miércoles, 19 de mayo de 2010
Frase del día
si lo ha de juzgar su vencedor.
QUEVEDO y VILLEGAS, Francisco de
Hospitales y sevicia

Por: Rafael Muci-Mendoza - rafael@muci.com - Ningún caudillo venezolano le había regalado su madre –la patria– a un extranjero - Por cincuenta años he pensado que el Hospital Vargas es Venezuela; es él un reflejo de la situación económica y política de mi país; así, que no tengo que salir de sus confines para palpar la dura realidad. Él es un termómetro eficaz y efectivo del dolor del pobre de necesidad; ese dolor de otras personas que a la revolución no le duele, tan podrida de dinero y poder como están sus cofrades. Su destrucción intencionada –como la de otros centros asistenciales– ideada para favorecer una trova cubana decimonónica de mercenarios, saltabancos, prepotentes, incompetentes hasta para atender un parto e ignorante de los problemas sanitarios de mi país, se ha llevado a cabo sin misericordia. Por si fuera poco, por aquí de paso, mientras distraen su tiempo en escaparse a disfrutar las mieles del malhadado imperio. Ningún caudillo venezolano le había regalado su madre –la patria– a un extranjero para que ante sus ojos, se amancebara con ella. Ante su conciencia, el pueblo y la historia, tendrá que responder. Ahora, el medio siglo me pesa al mirar en derredor el desbarate descarado sin culpables. Quieren romper con un pasado fecundo para llevarnos a un futuro vacío. Los talentos se fugan, no sólo por falta de trabajo sino por incompatibilidad con los últimos de la clase, para colmo, clase dirigente donde la abundancia de ignorancia abunda, nacidos de un proletariado intelectual de políticos y médicos de pocas luces. La crueldad impuesta al pobre por un tiranuelo, la indiferencia de unos sentidos encallecidos y obnubilados lanzó la horda revolucionaria a descargar su odio contra quien no debía, contra los menesterosos y contra la ilusión de muchos jóvenes médicos de ser mejores, ahora perdidos para siempre.
Indignos vasallos de la dictadura

Paradojas petroleras

Por: Gerver Torres - gerver@liderazgoyvision.org - La revolución ha incrementado al máximo nuestra dependencia del petróleo.La revolución bolivariana está abarrotada de contradicciones y paradojas en todas las dimensiones que uno explore. Una de esas dimensiones es la petrolera. Veamos cinco de esas paradojas. Primera. Que la revolución necesita que la economía capitalista mundial se expanda y fortalezca para que se mantengan y aumenten la demanda y los precios del petróleo y así poder seguir financiándose. Es una paradoja increíble; que el gobierno revolucionario necesite que su supuesto enemigo siga creciendo para poderse él mantener en pie.La segunda paradoja es que para asegurarse el mejor precio posible en los mercados internacionales, el gobierno "anticapitalista" debe hacerse parte de un cartel, el de la OPEP, una práctica propia del capitalismo más salvaje; ese que la revolución más cuestiona. El Gobierno practica a nivel planetario aquello que condena tan vigorosamente en su discurso.La tercera contradicción, es que mientras más asegura su viabilidad económica con precios altos del petróleo, más empobrece a los países más pobres del mundo, a los cuales vive permanentemente declarándole su solidaridad. Los altos precios del petróleo afectan desproporcionadamen te a los países más pobres.La cuarta contradicción es que el cliente más importante del petróleo que vendemos es Estados Unidos, el principal enemigo de la revolución. Estados Unidos está además envuelto en dos guerras que la revolución bolivariana condena y para las cuales el petróleo es un combustible fundamental.La quinta contradicción es que la revolución bolivariana ha incrementado al máximo nuestra dependencia del petróleo. Nos hemos vuelto puro petróleo. Los años que van del 2006 al 2009 están entre los de mayor dependencia petrolera que el país haya experimentado en su historia. La revolución que supuestamente buscaba diversificar la economía, nos ha hecho más monoexportadores, más monodependientes. Todo en nombre de la revolución.