Por: Alfredo Yanez Mondragón - Confieso mi desprecio por las discusiones sobre ideologías. Me dan igual, al menos en lo conceptual, porque los resultados de unos y otros regímenes -cuando rayan en lo extremo- son los mismos: pobreza, desigualdad, exclusión, desvergüenza; y esa cosecha es producto de la siembra de odio, revancha y resentimiento. Olvídense del saboteo. Yo no estoy en contra de este proceso político por que sea de izquierda. Estoy en su contra por hablador de más, por incumplido, porque no tiene norte más allá del capricho personal, porque es desvergonzado que un día dice una cosa y al día siguiente otra, por mentiroso, por embaucador, por ser eso que decían los mayores: Luz para la calle y oscuridad para la casa; con esas características, el saboteo es autopropiciado, endógeno, que llaman. Este proyecto ha generado con sus misiones la institucionalización de lo paralelo, y de lo paralelo malo. En vez de trabajar duro, con los recursos inmensos que tuvo, para hacer funcionar los servicios de salud, se inventó una subestructura para que unos pocos se llenaran construyendo casitas hexagonales, bonitas pero vacías... En vez de fortalecer el aparato productivo en el agro, y vigilar para que no hubiera corrupción en la cadena natural desde el campo hasta el consumidor, se inventó tres o cuatro programas corruptos, que otra vez enriquecieron a tres o cuatro, y perjudican al pueblo que tiene que "calarse" horas de sol, o agua, o tierra, para comprar lo que esos tres o cuatro quieren... Y así un largo etcétera de organismos paralelos que solo entorpecen, denigran, y además fortalecen la corrupción; eso es saboteo avalado por la impunidad reinante. Y no cambia. En plena campaña desempolvan sus caramelos, ahora -como si recién llegaran al poder- prometen siempre "pronto" y nunca "recientemente", casas bien equipadas, carros con combustible -que no tenemos- gratis y hasta tarjetas de consumo para pagar el mercadito en dos años. Saboteo a crédito, pues. Por cierto, a nadie de la oposición le he oído hablar en contra de las misiones. Grave error, a mi entender. Al final, muchos de los opositores intentan imitar el espejismo populista que da votos... populismo del barato, del de foto... del que besa viejitas y carga niñitos... A ninguno le he oído hablar de una política que garantice trabajo para el campesinado en lo que sabe hacer, profesionalización para ellos... mejores camiones para el transporte, ubicación de espacios claramente definidos y demarcados para la venta de productos, sin que ello implique competencia desleal para con los comerciantes que se labraron la vida a fuerza de pequeñas inversiones y riesgos; eso también es saboteo, porque nadie tiene la exclusividad. Hubo muchos que se comieron el cuento de los 40 años... pero hoy, once años y ocho meses después, aquel discurso con el sonido de la flauta de los encantadores de serpientes sigue siendo el mismo, como siguen siendo los mismos (y en algunos casos potenciados) los graves problemas de salud, inseguridad, escasez, deterioro de la infraestructura, salario, inflación. Aquí mucha gente votó en 1998 por un cambio, no en el discurso (que ése lo hubo) no en lo carismático del líder (que lo hubo) no en lo chistoso y mediático (que lo hubo)... votó para vivir mejor, para superarse, para crecer... (y eso no lo hubo). La ilusión fue saboteada con la incapacidad, con la incompetencia, con la desidia. Si política social es la igualación hacia abajo, yo no suscribo esa práctica. Prefiero sabotearla. Creo en que es posible trabajar para que todos seamos realmente iguales en cuanto a las oportunidades. Pero estoy convencido de que nunca seremos iguales en cuanto a ambiciones, propósitos de vida, generación de ideas, posibilidades de crecimiento... sencillamente porque los humanos somos distintos unos de otros, y en consecuencia, los intereses serán disímiles, por ello aquella frase agustiniana "No es más feliz quien más tiene, sino quien menos necesita", con la que sabotea a unos y otros. Dentro de unos días volveremos a estar frente a una posibilidad de decisión. Ojalá que el bullicio, la distracción, las canciones pegajosas, lo accesorio y hasta lo sentimental, no nos hagan cometer los mismos errores de otras oportunidades, o lo que podríamos considerar nuestro autosaboteo colectivo, porque no asistiremos a una confrontación entre ideologías, asistiremos, estoy convencido, al dilema entre la continuidad del paralelismo absurdo, controlado y racionado y la apertura hacia el crecimiento en justicia e igualdad de oportunidades, sin cercos, sin camisas de fuerza, sin pensamiento hegemónico. Dios quiera que nadie lo sabotée. incisos@hotmail.com - @incisos
http://www.eluniversal.com/2010/09/11/opi_art_saboteo_11A4447501.shtml
lunes, 13 de septiembre de 2010
Saboteo
Mascioli Garcia
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