martes, 3 de junio de 2008
Esquina DEL MUERTO
El nombre de esta esquina caraqueña no puede ser más trágico. Llamase El Muerto parece una pesadilla de mal gusto. Pero con ese nombre ha sido conocido un sitio donde se levantó un vivo que iban a enterrar.Y va de cuento: estamos en la Caracas de los tiempos de "La Guerra de los Azules", o "Guerra de los Cinco Años". Godos y centralistas, o federales, se disputaban el poder. Venezuela es un país desquiciado y arruinado.Dos bandos irreconciliables surgen en cada calle, en caserío en cada poblado. Los Centralistas llevan la bandera roja y los federales amarilla. El partido de los Godos esta formado por la "Aristocracia Criolla", por los ricos; los hombres que frecuentan los bancos que tienen casa y solar con manumisos y que conservan su prejuicio de clase, cierran fila en él. Al frente del partido Federalista, con su jefe, el General Juan Crisóstomo Falcón a la cabeza están las grandes masas campesinas que corrían tras el señuelo del repartimiento de tierras. Los hombres que luchaban por una conquista social: la tierra.Una de estas guerrillas llegó a Caracas por los lados del Guaire, trabajándose una descomunal batalla en cada esquina, en cada plaza, en cada calle. Las familias, horrorizadas antes los desmanes de los soldados, cerraban los portones de sus casas; y en medio de la oscuridad de la noche se oían solamente los quejidos de los moribundos que morían en plena calle sin auxilio; y los autillos de los perros. Alguna que otra mano femenina llegaba a realizar un acto de autentico valor, abriendo con sigilo el viejo portan de la casona para ofrecer una venda, un remedio o un poco de agua o alimento al herido. Eran las pocas que se arriesgaban como siempre. Las mas, se quedaban apoltronadas en sus viejas butacas haciendo la digestión y esperando el final de la contienda. Llegaban a negar al enemigo no solamente su derecho a la vida y a la libertad sino que les trataban como si fueran seres irracionales.Las honorables damas mantuanas esperaban, tras de la romanilla de la ventana, el paso del caudillo vencedor, para arrojar a sus pies una flor o una sonrisa.Eran aquellos viejos tiempos... se habían efectuado una guerrilla en las calles de la amedrentada ciudad. Por todas partes se miraban los cuerpos de los soldaditos venezolanos que caían a tierra para no levantarse más. La carne de cañón, que es la que pierde siempre en las revueltas organizadas por las ambiciones en pugna. Luego de una tregua que fuera pedida por ambos mandos contendientes, fueron enterrados los muertos que bloqueaban las calles de la ciudad. Caracas toda estaba obstaculizada por los muchos cadáveres y heridos que morían a plena luz del sol, sin auxilios médicos o espirituales. Un pánico colectivo recorría la ciudad de un extremo a otro.Una cuadrilla de hombres avanzó para comenzar su trabajo de levantar a los muertos, llevándolos en camilla al cementerio cercano para darles sepultura. Y cuentan que cuando llegaban por el sitio que hoy se conoce por "Esquina del Muerto" un soldado que llevaban a enterrar se sentó en la camilla, diciendo con voz de ultra tumba:"No me lleven a enterrar, porque yo estoy vivo...". Fácil es imaginar la estupefacción de los camilleros. Soltaron de inmediatos las angarillas y emprendieron veloz carrera, dejando al "muerto" vivo en plena calle.Y la ESQUINA del MUERTO recibió desde entonces su iniciación. Más tarde y cuando corrió la noticia de boca en boca, era corriente que los vecinos, al pasar por la esquina "donde se levanto el muerto" se persignaran, como si aquello hubiera sido una cosa del demonio. Era, simplemente, un hombre que se había desvanecido por la herida, sin atención a tiempo, que lo desangró en la calle y que volvió a su conocimiento cuando le llevaban a la sepultura dando origen a la hoy conocida y legendaria "Esquina del Muerto".
Mascioli Garcia
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