viernes, 11 de julio de 2008

El cártel marxista


LARAZÓN.COM - La ofensiva colombiana - Las FARC han hecho de las zonas cocaleras de Colombia su fortín Tienen laboratorios para elaborar la cocaína y lazos directos con la mafia mexicana La guerrilla controla el rentable negocio del narcotráfico. Desde su cultivo hasta la síntesis de la cocaína. Humberto MonteroMadrid- Colombia erradicó manualmente la misma cantidad de coca que se cultivó en Perú el año pasado. En 2006, la superficie cultivada disminuyó un 9%, hasta las 78.000 hectáreas, pero un año después y pese a los esfuerzos del Gobierno del presidente Álvaro Uribe y de los miles de millones de dólares destinados por EE UU al Plan Colombia la superficie cultivada creció hasta las 99.000 hectáreas, un aumento del 27%. El crecimiento coincidió con la concentración de efectivos de la guerrilla marxista de las FARC en las principales zonas productoras. Mientras los cultivos de coca caen en el centro del país un 22% y en la región Meta-Guaviare (sureste de Colombia) un 21% como consecuencia de la presión militar, la superficie cultivada no ha dejado de crecer en la zona comprendida por los departamentos de Caquetá y Putumayo (un 23%, según los informes de Naciones Unidas). Es precisamente en esa región donde la narcoguerrilla ha concentrado más efectivos en los últimos tiempos así como en la zona fronteriza con Ecuador (en el departamento de Nariño y en el propio Putumayo) y en la siempre rentable de Meta-Guaviare -que ostenta el récord de cosechas (6,6 por año)-. Los expertos tienen muy clara la relación. «En Colombia, al igual que en Afganistán, las regiones donde más se cultiva la coca están bajo el control de los rebeldes», aseguró Antonio Maria Costa, director de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. El experto en las FARC, Alfredo Rangel, autor de varios libros sobre los insurgentes, mantiene la misma teoría. «Las FARC tienen en algunas regiones sus propios campos de cultivo. En ocasiones cobran por vigilar los cultivos y en otras por cultivar en sus zonas, pero también tienen campos gestionados por ellos mismos. Están vinculados de todas las formas posibles al narcotráfico», asegura a este diario. «Tienen sus propios laboratorios, tanto para convertir la hoja en pasta como para culminar el proceso hasta elaborar la cocaína. Suelen estar en zonas marginales con nula presencia del Estado y tanto los campos como los laboratorios se mueven con ellos. Como dicen los campesinos ?la coca camina», añade. Aunque la inmensa mayoría de la coca se vende a carteles que la comercializan, «hay tratos directos con mafias mexicanas», explica Rangel, quien remarca que los paramilitares y las FARC se reparten el lucrativo negocio de la cocaína y del cultivo de la amapola. «No están combatiendo entre ellos, están aliándose». Quizá sea éste el principal escollo para lograr el fin de las FARC, más que la batalla ideológica o militar: lograr que el cultivo de coca deje de ser tan rentable. «Si hay una reforma agraria que satisfaga a la guerrilla, la inmensa mayoría se desmovilizará cumpliendo las órdenes de la cúpula de las FARC, pero es posible que pervivan algunos frentes marginales», vaticina Rangel. Colombia entera sueña con ese escenario.

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