Por: Santiago Alcalá - La Razón - La renuncia pública a la militancia pesuveca del general retirado Alberto Müller Rojas, marca un punto de inflexión, un “cuesta abajo en la rodada” del supuesto partido de gobierno. Un movimiento clientelar, aluvional, nacido anciano, decrépito, malamañoso, en lo que se refiere a las viejas taras que hicieron mella en los denominados partidos históricos. Hoy, ha sido Müller, vicepresidente del PSUV, decepcionado, lastimado, cansado de los desplantes de Chávez. Antier, no más, fueron los Wilmer Azuaje, los Henry Falcón, los Carrizales, los Vladimir Villegas, cada cual a su manera, obligados a tomar distancia. Pero mañana ¡ay, mañana! por no decir a la vuelta de la esquina, otros, ya están en sus marcas para la correspondiente estampida. Rangel, adula en público y le frota las botas al comandantón con sus contorsiones de gata, pero en privado despotrica de los “ineficientes” ministros, apura pactos inconfesables con sus compinches de la oposición colaboracionista y se promueve como el hombre ideal para transición. Diosdado, “Audi” Rodríguez, el bobo-vivo de Cancillería, así como el pisaverde de Pdvsa, concilian presurosos los saldos de sus cuentas bancarias, en Bahrein, la isla de Man, Adorra y otros paraísos fiscales. Escarrá y la magistrada Luisa Estela Morales, desempolvan antiguas relaciones de sus pasados copeyanos, mientras que supuestos duros de la revolución, como Aristóbulo, Alí Rodríguez y William Lara comienzan a ponerse blanditos. Todo eso sin contar, la verdadera avalancha de funcionarios, como Jackelin Farías, que ya han mandado a sus hijos a París, “estudiar” al extranjero ¿A Cuba o casa del hermano Admadenijah? ¡Ni de vaina! Hasta el sicario de “La Hojilla” busca reconciliarse con la familia De Armas, sus viejos ex empleadores al extremo de haberles enviado emisarios para que le consigan una “concha” buena para el sálvese quien pueda que se les viene encima. LAS DESERCIONES En eso de las deserciones, hay de todo, como en las viejas quincallas. Müller Rojas, dice que Chávez no lo recibía. Que pedía y pedía una audiencia para activar la cacareada participación protagónica pero la única respuesta que recibía, era una sonora trompetilla. Fue así que desempolvó su vieja garrocha –la misma con la que saltó del lusinchismo a la “robolución”- y pegó su brinco rabioso. El caso de Henry Falcon, tiene aristas propias. Desde hace años, se bajó del portaaviones de Chávez, se puso a cultivar un liderazgo propio, de modo que no iba a tolerar el ¡atención, firrr…! que le telegrafiaban desde Miraflores. Carrizales, inventó una supuesta enfermedad. A Villeguitas lo traicionó su subconsciente gremialista. Eran demasiados los atropellos contra sus colegas periodistas. Rangel, quiere seguir incrementando su inmensa fortuna. Otros, no son tan ambiciosos. Se conforman con un exilio dorado. Hacerse corresponsables de crímenes como la narcoguerrilla de las FARC, el terrorismo de la ETA y el Al Qaeda o de las violaciones a los derechos humanos, los relegaría a vivir en Sudán, Cuba, Nicaragua, Bolivia u otros países del Quinto Mundo y todo el que mete mano en la Tesorería, anhela retirarse en Madrid, a las orillas del lago Montreaux e, incluso, en Nueva York. Hay, también -aunque son los menos- los verdaderos socialistas. Gente de buena fe, de convicciones verdaderas, que resienten estar al servicio de un vendepatria, que lo mismo se le pone en decúbito ventral a los hermanos Castro, que le enajena nuestras riquezas al capitalismo ruso o chino o brasileño. Imbéciles que son lo que piensen que entregarse a los empresarios gringos es malo, pero que hacer lo mismo con sus pares de otros países liberará al proletariado y a las clases menos desposeídas. ¿Y QUÉ DICE EL PUEBLO CHAVISTA? Al lado de todo lo anterior, está el pueblo oliente y moliente que creyó en Chávez. Ocurre, sin embargo, que el sujeto que en mala hora nombramos jefe de Estado, a causa de sus inocultables taras morales y sentimentales, no escoge sus colaboradores entre gente adiestrada, sino entre incondicionales. He allí el motivo del colapso de nuestros servicios elementales. No hay agua, energía eléctrica, la inflación crece en espiral, no se consigue cemento ni cabillas porque las empresas nacionalizadas naufragan en un mar de impericia e improvisación, los incendios forestales arrasan sin que los bomberos mal equipados y peor motivados los enfrenten con éxito, la inseguridad asesina venezolanos a mansalva, los cuerpos policiales se han convertido en una guarida de malhechores. La nave hace agua y los colaboradores más conspicuos saltan por la borda –como ciertos animalillos de obligada evocación- pero la gente de a pie, la de la calle, no realiza mayores cálculos. Se volcará en repudio el próximo 25 de septiembre agobiada por la ineptitud de Chávez y sus colaboradores. El rechazo al gobierno gamberro, no lo detendrán las amenazas. El “Nerón de Sabaneta” les ha advertido a las regiones que las penalizará, en el caso que voten por los candidatos de oposición ¡Habrá guerra! vocea en tal supuesto, en medio de su coprolalia y así será. Guerra democrática por el derecho de opinar y decidir con libertad, por la libertad, por la solución de los servicios básicos, por la vida. Hay muchos Müller Rojas en las filas del PSUV. Esperan turno para expresar su repulsa contra la autocracia, la corrupción, el autismo, el entreguismo de nuestras riquezas a cambio de complicidades internacionales. El final, está cerca. Allí está la razón de los acomodos.
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