Por: Macky Arenas - Periodista y socióloga - mackyar@gmail.com - Una de las actitudes humanas que producen mayor lástima es la falta de temor de Dios. Cuando un individuo, valiéndose de su poder, hace sufrir a otros a sabiendas de que comete una tremenda injusticia, eso es falta de temor de Dios. Cuando familias enteras lloran por causa de la injusticia que se comete contra sus seres queridos, eso es falta de temor de Dios. Cuando ciudadanos honestos permanecen encarcelados para satisfacer el deseo de venganza de un dictadorzuelo, eso es falta de temor de Dios. Y cuando hay ausencia de temor de Dios, falta todo. El riesgo para los pelos. Da lástima el individuo que no teme a Dios porque es como el ignorante que no ve el peligro mientras delira con el poder que por un ratico disfruta, aunque ese ratico ya dure diez años. En el tiempo de Dios, es muy poca cosa. Esos mandantes dan dolor. Por tibios serán vomitados. Tienen una vara muy corta porque sólo alcanza a dominar lo que no puede doblegar. Por eso la admiración que suscitan aquellos a quienes golpea, que contrasta dramáticamente con el desprecio que inspira el que la empuña. La vara de Dios es larga, tan larga como segura es su Justicia. No temer a esa Justicia es de necios y ciegos. La ira de Dios es terrible y la historia de la humanidad está llena de pruebas, no sólo de su amor y su misericordia, sino también de las consecuencias de su ira. La ira de Dios se ha manifestado cuando se le desconoce porque no se le teme y cuando repara injusticias para escarmiento de los duros de corazón. La conseja popular asegura que los atropellos se pagan en esta vida y también hay suficientes pruebas de ello. Eso permite suponer lo que vendrá en la otra, por lo que cultivar el temor de Dios es, por lo menos, aconsejable. La justicia humana es manipulable; la Divina va hasta el final. Está escrito. El Papa ha mencionado a los presos políticos esta Navidad. Se refirió a Latinoamérica y tenemos fundadas sospechas de que pensaba en Venezuela. La injusticia es el gran escándalo evangélico y Jesús vino a esta tierra a predicar la Salvación del pecado y de la muerte. El pecado y la muerte rondan a la injusticia instalada en Miraflores. Seis años tras la rejas de seres inocentes es demasiado pecado para un sólo hombre, pero en el tiempo de Dios aún hay espacio para conjurar esos demonios. Mientras más oportunidades perdidas para rectificar, mayor acumulación de cuentas que rendir y de saldos que pagar. Debían pensarlo, crean en lo que crean, no vaya a ocurrir aquello de enfrentarse, ya sin poder alguno, al "llanto y el rechinar de dientes".
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