martes, 1 de julio de 2008
Conquista del Cinto de Hipólita
Hipólita, fue una reina Amazona a quien su Padre, Ares, Dios de la guerra le había regalado un cinturón mágico. Hércules recibió la orden de obtener dicho cinturón de Admete, hija de Euristeo rey de Argos. Hércules viajó con sus compañeros hacia Escitia, un lugar muy próximo al mar negro, desembarcando en el puerto de Temiscira. La reina Hipólita fue a recibirlos y se sintió atraída por Hércules. La estrategia de Hércules consistió en ganarse el aprecio de las amazonas en lugar de luchar contra ellas, de este modo logra que Hipólita le regale el cinturón como símbolo de amor. Sin embargo, Hera, disfrazada de amazona, difunde el rumor de que Hércules y sus compañeros planeaban robar a la misma reina. Las amazonas, encolerizadas, atacaron la nave de los griegos, después de una gran lucha, muere Hipólita, junto con las jefas amazonas. Hipólita es el símbolo del aspecto psíquico femenino de nuestra propia naturaleza interior. Antes de conseguir el cinturón, Hércules vence a los hijos de Minos, (magos negros) y a los enemigos del rey Licos (de licantropía), lo cual muestra la lucha ante los señores del Karma, con quienes debemos arreglar nuestros negocios.
Las amazonas eran terribles mujeres tentadoras. Aún cuando Hipólita consintió entregar pacíficamente el cinturón a Hipólita, es inútilmente sacrificada por la brutalidad masculina, que pretende apoderarse violentamente de su innata virtud. El cinturón de Hipólita, como emblema de la feminidad y representación de Venus, el planeta del amor, pierde todo su poder y significado al ser separado de su legítima poseedora. El amor y no la violencia hace, por lo tanto su conquista realmente significativa y valedera. El gran Neptuno, Dios de las aguas se casó con Clito o Clitoé, la única hija de Evenor y Leucipe, descendientes Atlantes. Clitoé, quien es la misma Minerva-Neith, edificó la ciudad de Atenas y Sais en el famoso Delta del Nilo. Posteriormente los atlantes edificaron en ese lugar un templo dedicado a Neptuno y Clitoé. En dicho santuario fueron depositados los cadáveres de los diez hijos de Neptuno, lo cual representa el sagrado diezmo de Abraham. Según el Génesis (Cap. 14): “Salió el Rey de Sodoma a recibirlo (a Abraham)… Entonces Melchizedeck, rey de Salem – el cual era sacerdote del Dios alto – sacó pan y vino, y bendíjole y dijo: Bendito se Abraham, del Dios alto, poseedor de los cielos y de la Tierra; y bendito sea el Dios alto, que entregó tus enemigos en tu mano. Y dióle Abraham los Diezmos de todo”. En el aspecto exotérico o público, el diezmo representa en la legislación judía, el deber universal de todos los hermanos de la senda de contribuir fielmente con una parte de sus ingresos – que no debe ser inferior al diezmo- en aquella forma libremente elegida que juzguen más oportuna y eficaz, para sostener la causa de la verdad y de la justicia. Esotéricamente el Diezmo simboliza la balanza de pagos de la esfera de Neptuno, es decir, pagar con buenas obras las deudas kármicas que tenemos pendientes ante los enemigos del Rey Licos, los señores de la justicia Divina. El Diezmo es el complemento práctico y necesario del principio dinámico, que emana del estudio profundo del décimo mandamiento. Al respecto mateo menciona (Cap. VI, 20): “Más haceos tesoros en el cielo… porque donde estuviere tu tesoro, allí estará vuestro corazón”. El capítulo III de Malaquías dice. “Traed todos los diezmos al Alfolí, y haya alimento en mi casa y probadme ahora en esto, si no os abriré las ventanas del cielo, y vaciaré sobre vosotros bendiciones hasta que sobreabunde”. Así, antes de conseguir el cinto de Hipólita, es necesario vencer el aspecto tenebroso de la existencia, al Satán que tiene el don de la ubicuidad y que vive dentro de ti mismo, por allá y acullá.
Mascioli Garcia
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