Por: Luis Marín - No es lo mismo que el gobierno amolde sus actos a la Constitución y las leyes, a que amolde la Constitución y las leyes a sus actos. Lo primero es propio del Estado de Derecho; esto último, de los regímenes de facto. Cada día existe un consenso más generalizado a que esto es lo que ocurre en Venezuela. También existe acuerdo en cuanto a que los gobiernos de facto lo pueden ser por su origen, en golpes de estado o revoluciones; por su desempeño, ilegal e inconstitucional y por derivar de elección fraudulenta, plebiscito o consulta amañada. ¿Este régimen tiene legitimidad de origen? Debe recordarse otra vez que este origen se encuentra en las elecciones de diciembre de 1998, bajo el imperio de la Constitución de 1961, que no admitía la reelección inmediata. La Constitución de 1999 incorpora la reelección inmediata, pero "por una sola vez, para un período periodo adicional". ¿Por qué la Constitución se hace reiterativa en el artículo 230 diciendo "una" vez, por "un" solo período? ¿Es que podía caber alguna duda de que si es una sola reelección no puede abarcar sino un período? La reiteración hace inequívoca la intención del constituyente. No obstante, se han producido dos reelecciones consecutivas, sin solución de continuidad, sin que hasta ahora nadie haya explicado bajo el imperio de que Constitución puede ser esto posible. Cambiar la Constitución para adaptarla a cualquier capricho no resuelve el problema de la constitucionalidad del régimen sino al contrario, configura en sí mismo un fraude constitucional, es la más clara manifestación de que no se está acatando ninguna Constitución sino una voluntad no sujeta a Ley alguna, rasgo característico de la tiranía. ¿Este régimen tiene legitimidad de desempeño? Esto tampoco es discutible. La declaración de su carácter "revolucionario" implica prescindencia de todo límite constitucional o legal. ¿Este régimen se deriva de elecciones fraudulentas o consultas amañadas? Parece que aquí tampoco hay nada que discutir. Pero ¿a dónde nos conduce esto? A bajar a la realidad política, al nudo poder, las relaciones de fuerza. Postular que un régimen es "de facto" y asignarle simultáneamente una fecha de vencimiento es una contradicción en los mismos términos, porque se le estaría atribuyendo un período constitucional a la vez que se dice que no es un régimen constitucional. De manera que al menos en este caso, la palabra adquiere cierta gravedad, incluso en un país como Venezuela, donde se dice cualquier cosa y nadie se lo toma demasiado en serio.ISKRA. Que una chispa puede incendiar toda la pradera ha sido siempre una consigna invencible de los revolucionarios, de Europa a China. No puede dejar de estar en la mente de los revolucionarios en el gobierno, sobre todo cuando son conscientes de encontrarse sentados sobre un polvorín que ellos mismos se han encargado de regar con pólvora. Así que el centro de su actuación política parece ser que donde quiera que aparezca algo que pueda resultar en esa esperada "chispa" salten a apagarla, aunque eso les moje la pólvora y aparezcan ante el público como bomberos que constantemente se pisan la manguera. La sensación que queda en el ambiente es de perplejidad y confusión, porque si bien es cierto que el régimen parece retroceder en sus propósitos más atrabiliarios, no lo es menos que tras de cada "victoria" los opositores se encuentran con las manos completamente vacías. Y es que en realidad el régimen se la pasa resolviendo crisis que ellos mismos han provocado con sus insensateces. Al final, terminan cediendo sin ceder nada, retrocediendo en cuestiones en las que jamás debieron meterse, como en el caso de la educación, el transporte, la pesca y sobre todo, la inteligencia. Pero no hay que engañarse: las líneas maestras siguen intactas y continúa el rumbo hacia el totalitarismo como si nada hubiera pasado. Es lo mismo que hacen las FARC. Secuestran centenares de personas inocentes creando una crisis humanitaria de grandes proporciones. Luego, sueltan a algunos a cuenta gotas, apareciendo ellos y sus aliados como campeones del humanitarismo. Soltar a uno u otro no cambia nada, mientras sigan manteniendo la capacidad operativa de hacer nuevos secuestros. Y el gobierno, de seguir creando crisis para luego devolverse sin dejar ninguna ganancia, aunque sus tropiezos sean reales. Pero sí deja la duda: ¿Qué habrá detrás de tanto buchipluma? ¿Será puro "diversionismo ideológico"? ¿No estarán pasando el cargamento por un lado mientras distraen al público haciendo bulla en otro? ¿Qué es realmente lo que pretenden? Si algo se ha aprendido en todos estos años es que el uso de las tácticas militaristas contra la población civil del propio país genera, además de una gran desconfianza, nuevas tácticas civiles que ningún militar hubiera podido soñar. Es una gran bendición que no sepan como la gente va a reaccionar ante tanto abuso de poder. ELECCIONES - Dadas las circunstancias, puede decirse que volvimos a la designación de gobernadores y alcaldes por el Presidente de la República; pero mediante un mecanismo harto más enrevesado y tortuoso. Por lo que el efecto de ingobernabilidad es previsiblemente mucho mayor. Si aquel fracasó en el tiempo, éste no tiene la menor posibilidad de sostenerse a ningún plazo. Basta pensar en situaciones tan explosivas como la de Guarico, Aragua, Sucre, Yaracuy y Carabobo, del patio oficial, por no hablar de Zulia, Táchira o Barinas, donde perdieron el control. La ingobernabilidad es de pronóstico reservado. Pero no es esto lo que preocupa al régimen, sino buscar una suerte de mayoría electoral a través de los gobernadores "electos" para relanzar la reelección indefinida del Presidente, que es lo único que le quita el sueño al caudillo. Otra vez nos devuelven a una suerte de sufragio censitario, el llamado voto de "calidad", que sería el que elige al Presidente de la República a partir de las gobernaciones y Asambleas Legislativas de los Estados. Con lo cual queda claro que esto no sólo no es una revolución sino que es una "involución" en la historia política venezolana. Quizás por adaptarse a esta realidad es que los candidatos de la oposición complementaria tratan de convencer al hegemón (que maneja al CNE) antes que al electorado, que saben vale muy poco. Su mensaje es que al régimen le conviene que sean ellos quienes administren las regiones porque, ciertamente, los candidatos oficiales lo han hecho tan mal que el más perjudicado termina siendo el gobierno central. La falla es que olvidan que el tema en disputa no son los gobiernos locales sino la reelección indefinida y quizás hasta allí no estén dispuestos a llegar, por colaboracionistas que sean, no por escrúpulos, de los que carecen, sino por no desprenderse de la etiqueta de "oposición" que es la que les permite hacer tan buenos negocios con el gobierno. Los regímenes comunistas no han acabado nunca con el pluralismo, que es consustancial a la existencia humana, sino que se lo tragan y lo llevan al interior del partido único, por lo que hacen tan frecuentes las pugnas intestinas y las periódicas depuraciones. Otra consecuencia inevitable es la paranoia de Estado y la desconfianza mutua, llevada a límites inconcebibles. Los que se acercan a la ballena serán devorados, hasta que ésta se hunda por su propio peso. A eso es a lo que se llama "implosión". Para la dialéctica materialista, la revolución se destruye realizándola.
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