Por: Mónica Prieto - Esta frase del ex embajador de Estados Unidos en Belgrado, Warren Zimmermann, describe breve y certeramente al hombre que provocó la desintegració n de Yugoslavia a sangre y fuego, que permitió un retroceso de siglos en Serbia y que se aferró al poder con los usos de un maniático a pesar de las erráticas maniobras de Occidente.Nacido en 1941 en Pozarevac, en Serbia, Slobodan Milosevic —más conocido como 'Slobo'— forjó su carrera mediante la manipulación, las mentiras y una silenciosa pero desmedida ambición de poder. Tras culminar sus estudios de Derecho, su mentor político, profesor y presidente de la República Serbia en la década de los 80, Ivan Stambolic, le impulsó al Partido Comunista de Yugoslavia, desconociendo que sería devorado por su criatura. El tiempo le haría lamentarlo. Una vez que entregó al introvertido 'Slobo' el liderazgo del partido, éste apenas tardó meses en desplazarle del poder.A principios de los 90, el populista 'Slobo' se ganó el apodo de «el carnicero de los Balcanes», iniciando la sangrienta desintegració n de Yugoslavia. Nacionalista radical—inventó el lema «allá donde hay un solo serbio está Serbia»—-, exacerbó el larvado nacionalismo de su pueblo emprendiendo la espeluznante guerra en Bosnia, tres años de limpieza étnica con 250.000 civiles muertos, miles de desaparecidos y al menos 12.000 violaciones consumadas ante la permisiva actitud de Europa.Para poner fin a la tragedia se negoció con Milosevic. Años después, en 1999, el silencioso 'Slobo' volvió a las andadas expulsando a los albaneses de Kosovo, una provincia con un 90% de población musulmana. Con la ambiciosa promesa de liquidar políticamente y de una vez a Milosevic, la OTAN atacó Belgrado durante cuatro meses, pero 'Slobo' no sólo se mantuvo al frente de la Presidencia, sino que logró cambiar la Constitución para poder permanecer en su 'trono'. Dicen quienes le conocían que carecía de amigos desde su infancia, que tenía un incomprensible concepto de la vida humana —sus padres se suicidaron cuando era un adolescente— y que su esposa, Mirjana, era la verdadera estratega de los genocidios que él puso en práctica. También se le describía como un mentiroso patológico y un encantador de serpientes. Por ello, no es de extrañar que el astuto 'Slobo' confiara en salir airoso de un proceso electoral en el que aparecía como el claro derrotado. Para él, el fin siempre ha justificado los medios. El mismo pueblo que lo ensalzó lo derrocó. El 5 de octubre de 2000, resultó castigado en las urnas, pero él se negó a aceptarlo: el Tribunal Constitucional anuló las elecciones generales. La respuesta popular fue clara y contundente. Al día siguiente miles de personas asaltaron el Parlamento y lo prendieron fuego. Vojislav Kostunica subió al poder. Pasaron ocho meses hasta que el nuevo gobierno yugoslavo decidió, a cambio de ayudas económicas de occidente, entregar a 'Slobo' al Tribunal Internacional para los crímenes de la antigua Yugoslavia. El 29 de junio de 2001, Milosevic ya durmió en una celda de La Haya. Desde entonces y hasta su muerte, ha estado inmerso en un jucio que no ha tenido veredicto.
Para Venezuela la moraleja de esta historia de pesadilla no es muy esperanzadora que digamos: ¿cuántos años de "permisividad" tendrán que pasar para que el mundo deje de hacerse el loco con respecto al loco?; porque digan lo que digan chávez es una amenaza para la paz de la región. Es obvio que no esperamos ninguna invasión de cascos azules que nos libere de nuestros demonios pero sí una postura firme y sincera del mundo civilizado ante los desmanes de este desequilibrado y su obsesión por convertirse en el stalin del siglo XXI.
ResponderEliminarNadies nos resolverá este problema Al. Nosotros lo abonamos, nosotros lo permitimos, quienes votaron por él lo pusieron y ahora TODOS lo tendremos que resolver. Los norteamericanos contribuirán a mantenerlo en tanto y en cuanto les sirva que esté allí. Pobre de aquel que crea que a ellos les importa un bledo si Chavez nos mata a todos.
ResponderEliminarEso lo sé Magda, a lo que me refiero es al hecho que la comunidad internacional con su actitud de fingir que no pasa nada en ciertas regiones alienta la permanencia de esta clase de tiranos de pacotilla. Si se les condenara unánimemente, y no con palabras hechas sino con la aplicación de sanciones efectivas, alimañas como la que nos ocupa tendrían al menos un obstáculo en sus planes de dominación y desestabilización. Fíjate en el "presidente" de Argelia: casi 20 años en el poder, cada cierto tiempos monta unas elecciones amañadas para dar la falsa impresión de ejercicio democrático y todo el mundo civilizado se las alcahuetea. Muy diferente sería si los países democráticamente constituídos se pusieran al menos de acuerdo para denunciar esta farsa y aplicarle sanciones. Sanciones.
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