Por: Carlos R. Alvarado Grimán - La población esta expectante y ansiosa. Se respira en el ambiente un aire pre-insurreccional. Las condiciones objetivas están dadas para la ocurrencia de una gran conmoción social. La crisis política es profunda; el aparato productivo nacional colapsa; el desorden administrativo es total; las instituciones democráticas mueren moralmente; el pueblo ve comprometido su futuro; y un sentimiento de frustración corroe la médula social. Todo este marco presagia el principio del fin de esta falsa revolución. No se sabe donde saltará la chispa que encienda la pradera, pero el pasto seco esparcido a lo largo y ancho del país está servido, para el desencadenamiento de las acciones sociales. Esta coyuntura, agravada por la siembra de odios por parte de los agentes al servicio del régimen chavista, rememora las condiciones previas a los sucesos de febrero de 1989, podría tomar por sorpresa a la dirigencia opositora que no ha sabido interpretar el actual momento político. Sin embargo, estamos a tiempo para rectificar. Estimamos como impostergable que personalidades destacadas de la vida democrática, conjuntamente con: la iglesia católica, las academias, los sectores estudiantiles, gremios, sindicatos, ONGs, organizaciones sociales y partidos políticos en general, convoquen a un “Consejo Situacional y de Transición” que asuma la vocería de la oposición, organice las acciones políticas y prepare las condiciones para un periodo de transición democrática. Es imprescindible acabar de una vez por todas con los discursos dispersos en ideas y compulsos al discurso del Duce caribeño. Basta de caer en trampas, embestir trapos rojos o pisar peines políticos distraccionistas. Contrariamente a lo propagado por los aparatos propagandísticos del chavismo, en Venezuela existen fuerzas morales incuestionables y valores intelectuales de primer orden, capaces de sacar al país adelante. La iglesia católica venezolana por ejemplo, ha sido un bastión moral, al cual éste régimen fascista no ha podido quebrar ni arrodillar. Sugerimos que sea esta Iglesia católica valiente, la que asuma el liderazgo en esta aciaga hora para los venezolanos, emulando las gestas antifascistas de sus antecesores. El liderazgo partidista, debe subordinar sus intereses y ambiciones personales o grupales para integrarse a éste Consejo Situacional propuesto. Únicamente un gran consenso nacional garantizará el retorno a la democracia sin grandes traumas o sufrimientos. El tiempo para actuar es ahora. Evitemos que el Duce Caribeño nos conduzca hacia una guerra fraticida. Impidamos que la sangre llegue al río.
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