domingo, 17 de agosto de 2008
REBELIÓN “muda”
Por: Francisco Alarcón - Actualmente es difícil conseguir en este país alguien que no pertenezca a las “élites” del régimen y esté contento con su gestión. Aunque disminuyan en participantes las protestas generalizadas, aumentan las manifestaciones focalizadas en muchos puntos de nuestra geografía. La mayoría de ellas dirigidas contra la inseguridad, malos servicios públicos, escasez de bienes e inflación. A veces, pareciera que estamos durmiendo el sueño de los tontos, y confundidos con los oropeles del “proceso” permanecemos resignados. Pero en el fondo no es eso lo que ocurre al pueblo venezolano, tras diez años de “revolución”, difícilmente encontramos gente contenta con ella. La nación se encuentra en bancarrota, sin embargo, nuestro Presidente sigue viajando y regalando dinero ajeno por los confines del mundo. Esa gran paradoja viene soliviantando los ánimos sin que posiblemente muchos opositores y oficialistas se den cuenta de ello, es una rebelión muda que se viene gestando en las entrañas de la sociedad, y es el propio comandante quien la atiza cada vez más. Con su falta de cabalidad y desconocimiento de la idiosincrasia venezolana, acuñándole nuevas leyes de corte socialista que ya fueron rechazadas en una consulta electoral. Este irrespeto a la mayoría, y violación a lo ya decidido el 2D, vulnera la libertad, la democracia sea cual sea el credo político de la gente. La nación es un hervidero, quizás hasta “mudo”, como si los factores políticos no se dieran cuenta, el Gobierno se burla de los ciudadanos cuando no cumple con las normas constitucionales, y la “oposición” no termina de ponerse de acuerdo para participar en las supuestas elecciones de alcaldes y gobernadores a realizarse en noviembre. Este fosco panorama da la impresión por instantes de pasar inadvertido para la sociedad civil, o de diluirse en las revueltas de Internet. Pero no es así, los venezolanos sienten y padecen, la nación se desangra y arruina por una malísima gestión de Gobierno que es advertida por todos. Mientras más callado sea el descontento más violento pudiera ser la respuesta. Ojo, es un aviso para oficialistas y opositores. No es un problema de armas, como cree Chávez, no se puede seguir instigando al odio, ni se puede continuar amenazando a la gente. Esas armas no son para fomentar guerras intestinas ni mucho menos para apoderarse de lo que no es propio. La situación nuestra la distinguen claramente en el exterior, llegando a decisiones de madurez tal como hizo el alcalde de Londres, disponiendo devolver los subsidios no consumidos, cuestión que pasó casi silenciosa y que pudiera ser un alerta sereno para los países que están aprovechándose de la “bonhomía” de Chávez con los dineros de la nación. Venezuela es un polvorín, con una combinación de penurias y contrastes de existencia, mientras más ricos son los nuevos “revolucionarios” menos tienen los más humildes. Somos un recodo del mundo con gente muy pobre y de enfermos, descuidados y abandonados. Esto no lo quiere ver el “comandante”, quien se recrea en sus viajes tratando de ocultar la realidad. Mal “informado”, y hasta engañado no quiere percatarse de los peligros, quien no estará exento de lo que ocurra, a pesar de contar con grandes recursos bélicos y anillos de seguridad. La cuestión está en salvar la democracia, ya casi liquidada; si continúan violando la Constitución , no habrá quien detenga una “rebelión” en el momento menos esperado. Son diez años, sin que el pueblo le vea el queso a la tostada, puras promesas y limosnas. La vida se hace más cara y penosa en ese batallar diario, y nuestro Presidente dragonea por el mundo malgastando los dineros de ese pueblo burlado y hambriento. La rebeliones “mudas” son más peligrosa que las visibles, y cuando éstas empiezan no se sabe cuándo terminan, siendo el detonante cualquier “cosa” verbigracia: el madrugonazo con las nuevas leyes aprobadas a última hora. Alerta, Venezuela siempre fue de todos y no de una parcela política y si las asonadas se habían disipado era porque vivíamos dentro de los parámetros democráticos.
Mascioli Garcia
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