Por: Oliver Serrano León - Una de los conceptos que más ha preocupado a la Humanidad es el del tiempo, más concretamente el cronológico, aunque el meteorológico también nos de quebraderos de cabeza de vez en cuando. El transcurso de los segundos, minutos y horas condiciona nuestras actividades, nos da libertad o también nos limita. El paso del tiempo nos acompaña sin que podamos ralentizarlo, acelerarlo o transformarlo, y el tic-tac del reloj marca. Sería imposible vivir sin un concepto claro y un uso más o menos adecuado del tiempo. Si no dejáramos las suficientes horas los garbanzos en remojo antes de hacerlos probablemente quedarían duros, así como si no supiéramos que hora es ni en que día estamos seríamos básicamente “asociales”, ya que no podríamos cumplir normas básicas. Cuando disfrutamos de algo nos gusta “estirar” el tiempo: disfrutar cada minuto de la actividad placentera; al contrario, si estamos en una situación que nos resulta desagradable nos encantaría que el tiempo se comprimiese y pasara lo más rápido posible. Sin duda, nuestro discurso habitual del día a día está lleno de frases relacionadas con el tiempo. Es muy habitual oír decir, cuando alguien tiene un problema “no te preocupes, con el tiempo todo se cura” o “el tiempo te hará ver las cosas de otra manera”. Por otro lado, es igualmente frecuente que cuando consideramos que se ha cometido una injusticia, o creemos que un culpable puede quedar impune digamos algo así como “el tiempo pondrá las cosas en su sitio”. No es extraño tampoco escuchar “vamos a darnos un tiempo” a parejas que pasan por dificultades, o simplemente usar el tiempo como una excusa (“no puedo, no tengo tiempo”, cuando en realidad muchas veces queremos decir “no quiero, no me apetece”). Si nos fijamos, lo más curioso del contenido de las frases populares mencionadas es que en todas ellas se atribuye alguna cualidad psicológica al tiempo. Por un lado, cuando hablamos de que el tiempo todo lo cura, atribuimos una cualidad “sanadora” o ansiolítica. Si decimos que el tiempo nos hace ver las cosas de otra manera, estamos atribuyendo una cualidad de pensamiento alternativo, o pensamiento con perspectiva. La característica común a estas atribuciones es que, de alguna manera, se externaliza la responsabilidad o nuestra actuación en diferentes situaciones vitales. Me refiero a que aplicamos de alguna manera un locus de control externo, al igual que solemos hacer cuando fracasamos en algún objetivo (si he suspendido el examen es porque el profesor me tenía manía, no porque no hubiera estudiado). Tenemos interiorizado que el paso del tiempo suaviza las cosas, nos da perspectiva, arregla problemas, etc…pero no nos damos cuenta de que el tiempo sólo transcurre, ni más ni menos, y somos nosotros los que debemos asumir diferentes puntos de vista para solucionar problemas. Decía Camilo José Cela que un suceso que ha ocurrido hace siete años se ha convertido en otro suceso. Puede ser cierto. Puede que el transcurso del tiempo nos haga olvidar, nos haga ver las cosas de otra manera; pero no, el tiempo no tiene ninguna propiedad psicológica en sí mismo. Piensa un poco: ¿crees que el tiempo por sí mismo soluciona las cosas? ¿por qué usamos el tiempo como excusa permanente? ¿por qué la atribuimos cualidades mágicas a ese concepto que tanto nos preocupa?
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martes, 26 de enero de 2010
¿El tiempo lo arregla todo?
Mascioli Garcia
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