bajos, se alcanzó un punto muy álgido con el episodio del Caldas. Se ha mantenido una política de exclusivo manejo bilateral que ha sido suficiente para no alterar las relaciones, pero no podemos perder de vista que sigue pendiente el factor principal, el cual es lograr la definitiva delimitación y demarcación en la zona del golfo de Venezuela.
La hipótesis (iv) de la penetración por medio de la revolución cubana, es obvio que se ha materializado. Como he dicho en anteriores oportunidades, hemos perdido la República ante esta avanzada revolucionaria y para colmo de males, con la complicidad traidora del comandante-presidente, de los Altos Mandos de las fanr, sus milicianos y del resto de los órganos del estado revolucionario.
Ahora, se plantea la total inacción del estado revolucionario ante las recientes intenciones manifiestas de Guyana en cuanto a lograr apoyos regionales en favor de sus pretensiones de extensión de mar territorial más allá de las 200 millas y de otorgar concesiones a terceros para realizar explotaciones en territorios en reclamación por parte de Venezuela. Esta grave omisión o mejor aquiescencia, del régimen revolucionario, en caso de continuar, coincido con los expertos, es una aprobación tácita y cómplice hacia los intereses de Guyana, con sus negativas consecuencias en el plano jurídico internacional en cuanto a la histórica posición de Venezuela.
Así las cosas tenemos que, en doce años del régimen revolucionario castrocahvista, de las cuatro hipótesis de conflicto históricas, se ha cedido totalmente en la (iv), la penetración castrista, acto denigrante de alta traición; y con respecto a la (ii), las aspiraciones de Guyana, todo parece indicar que se mantendrá el silencio cómplice en contra de las históricas aspiraciones venezolanas. Me inclino a pensar que este silencio “solape” intereses de terceros, como podrían ser Brasil favorecido por las concesiones y Cuba por su posición en apoyo a la expansión del mar territorial de Guyana.
Sin embargo el daño no se limitaría a este caso, me refiero a que el Estado Venezolano ha hecho ingentes esfuerzos por mantener sus aspiraciones y pretensiones legítimas y soberanas en la consolidación y expansión de su patrimonio.
Por tanto de mantener la omisión ante el caso Guyana, como se dijo, se generará un precedente negativo que puede ser aprovechado por otros estados de la región, con el oportuno apoyo de otros estados “amigos”, en función de sus intereses y reorientar sus aspiraciones en contra del estado revolucionario, que cada vez se hace más incómodo tanto a sus vecinos como a nivel global.
Por ejemplo, Colombia podría reorientar sus acciones en el caso del golfo y sobre la soberanía que, Venezuela sostiene, genera el archipiélago de Los Monjes. Igualmente, pequeños estados del Caribe podrían retomar el caso de Isla de Aves, y así ante la debilidad y aquiescencia del régimen, Venezuela quedaría diezmada en su patrimonio, más de lo que sus ciudadanos hayamos podido imaginar, siendo que hasta ahora lo que hemos visto y vivido ha sido dentro del territorio y vinculado a la desintegración del sector productivo empresarial estratégico y en general de todas las instituciones.
Los Estados están genéticamente conformados para sobrevivir y combatir cualquier “infiltración refundadora” que tienda a ponerlos en su propia contra. Sólo un estado títere, integrado por cretinos sumisos a una dirección y control extra frontera, puede ser utilizado para desconocer y profanar sus valores y tradiciones históricas, traicionar sus auténticos ideales de libertad y tratar de controvertir sus políticas estratégicas de seguridad y desarrollo, sin detenerse en valorar la trascendencia de ello. Ese es el caso del estado revolucionario que maneja a nuestro país.
Para muestra y sin irnos hacia la efectividad de los Estados del primer mundo, tomemos a los mismos Estados nombrados; Brasil, Colombia, Guyana y hasta el de Cuba, ninguno de ellos ha cambiado ni cambiará su esencia histórica, ni su concepción estratégica, porque saben que allí están tanto el triunfo como la perdición de todo. No obstante, el régimen castrochavista pretende continuar con tal aberración.
Puede sonar muy duro lo expresado, pero lamentablemente ese es el futuro que nos depara si la revolución permanece en el país, siendo que sus graves falencias y violaciones como “estado democrático” le están siendo cada vez más difíciles esconder y tendrá que manejarse de manera complaciente para seguir ganando o “comprando” amigos en la región, ya que los que tiene fuera de ella sólo lo descalifican más, en un hemisferio democrático por tradición.
Respetados compatriotas, les reitero que, sólo asumiendo la carga de defender la república y actuando hasta las últimas consecuencias contra el régimen violador contumaz del compromiso nacional y vil traidor a la Patria, lograremos su recuperación.
No nos queda alternativa alguna. Doce años han sido castigo suficiente a nuestros errores, desde hoy al 2012 seguirá haciendo daño y con seis años más de revolución no habría forma de evaluar su ejecución en términos de identidad nacional ante la devastadora acción sobre el patrimonio nacional amen de la ya causada a las instituciones y de la hipoteca que deja comprometidas a nuestras futuras generaciones. No permitamos, por ninguna razón que esta situación continúe, ya que corremos el riesgo de recuperar un país notablemente disminuido en su patrimonio incluyendo territorio y mar patrimonial, o peor aún, llegar al punto de no retorno desde el cual no volveremos a recuperar a nuestra Venezuela.
Quiera Dios no sea este el desenlace final, sino más bien nos encamine, el próximo 07 de octubre de 2012, a emular a la Liga Santa y todos unidos logremos un contundente triunfo en nuestra Batalla de Lepanto Venezolana.
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