Por: Ramón Espinasa - Como mecanismo de relojería, a la medianoche del 31 de diciembre de 1975 los letreros de todas las estaciones de servicio del país, hasta ese momento operadas por empresas transnacionales, cambiaron por los de las nuevas empresas filiales de Pdvsa. El 1º de enero de 1976 los venezolanos despertamos para ver a Maraven sustituir a Shell, Lagoven a Creole, Meneven a la Mobil y así. Ésta fue una primera muestra de la eficiencia que caracterizarí a, durante lustros por venir, la empresa que llegaría a ser orgullo del país y ejemplo de las empresas petroleras en el mundo. Todavía está por escribirse la historia de Pdvsa hasta su destrucción hace ya tres años. En este artículo tan sólo quiero destacar tres aspectos de su legado. La relación con el petróleo - El primer aspecto atañe a la relación de la sociedad venezolana con el petróleo. Para el momento de la nacionalizació n, el país se percibía sin futuro en el petróleo. La tesis del agotamiento de las reservas, piedra angular de la política orientada a aumentar la presión sobre las operadoras internacionales hasta apartarlas del negocio, resultó una profecía auto-cumplida.
Para mediados de los setenta el país estaba convencido que quedaban reservas para poco más de diez años.. Lo que siempre había sido una mezcla de temor y anhelo nacional -el agotamiento de petróleo-, se hacía "realidad" con todo lo que ello implicaba. El fin del desarrollo financiado con renta petrolera se pensaba inminente. Sin embargo, la intensa campaña exploratoria después de la nacionalizació n, la reestimación de reservas en campos existentes y, en particular, la evaluación de la fabulosa base de reservas de la Faja Petrolífera del Orinoco, certificaron la masiva presencia de hidrocarburos en el subsuelo nacional. En los cuatro lustros después de la nacionalizació n, de la percepción de agotamiento se pasó a la certeza de reservas que aseguraban un muy largo horizonte de producción. Tan importante como la constatación de las inmensas reservas del país, Pdvsa, como industria nacional, cambió en alguna medida la relación del país con el petróleo. La actividad petrolera dejaba de ser un medio de financiar el desarrollo no petrolero, para convertirse en un fin en sí misma. La tesis de la "siembra del petróleo", tan arraigada en el pensamiento nacional, colocaba la producción de hidrocarburos exclusivamente como fuente de financiamiento de las actividades no-petroleras, agrícolas y manufactureras, consideradas las únicas genuinamente "nacionales" y con futuro en el país. Al correr el velo ideológico y político que aislaba la industria extranjera de la realidad del país, quedó de manifiesto que la industria petrolera era por mucho la primera industria nacional en cuanto a su demanda de bienes y servicios y generación de actividad económica conexa. La industria petrolera podía llegar a ser, en sí misma, un potente motor del desarrollo nacional e invertir en el petróleo una forma más de generar riqueza de un modo mucho más rentable que cualquier otra actividad productiva. La siembra del petróleo debía incluir en primer lugar la inversión en la propia industria petrolera. Mirando hacia el futuro, gracias a Pdvsa Venezuela encontró su espacio en la economía mundial. El país se descubrió a sí mismo como una potencia en la industria de la energía, capaz de suplir no sólo energía primaria sino de exportar manufacturas intensivas en energía, así como servicios conexos a esta actividad productiva. Evidencia de saber hacer político y empresarial - Pdvsa, por el sólo hecho de ser una institución creada por venezolanos, es otro importante legado. En primer lugar, la creación de Pdvsa fue una muestra de "saber hacer" político. Fruto de un muy amplio consenso nacional y de la negociación con las empresas extranjeras, el cambio tan importante como la propiedad y operación de una industria tan compleja y delicada como la petrolera, se produjo sin traumas. Ni por un instante se paralizó la continuidad de las operaciones mientras el estado nacional asumía el control de las mismas. Todo el mérito pertenece a la generación de políticos que llevó adelante semejante proceso. Pero más importante para la estima propia nacional es lo que vino después. En los cinco lustros siguientes a la nacionalizació n los venezolanos fuimos capaces, no sólo de continuar con las operaciones, sino de transformar una industria petrolera nacional, debilitada por lustros de desinversión por parte de las operadoras foráneas, sin vínculos internacionales, en una de las primeras empresas petroleras del mundo. No es este el lugar para detallar cómo se produjo esta transformació n; baste decir que fue reconocida mundialmente y que constituyó caso de estudio de las más prestigiosas escuelas de negocio. Lo que aquí quiero destacar es el impacto que este éxito mundial tuvo sobre nuestra sociedad. Los venezolanos reconocíamos en Pdvsa una empresa del primer mundo, un ejemplo de lo que país podía hacer y ser si se lo proponía. La gente - Sin embargo, Pdvsa, tenida meramente como empresa, sería una abstracción vacía de sentido profundo, porque el legado más importante que dejó al país fue su gente. Los seres humanos que construyeron esta empresa y que allí se formaron y formaron a otros. La valía de la gente de Pdvsa ha sido puesta a prueba por la competencia internacional. La diáspora que siguió a su destrucción ha demostrado cuánto valen los profesionales venezolanos en el mundo. No sólo en las operaciones, sino en el desarrollo tecnológico de punta, en la asesoría especializada y la formación de profesionales en otros países. Pdvsa, después de muerta como institución, sigue irradiando ejemplo a través de su gente. Serán estos venezolanos y otros por venir, quienes el día de mañana, en un ambiente de libertad, necesario para el trabajo creativo y la prosperidad empresarial, recrearán el sector petrolero venezolano. Hay que diseñar e implantar la organización institucional para el renacimiento de la industria petrolera nacional. No podemos saber cómo será Pdvsa en ese futuro. Será sin duda diferente de cómo fue y distinta de los despojos que quedan. Sin embargo, los venezolanos ya demostramos que cuando se crea un amplio consenso nacional somos capaces de crear instituciones de calidad mundial y sé que lo haremos de nuevo. Pdvsa fue destruida por el centralismo y el militarismo. La destruyeron los sectores más atrasados de nuestra sociedad. Hoy día no hay nada que celebrar sino la muerte de una empresa que fue orgullo del país y ejemplo del mundo. Sólo en ese sentido cabe decir que "ahora Pdvsa es otra".
miércoles, 18 de febrero de 2009
El legado de PDVSA
Mascioli Garcia
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